Arquitectura y Diseño

De autor

Los arquitectos Mauricio Pezo y Sofía Von Ellrichshausen recibieron carta blanca para crear este proyecto: una casa de veraneo en la provincia de Cretas, España, que se convirtió en una experiencia arquitectónica única. Mezcla de escultura y vivienda, este es el lugar perfecto para aislarse del mundo.

Participar de un proyecto así debe ser el sueño de cualquier arquitecto. En 2010, el francés Christian Bourdais convocó a profesionales de distintos lugares del mundo para que cada uno creara una casa, pensada como un lugar de veraneo, sin más restricciones que el presupuesto acordado. Serían 12 en total y se construirían en un terreno de 50 hectáreas en la provincia de Cretas, dos horas al sur de Barcelona, y luego serían puestas a la venta.

La primera de estas casas de autor en ser construida –y la única que ya está terminada– fue la proyectada por el chileno Mauricio Pezo y la argentina Sofía Von Ellrichshausen, quienes trabajan juntos en su estudio en Concepción desde el 2002. Sus obras se han caracterizado por combinar arte y arquitectura y han recibido varios reconocimientos: en la V Bienal Iberoamericana, en la XV Bienal de Arquitectura de Chile y el Premio MCHAP Emerge del IIT (Chicago), en 2014. Además, en 2006 Mauricio Pezo recibió el premio Arquitecto Joven de Chile, entregado por el Colegio de Arquitectos.

Fiel a su estilo, la casa que proyectaron para Bourdais es una arriesgada mezcla entre arquitectura soñada y mucho de arte y poesía. “Es imposible hacer arquitectura con carta blanca, porque siempre hay restricciones, pero la intención de Christian siempre fue respetar nuestras ideas, así es que estuvimos muy comprometidos con toda la iniciativa. Es tratar de hacer una muy sólida contribución –de una forma muy humilde– al estado actual de la arquitectura”, explica Pezo.

Enclavada en la cima de un cerro, si se mira desde lejos, la Solo House parece estar suspendida sobre las copas de los árboles. “La silueta se polariza entre una condición elevada y visible desde la distancia y otra que desaparece bajo el follaje de especies vegetales autóctonas”, cuentan los arquitectos. Y es ahí, justo bajo el follaje, donde se esconde el podio, el único contacto que tiene la casa con la tierra y el punto de partida de este recorrido. Para acceder a este espacio hay que cruzar el bosque y ahí, bajo los árboles, uno se encuentra con una escalera bicéfala de 100 metros que llega directo al segundo piso. Desde este espacio cerrado, casi aislado del mundo, emerge una escalera de caracol que lleva a la gran plataforma suspendida que sostiene el resto de las piezas. “La fundación de la casa se reduce a un contacto menor y luego hay una planta distendida que invierte un poco esa relación de contacto con el suelo”, explican.

La idea es ir develando lo que hay alrededor a medida que se va subiendo. Por eso, al subir esta escalera se pueden ver pequeños destellos de agua que se asoman por unas ventanas estratégicamente situadas; es el adelanto de lo que veremos al salir: una piscina en un patio interior que refleja las nubes y el cielo en su superficie, “un plano de agua que siempre se las arregla para bajar el cielo hacia una superficie más profana”. Desde este espacio también se empieza a adivinar lo que viene después: en cada uno de los muros que lo rodean hay una perforación que permite ver, de forma controlada, parte del paisaje que envuelve la construcción.

Este patio interior es el corazón de la casa. Su perímetro está rodeado por cuatro habitaciones independientes y simétricas que se conectan a través de cuatro terrazas abiertas en sus esquinas, donde se puede disfrutar de la vista de todo el valle, en 360 grados. Acá, el interior y el exterior conviven y se confunden constantemente. Basta abrir los grandes ventanales de una de estas piezas para que se convierta en una terraza más, un espacio para observar toda esta zona de pueblos medievales, viñedos y olivares, o para disfrutar persiguiendo el sol todas las vacaciones.

  • El patio interior está cubierto de azulejos de cerámica blanca, que contrastan con el concreto que recorre el resto de la casa. Al medio, la piscina es el punto central de la Solo House.

  • Las piezas son casi como miradores, porque tienen ventanales en todo su frente. A cada lado tienen además una terraza.

  • La escalera de caracol conecta el segundo piso, por donde se accede a la casa, con el tercero, donde está la piscina.

  • La escalera de caracol desemboca en una de las esquinas del patio.

  • Vista aérea del mismo lugar.

  • La cocina y el comedor también están rodeados de ventanales, que al abrirse convierten el espacio en una terraza más.

  • Al estar en un tercer piso, las piezas parecen flotar sobre las copas de los árboles.

  • La Solo House fue la primera de las casas de este proyecto en ser construida. La segunda, de la oficina KGDVS, de Bruselas, está en construcción y luego viene la del japonés Fujimoto.

  • Esta escalera bicéfala constituye el acceso al podio, la base que sostiene la casa.

  • La casa se construyó entre el 2010 y el 2013, en la cima de un cerro en Cretas, España.

  • Mauricio Pezo y Sofía Von Ellrichshausen tuvieron carta blanca para proyectar esta casa, sin más restricciones que el presupuesto acordado.

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