El departamento está ubicado en el límite del barrio 16, justo frente al Bois de Boulogne, parece una catedral de acero y vidrio que se incrustó en un clásico edificio Haussmann, estilo que caracteriza gran parte de los barrios elegantes de París. Allí luce la colección de muebles Pop, creada por Joseph Karam, así como también piezas orientales y algunas piezas de diseño del siglo XX. Fue un proyecto excéntrico que le llevó al arquitecto muchos años de paciencia para obtener de la administración el permiso para realizarlo.
Nacido y criado en el Líbano, Joseph Karam se instaló en Francia al finalizar sus estudios. Con treinta años de carrera a las espaldas, quizás el mayor de sus orgullos es “haber hecho de todo”, una curiosidad que ha mantenido flamante la ilusión, renovada con cada nuevo trabajo. Este hombre, sensible y refinado, tiene cuatro agencias en el mundo, trabaja rodeado de un equipo de cincuenta colaboradores y se desplaza por el mundo para supervisar obras de todo tipo. Como su impresionante casa.
Originalmente existían en el lugar dos casitas idénticas, las que Karam decidió demoler para reconstruirlas sobre el mismo modelo, pero esta vez sólidas y confortables. “Mi idea era la de agregarles un cubo de acero y vidrio para dejar entrar la luz a caudales”. Desde la entrada se define sin concesiones su estilo: liviana, clara, voluptuosa, los diferentes ambientes ofrecen una monocromía de blanco. La casa tiene seis niveles, de los cuales dos están bajo tierra y que comunican entre sí con un ascensor que parece la espina dorsal de la arquitectura, todo rodeado de una escalera metálica. El resto es completamente blanco. En la simbólica occidental el color blanco es sinónimo de pureza, de luz y de espiritualidad. “Pero atención”, explica Joseph Karam, “en los interiores el blanco pone en evidencia todas las imperfecciones y no perdona ningún defecto”. Es una tela de fondo para exhibir y resaltar muebles, obras de arte y objetos.
El gran salón tiene una altura de siete metros y está puntuado de encofrados que alojan una importante colección de cerámicas sirias, libanesas e iraquíes. En este primer nivel también se encuentra la cocina.
uego sigue el entrepiso con un salón de estilo oriental. El piso siguiente está reservado a la esposa de Joseph Karam, allí se encuentra su cuarto, un dressing, un baño y un escritorio, en los que se mezclan muebles contemporáneos y antiguos. En el piso siguiente el arquitecto instaló su propio universo.
En el dormitorio, la cama se instaló frente al gran ventanal que ofrece una vista panorámica a través de un vidrio con un tramiento especial, que permite ver sin ser visto desde el exterior. La pared está recubierta de roble y frente a ella flota una curiosa nube blanca en la que Joseph Karam disimuló una pantalla plasma. “Me encanta la tecnología aunque siempre busco camuflarla en los espacios que proyecto”. También el baño es muy minimalista y su mayor sofisticación son las paredes que irradian calor y que también sirven para secar las toallas.
El último nivel de la casa es el refugio verde con el que sueña todo parisino. Un jardín cubierto, en el que se instaló una pequeña kitchinette, ya que la cocina de la casa está ubicada cuatro pisos más abajo, y otro jardín al aire libre para soñar bajo las estrellas.