Hélène y Laurent siempre soñaron con construir su propia casa, pero en la concurrida París, donde vivían, parecía imposible. Eso hasta que descubrieron una esquina, de un tamaño razonable, a la venta. Ese día, no dudaron en aprovechar esta oportunidad.
«Las oportunidades para construir en París son muy raras. Casi no hay tierra disponible», asegura Laurent a The Guardian. «Teníamos un departamento en ese momento, pero esto es como de otro mundo. El espacio es generoso, la luz es abundante. Hay vegetación por todas partes… Es como vivir en un jardín», agrega.
Así es como la pareja decide acercarse a Pablo Katz, un arquitecto que admiraban por sus diseños vanguardistas. A él le pidieron que les diseñara la casa, y trabajaron estrechamente durante cuatro años en el diseño y construcción de la casa que equilibra diseño de vanguardia y tecnología contemporánea necesaria para una joven familia. «Es un lugar mágico», dice Laurent. «Cuando vienen nuestros amigos, se sorprenden. Muchos de ellos aseguran que ni siquiera se sienten como en París».
Para esta pareja, lo obvio era que una casa moderna fuese respetuosa con el medio ambiente. Por eso, incluyeron en su construcciones paneles solares en el techo, una «pared viva» de plantas en el exterior y un sistema de ventilación de doble flujo eficiente que recupera el calor que de otro modo se perdería. Además, el agua lluvia se recicla y proporciona a la cocina y al baño.
Para el arquitecto, esta casa «es como un prototipo para las casas del futuro», aunque advierte la complejidad y precisión que tuvo su construcción. «Hubo un diálogo muy fluido entre Hélène, Laurent y yo», dice. «Me cuestioné acerca de cómo vivían y cómo querían vivir. Ellos confiaron mucho en mi trabajo».
Su espectacularidad también reside en la alta tecnología de la casa: las persianas se abren o cierran dependiendo de la cantidad de luz exterior y el toldo se cierra solo si su sensor detecta que la velocidad del viento es demasiado alta. Hay pantallas y sistemas de audio integrados a las paredes, e incluso hay un piso entero para la hija de la pareja.
«Trabajamos de una manera lúdica para crear el universo de un niño, con diferentes sistemas de luz en su dormitorio. Si se despierta en la noche y baja las escaleras hasta la habitación de sus padres, las luces se apagan automáticamente para tranquilizarla».
Laurent y Hélène se ven contentos con su extravagante cubo luminoso del futuro. «La arquitectura minimalista puede ser linda, pero no es agradable para vivir. Pero Katz ha hecho un excelente trabajo construyendo un lugar en el que nos encanta vivir. Hemos usado materiales clásicos, no es un lugar a la ‘moda’, y utilizamos nuestro jardín en la azotea para hacer asados y fiestas. No es una casa fría en absoluto», puntualiza la pareja.