Patrick Gilles y Dorothée Boissier son pareja en lo personal y en lo profesional, aunque tienen estilos muy distintos. El prefiere las líneas rigurosas y ella se inclina por formas más suaves y emotivas. Ambos se unieron para crear un único estudio, Gilles&Boissier, ecléctico e inconfundible, que desde 2004 firma interiores de alto vuelo como los restoranes Hakkasan de Dubai y Abu Dabi, el primer hotel Baccarat que abrió sus puertas a inicios de este año en Nueva York y el Mandarin Oriental en Marruecos, próximo a inaugurarse; en pocos años, el estudio creció mucho y de cuatro personas pasó a quince.
Viven en París, en un departamento de 120 metros cuadrados donde también tienen su oficina. Está en un edificio de la época de Napoleón III en el que la pareja ha mezclado ingredientes clásicos y notas contemporáneas. La luz es prioritaria y también la falta de pretensión. Tanto Gilles como Boissier decidieron apostar por espacios lo más neutros posible. En la casa predomina el blanco y los detalles constructivos: los materiales y los acabados perfectos son los principales protagonistas. “Queríamos crear una especie de laboratorio de ideas, un lugar de encuentro de ocurrencias atípicas y visiones contradictorias que reflejen nuestro trabajo“, cuenta Dorothée.
Destinaron una parte a lo profesional y preservaron otra para su estricta intimidad: un salón, un comedor, un dormitorio, una cocina y un largo pasillo magníficamente iluminado por las cristaleras originales. “Más que una casa, nuestro refugio es un espacio circular en constante movimiento y el blanco de todos nuestros experimentos creativos”, explica Patrick.
Muchos elementos fueron recuperados y puestos en valor con dedicación, como los suelos en damero originales, los parquet en espiga, las puertas, las ventanas y las boisseries tratadas en colores de una exquisita sofisticación. Pintaron los techos de amarillo brillante, dibujaron grafismos a mano en las paredes con la colaboración de artistas tales como François Huttin y Cyprien Chabert, conservaron las chimeneas históricas y extendieron sofisticadas esteras de fibras naturales. Dentro de este contexto clásico dialoga el diseño más moderno, porque en el curriculum de este dúo tan bien avenido destacan sus colaboraciones con Philippe Starck y Christian Liaigre, que han dejado su huella. La decoración la completan piezas diseñadas por Patrick y Dorothée, como las mesas de mármol calacatta o la mesa auxiliar de madera de gomero. Equilibrio y estilo, ésa es su receta, simple sólo en apariencia. De hecho, su trabajo despertó el interés de Remo Ruffini, propietario de la marca Moncler, que les confió el interiorismo de sus tiendas en todo el mundo, así como el de sus casas.
Los arquitectos concluyen : “Queremos crear las cosas in situ, sentirnos en París, la ciudad de los artistas, y darle a esta casa un look completamente francés, que no pueda existir en ninguna otra ciudad”.