«I’m a chilean designer”, debe ser de las frases que más veces han dicho los arquitectos del estudio gt2P. En cada feria que han ido, desde Miami a Colonia, esa ha sido su carta de presentación, un gancho que rápidamente capta la atención de quien pasa por ahí. “¿Desde tan lejos?, ¿qué están haciendo acá?”, les responden. Y ese es el momento preciso para que les expliquen alguno de sus proyectos, de esos que nacen en una pequeña oficina en Providencia.
Pero antes de llegar al mundo de las ferias internacionales –que a estas alturas conocen al derecho y al revés–, hubo harta historia. Guillermo Parada, arquitecto de la UNIACC, conoció a Tamara Pérez mientras estudiaban. El 2009, cuando hacían el Magíster de Arquitectura en la Universidad Católica, diseñaron la cama de su hijo y ese fue el puntapié inicial. En el magíster conocieron a Sebastián Rozas, también arquitecto, y ahí nació great things to People, más conocido como gt2P. Participaron en un concurso público para instalar una obra de arte en un consultorio en Rancagua, hicieron una exhibición en Cómodo –donde mostraron una mesa, una repisa y otras piezas de mobiliario que hicieron usando el mismo algoritmo que habían desarrollado para la cama–, postularon a un capital semilla de Corfo y no pararon más.
Y aunque el comienzo del estudio puede tener algo de fortuito, de ahí en adelante el éxito sólo se explica por la planificación. “Empezamos a mirar estudios de diseño internacionales que nos gustaban y ver dónde habían partido. Uno de ellos era Nendo, que nos parecía interesante por el modelo de negocios, porque hacían arquitectura, objetos, instalaciones de arte; era parecido a lo que nosotros queríamos. Y ellos habían partido en el Greenhouse, en la feria de iluminación y mobiliario de Estocolmo, y después en el Salón Satélite de Milán, así es que postulamos a los dos y quedamos”, cuenta Guillermo.
De a poco y naturalmente se fueron encasillando en lo que en el mercado se conoce como diseño coleccionable, que son piezas únicas, difíciles de producir industrialmente, tras las cuales hay mucha experimentación, desarrollo de nuevas técnicas y materiales –que es lo que más disfrutan hacer– y que se transan en galerías como una obra de arte.
¿Cómo se llega a eso? Esa es la parte entretenida. Acá están todo el día haciendo cosas y ahí aparecen las ideas. “Nosotros no creemos en la gran idea, que se te ocurre después de estar tres años pensando.
omos más de lo que llamamos el conocimiento distribuido: el conocimiento está en un instrumento que te entrega alguna información, en la cabeza de mi socio que está al frente, en la conversación que tenemos ahora. Toda esa información va suelta por la vida, y de repente se empiezan a hacer conexiones entre esas ideas paralelas; en la convergencia de esos conocimientos es que aparece un proyecto. Eso pasa harto acá, porque trabajamos mirándonos las caras, todos juntos en un mismo espacio”, cuenta Guillermo.
En una de esas convergencias surgió la siguiente pregunta: “¿qué pasa si el diseño paramétrico no necesariamente es digital?”. Y así nació la Catenary Pottery Printer, una especie de impresora 3D, completamente análoga. Esta estructura –donde se pueden controlar todos los parámetros físicos que están actuando sobre el diseño para crear un producto, tal como se podría hacer en un computador– fue la madre de la serie de luces Less CPP N2: Lava vs Porcelana, que los hizo ganadores del premio al Mejor Diseñador en esta versión de nuestro Ranking ED.
Las lámparas de la serie sorprenden por su fragilidad y por una mezcla de materiales única. Tal como lo dice su nombre, en cada una de ellas se combina la translucidez y delicadeza de la porcelana blanca, con la lava recogida de los volcanes Chaitén y Villarrica, una roca negra y porosa. El proceso de fabricación es fascinante: en la Catenary Pottery Printer se cuelgan unas telas, que funcionan como moldes, donde se vacía la porcelana en varias capas, determinando así su espesor y translucidez, para crear estas tulipas. La incorporación de la lava nació como una necesidad: había que reforzar el punto de colgado y no querían usar pegamentos para hacerlo. Después de varias pruebas descubrieron que la lava se funde a la misma temperatura en que la porcelana queda rígida y las dos quedan atrapadas por un proceso térmico, generando un material colaborativo perfecto. Los primeros prototipos de esta serie fueron expuestos durante la Semana del Diseño de Nueva York en el Open House de L’ArcoBaleno y luego fueron seleccionados para ser parte de la exhibición New Territories Lab del Museum of Arts and Design de Nueva York, en noviembre del año pasado. Además, la responsable de la serie de lámparas, la Catenary Pottery Printer, fue premiada por la revista italiana Domus como el producto cerámico del año 2014.
El trabajo de gt2P se ha caracterizado por la combinación de lo digital con lo artesanal. Cuentan que cuando estaban en el Magíster pensaban que todo se iba a hacer con máquinas y que casi no iba a haber intervención del hombre. Pero en algún punto del camino se dio la transición. “Nos dimos cuenta que teníamos un conocimiento súper global que es cómo sistematizar variables relevantes para construir algo en el computador –que es contenido que ahora se enseña en todas las escuelas de diseño del mundo–, pero lo interesante justo estaba en cómo mezclar eso con tu lugar. Estábamos llenos de gente que tejía, que labraba piedra, que hacía cerámica. Ahí estaba nuestro potencial: mezclar este conocimiento ultra global con algo muy particular”, dicen.
Con esa inquietud en mente nació el concepto del Digital Crafting, que combina artesanía y tecnología. Uno de los diseños que mejor representa esta idea es la lámpara Gudpaka, que mezcla procesos productivos del mundo digital y tecnológico con otros artesanales y low tech. El proceso de fabricación incluyó el uso de máquinas CNC y de corte láser para todo el interior, pero el exterior fue tejido a mano con lana de alpaca.
La colección Losing my America ha sido otro punto fuerte de su carrera. Ahí trabajaron junto a artesanos locales de diferentes zonas en la intervención de piezas de artesanía icónicas, que fueron exhibidas en la Milano Design Week 2014, en el showroom de Cappellini. Además recibieron el premio a la Innovación de Chile Diseño 2013 y el Sello de Excelencia al Diseño 2014 del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Más allá de los premios, el reconocimiento ha sido generalizado, y ha llegado de las formas más inesperadas. “Estábamos exhibiendo la colección Tarrugao en la galería de la Rossana Orlandi durante el Fuori Saloni y de repente llega la Patricia Urquiola (reconocida arquitecta y diseñadora española) y empieza a hablar fuerte, bien fuerte y muy histriónica, y decía “¡qué bonito este proyecto!”. Sebastián se acercó para explicarle de qué se trataba y ella le dijo: “No, no me expliques, el proyecto habla por sí solo”. Y después nos dimos cuenta que era porque venía Giulio Cappellini atrás y ella nos estaba haciendo el gancho para que él llegara y se interesara por las piezas. Sin siquiera conocernos, vendió nuestro proyecto”, cuentan. Y tanto histrionismo valió la pena: ahora están trabajando con Cappellini para producir sus primeras piezas –de la colección Tarrugao– de forma industrial el próximo año.
Además, después de presentar la colección Losing my America en el Museum of Arts and Design de Nueva York, la curadora –su “hada madrina”, como le dicen– les presentó a Marc Benda, el dueño de una de las galerías más importantes del mundo: Friedman Benda, la misma que trabaja con Nendo y los Hermanos Campana, por nombrar sólo un par. Junto a él están desarrollando ahora la colección Marble vs Bronze. Este año en Design Miami van a debutar con una de las piezas de esta colección y el próximo año, en esta misma fecha, van a hacer una exhibición en Nueva York con la producción final.