Esta casa alemana de dos pisos de 326 metros cuadrados tenía una particularidad: está unida a una construcción con forma cuadrada que solía servir como minimarket. Unidas hacen un total de 670 metros cuadrados. Así que la familia que deseaba comprarla, pensó ¿por qué no? Y le encargaron al arquitecto berlinés Frank Drewes de la firma Drewes+Strenge Arkitekten que tomara esta antigua casa y la convirtiera en una moderna construcción de aspecto minimalista. Como buenos alemanes, ellos buscaban funcionalidad, mucha luz y que fuera un espacio ideal para los niños.
El arquitecto decidió pintar la fachada en gris grafito. Los bordes de las amplios ventanales también fueron pintadas en un color oscuro. El verdadero dilema consistía en unir el aspecto anticuado de la casa con la construcción cuadrada adyacente. En vez de disminuir la discrepancia, el arquitecto optó por enfatizarla. Se mantuvo la vieja fachada intacta y la pintó en un color gris grafito. Luego cubrió el ex minimarket con placas de alerce.
Inspirados por un hotel que conocieron en Bali, los dueños decidieron limitar la paleta de decoración a tres colores: gris concreto, madera de alerce y negro antracita. Primero pintaron el muro de jardín en gris. Luego oscurecieron la escalera de madera. Una vez que la paleta de colores estaba designada, empezaron a añadir toques de color en las piezas.
No se deje llevar por la fachada antigua de la casa y deléitese con las imágenes de su moderno aspecto interior.