Lucerna, en Suiza, es de esas ciudades que parecen sacadas de un cuento. Rodeada de montañas y con un lago en medio, es en este paisaje idílico que se encuentra el hotel Chateau Gutsch, una construcción de 1884 que bien podría ser uno de los castillos imaginados por Walt Disney. Sobre la cima de un cerro, tiene vistas privilegiadas a la ciudad, y gracias a su imponente escala, se ve claramente desde todo Lucerna.
Aunque tiene más de 130 años, su look es completamente actual gracias al trabajo del reconocido decorador de interiores Martyn Lawrence Bullard, quien se embarcó en la titánica tarea de redecorar el espacio en 2014. Los dueños buscaban restaurar el castillo para dejarlo como en su época de gloria, siendo respetuosos con la historia de Suiza y con la arquitectura. La idea era crear un hotel boutique de clase mundial, con detalles modernos y lujosos, pero que mantuviera el encanto de esta construcción antigua y rescatara sus raíces, convirtiéndolo en un lugar que entregara una experiencia única e inolvidable.
El Chateau Gutsch está compuesto de 27 habitaciones, cada una con una personalidad propia. Lo que todas tienen en común es una paleta de colores donde destaca el color azul, verde claro, lila y amarillo, y muebles de estilo gustaviano y Luis IV, clásicos del siglo XIX. A pesar de ser tan tradicional, en todas las piezas hay un elemento sorpresa, lo que deja ver fuertemente la personalidad de Bullard. En la suite Reina Victoria –quien siempre elegía Lucerna para ir de vacaciones– se puede ver una tina antigua en la mitad de la pieza, coronada por un impactante dosel hecho con metros y metros de tela. Muchos de los tapices, papeles murales y muebles usados en la remodelación del castillo pertenecen a las colecciones hechas por Bullard, algunos con pequeños cambios para hacerlos más acordes con el entorno.
Los espacios comunes también son impactantes. Uno de los que más llama la atención es el bar, nombrado por el decorador como “el bar de los ancestros”. Ahí colgó varios retratos al óleo de nobles suizos, todos parte de la vasta colección de arte del castillo. El techo lo cubrió con una lámina de oro, para reflejar la luz que entra por los grandes ventanales en el día –las vistas en este espacio son capítulo aparte– y crear una onda más glamorosa durante la noche. Todo el bar está empapelado con un diseño de Martyn Lawrence, un ikat bien moderno, pero hecho en los colores tradicionales que se usaban en la época en que este castillo fue construido. Nuevamente, un toque inesperado, que le da un aire fresco y distinto a este espacio.
El restorán ofrece la dosis justa de lujo principesco y buena comida. El fuerte de este lugar –que está abierto a todo el público, no sólo a los huéspedes del hotel– es la comida mediterránea y la cocina regional. Además, durante el verano, se puede disfrutar de la carta con una impactante vista a toda la ciudad. Sin duda, una de las mejores experiencias culinarias durante unas vacaciones en Suiza.
La renovación buscaba también volver a las raíces del castillo, por lo que fue necesario rescatar algunas características originales de la construcción. En el espacio que ahora ocupa el lounge se volvió a instalar una chimenea que había sido reemplazada hace muchos años por un radiador. Ahí también se aprovechó la colección de arte del castillo, y se colgaron cuadros con escenas clásicas del campo suizo. “Rara vez podemos trabajar en un edificio con una historia tan rica. Fue muy importante para mí poder honrar ese pasado”, comentó el decorador. www.chateau-guetsch.ch