La vida de Lupe Gajardo pasó de 0 a 100 km/h en cosa de segundos. Bastó que decidiera crear su marca el 2010 para que todo cambiara, y los plazos, los viajes y hasta la lectura –hasta el momento tranquilos, en calma, pausados– cobraran otra dimensión. La primera diseñadora chilena en participar en el New York Fashion Week (2015), la misma que ese año fue elegida como marca a seguir en el primer reporte latinoamericano hecho por la agencia WGSN –líder mundial en pronóstico de tendencias– y cuyos diseños han ocupado varias páginas de nuestros especiales de moda, hoy anda de aquí para allá, entre Santiago y San Francisco, a veces buscando inspiración, materiales, colores, y otras veces simplemente esperando que llegue “la gran idea”.
Un proceso que parte con tres o cuatro meses intensivos de reflexión. “Disfruto y me desespero en ese tiempo: camino, observo, pienso, escribo, leo… hasta que aparece la idea. Es recién ahí, cuando siento lo que quiero transmitir, que empieza a tomar forma todo”, dice. La colección Otoño-Invierno 2017 –que premiamos esta vez– estuvo marcada por las protestas de género y por eso ironiza con la masculinización de la mujer como forma de levantamiento. “Los diseños son una respuesta-protesta a una súper mujer, está cargada de clichés históricamente femeninos en términos de siluetas, colores y adornos. Hartas flores, rosado, faldones, corsés, peinados y maquillajes bien producidos… Diosas o mujeres de alto impacto que no necesitan desvestirse de lo reconociblemente femenino para mostrar su grandeza”.
Por una parte, la colección muestra vestidos de escotes y espaldas profundas, y polleras abiertas, largas y vaporosas… una vuelta al barroco. Por otra, una variedad de géneros que, en contraste con la delicadeza de la seda y las lentejuelas, incorpora el denim, entregando cierta agresividad a los diseños; importante guiño a su gran referente de siempre, John Galliano, y también a Sarah Burton en McQueen y Haider Ackermann.
Aunque en lo personal prefiere el silencio, en su taller Lupe siempre pone música clásica o a veces radio, para generar un ambiente de concentración. “Es muy detallista, siempre está preocupada de todo y de todos”, dice Sofía Ordenes, su asistente hace dos años. “Tiene un estilo diferente para diseñar. No es de las que crea un molde y hace ropa: ella primero crea y después aterriza”. Pero el proceso creativo como tal no se acaba hasta el último momento: “Me permito libertad de transformaciones hasta el momento en que siento que está terminada una prenda”, dice Lupe.
El trabajo con materiales nobles es parte de su sello, los cuales ella se encarga de enriquecer con plumas, piedras y más. Por eso sus procesos son lentos; el trabajo es totalmente artesanal además de arriesgado, vanguardista y atemporal. Esa libertad ha sido sin duda el hilo conductor de su trabajo y lo que la ha llevado a destacarse a nivel nacional e internacional.