Meraviglioso

Giovanni y Lucia Guarini heredaron un palacio lleno de armas de batalla, reliquias y retratos familiares. Bastaron muebles modernos y muros con colores fuertes para darle a este lugar historico la identidad y el carácter que sus dueños buscaban.

Podría ser la locación perfecta de una de esas películas dirigidas por James Ivory, basadas en célebres novelas y protagonizadas por aristócratas amantes del arte en pueblos alejados de las grandes ciudades. Y algo de eso hay. Esta historia se remonta al siglo XVII, cuando en plena invasión normanda, soldados armados de origen francés y escandinavo conquistaron un pueblo rural llamado Puglia, para sentar las bases del reino siciliano y del sistema feudal. A unos 40 kilómetros al sur, en la localidad de Tolstovan de Scorrano, se ubica el Palacio Guarini, construcción que descansa sobre los restos de un bastión medieval emplazado en una pequeña colina con vista a olivos y viñedos. La fachada podría perfectamente ser un reducto militar. Fue ahí donde la familia de Giovanni, su actual dueño, se instaló. Pero durante años estuvo en el más completo abandono.

«Durante las últimas cuatro o cinco generaciones, los miembros de mi familia prefirieron pasar tiempo leyendo y tocando música en lugar de atender la propiedad», dice Giovanni, quien llegó con su mujer Lucia, a comienzos de la década de los 80, a hacerse cargo del lugar. “El palacio estaba en buen estado, considerando que mi padre y mi madre hicieron trabajos de conservación hace 60 años. Lo que decidimos fue restaurar algunos adornos de pared, ventanas, persianas, el sistema eléctrico y de agua. La mayor parte del trabajo fue restaurar las habitaciones de la planta baja que sirvieron para almacenar objetos antiguos: desde aceite de oliva hasta vinos, pasando por utensilios de cocina del siglo XIII hasta el XVII, además de una gran cantidad de muebles viejos, muchos de ellos comidos por las termitas”. Así lograron 500 metros cuadrados que ocupan salas de estar, dormitorios y baños de invitados. “Otro gran trabajo que hicimos fue en el jardín que estaba en estado de total abandono”, cuenta el heredero de la propiedad.

La historia de la familia Guarini es la historia del pueblo de Puglia y aunque el feudalismo fue abolido en Italia en 1808 se espera que Giovanni y Lucia realicen una serie de rituales arcaicos en su calidad de Duque de Scorrano y Duquesa de Poggiardo, respectivamente. Todos los 6 de julio, ellos junto a sus tres hijos se levantan al alba para rendir homenaje a Santa Doménica, la patrona de la aldea. La santa es llevada desde la iglesia hasta el patio del palacio, donde todo el pueblo observa a la familia arrodillada y besando los pies de la imagen. Luego los Guarini celebran con un desayuno con comida y vino de su tierra y la gente del pueblo lanza fuegos artificiales diurnos que son imposibles de ver pero que a sus habitantes alegran mucho. Otro ritual: en cada primavera 12 ancianos del pueblo son invitados a comer y Giovanni les lava los pies recreando el episodio de la Última Cena.

Giovanni Guarini estudió arquitectura en Florencia. Sus conocimientos los empleó para transformar algunas distribuciones del palacio. De esta manera, una gran escalera de piedra conduce a un extenso primer piso –o piano nobile– que es el sector donde vive la familia. Las 20 habitaciones de este nivel, incluido el antiguo salón de baile ocupado ahora como sala de estar, son de techos altos pintados con frescos de los siglos XVIII y XIX. La decoración estuvo en manos de Lucia, quien quiso equilibrar el peso de las generaciones anteriores, incluida una importante colección de antigüedades, instrumentos musicales y armamentos, con sus propios objetos. El hall de entrada está cubierto de retratos familiares y una colección de armas que incluye cañones utilizados en la Batalla de Lepanto en 1571.

Los que podrían haber sido objetos que oprimieran la decoración, se transformaron en elementos decorativos. Lucia encargó muebles modernos de mediados de siglo para equilibrar el peso de la historia. La tapicería fue reemplazada y algunas paredes fueron pintadas de sus colores favoritos: turquesa, verde esmeralda y rojo italiano.“La identidad de esta casa de 4.000 metros cuadrados es, era y seguirá siendo la historia familiar. Lo que intentamos fue preservar el recuerdo de las personas que de alguna manera fueron parte de esta familia y habitaron este lugar y a eso sumarle guiños contemporáneos que marquen nuestro estilo”, cuenta Giovanni Battista Guarini.

En el hall de entrada, un pouf de terciopelo verde combina con un juego de cañones y espadas y en el rincón de uno de los comedores, hay una pintura de un antepasado al estilo Andy Warhol. Bajo una chimenea, se puede ver un pino de cerámica hecho por Lucia, mientras que en la cocina hay paredes blancas y azulejos de marfil, con estantes para exhibir sus platos y ollas de cerámica. Lucia diseñó el estampado azul en las paredes de la despensa y ella misma hizo la lámpara del centro. La sala de lectura está pintada según los tonos de un girasol, mientras que en la sala de pool hay un techo pintado a mano, con retratos de ancestros familiares y el dibujo de un árbol genealógico que data del siglo XI. Es que visitar este palacio resulta ser la mejor clase de estilo y de historia que se pueda tener.

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