Chilena, pero con una vida construida fuera de nuestros límites, María Gracia Donoso ha pasado prácticamente toda su historia colonizando lugares: París, como base, Barcelona como desahogo y Estados Unidos como destino actual. Artista plástica, vanguardista y valiente, esta mujer dejó Chile a los 20 años y emprendió rumbo a Francia, con un hijo y sin otro propósito que probar suerte, saciar su afán de libertad y trazar su propio destino.
Allá se abrió camino trabajando primero en tiendas y bares y luego en una editorial donde ilustraba libros infantiles. Y lo hizo bien, tanto, que decidió estudiar Artes Visuales en Met de Penninghen. Se perfeccionó luego en Barcelona donde hizo un Master de New Media y desde entonces –como ella asegura– se lanzó “a la batalla de ser artista”, exponiendo con gran éxito en diferentes partes del mundo. Lo suyo es el arte contemporáneo, experimental y atrevido.
Dejar París después de más de dos décadas no fue fácil, pero igual se embarcó en un nuevo proyecto, cambió de continente, idioma y entorno. Lo primero fue encontrar el lugar indicado, pero la crisis inmobiliaria del 2008 en Estados Unidos no le hizo el trabajo fácil. Cuando ya estaba a punto de rendirse, descubrió una antigua casa en Brooklyn construida en 1835, con enorme potencial, amplios espacios y jardín incluido.
A pesar de que requería de importantes obras de reparación y renovación, no lo dudó, hizo una oferta y se quedó con esta preciosa construcción en medio de Fort Greene, un barrio situado en torno a un parque que lleva el mismo nombre. Familiar y verde, este es un vecindario compuesto por una comunidad diversa que ha llenado el lugar de pequeños restoranes, bares de moda, tiendas alternativas y ferias como el Organic Market. Precisamente este ambiente, sumado a la historia que cargaban las paredes de esta casa, fue lo que decidió a María Gracia.
“Fueron dos años y medio de incesantes trabajos, ninguno fácil, ya que como la calle es patrimonial, hubo que pedir mil permisos y firmar otros mil papeles”, admite María Gracia, quien con la ayuda de dos arquitectos, botó paredes, renovó cocina y baños, abrió espacios de luz y le dio nueva vida a esta casa siempre cuidando de sacarle partido a sus años y su tradición. “Estuve dos años viviendo en el basement consagrada exclusivamente a arreglarla. Fue largo y trabajoso, pero valió la pena, porque este lugar es una de mis mejores obras de arte. Aquí puse toda mi alma y mi corazón, la hice con mucho amor y todos los detalles pasaron por mí”, asegura orgullosa.
Hoy, ocho años después, la casa no deja a nadie indiferente, cada persona que entra se conmueve por los detalles, el colorido y su carácter. En el primer piso está el living, comedor y cocina, todo integrado. Una mezcla entre lo contemporáneo y antiguo muy proporcionada. “Para el mobiliario opté por un estilo más moderno, pero siempre basada en lo antiguo, es decir, en el parquet, las molduras y la altura propia del lugar”, explica. A través de una amplia escalera se accede al segundo piso. Ahí está el dormitorio principal, un original baño integrado y la pieza “de las rayas”, lugar que hoy causa furor en Airbnb, donde la publicó hace un par de meses.
En el tercer piso está su taller, lugar donde esta artista realizó unos signos de luz para comunicarse con los extraterrestres, con quienes tiene un estrecho vínculo desde que leyó de muy chica el libro Yo Visité Ganimedes, que le regaló su mamá. “Chamánica y espiritual”, como se define, para ella la meditación, el electromagnetismo y los centros energéticos son fundamentales e inspiradores para su arte. Por eso en su casa tiene rincones especialmente concebidos para la reflexión y la desconexión. Así también su jardín y la pileta con peces son espacios sagrados.
Artista, coleccionista de recuerdos e historias, vanguardista y creativa, esta casa es el reflejo perfecto de una chilena distinta, espontánea y audaz, que dejó huella en París y que ahora se está abriendo camino en Nueva York. π