Si está de viaje caminando por las calles de una gran ciudad le sugerimos que se detenga y mire a su alrededor. Tómese su tiempo para buscar alguna señal que diga: “Are you pret? (#pretadiner)”. Podrá ser en carteles pegados en los postes de luz o si tiene suerte agarrará un periódico que no será tal, sino una detallada carta, la antesala de lo que encontrará en Pret a Diner, un restorán temporal e itinerante que lo llevará a transitar por un nuevo y desconocido territorio.
Esa ha sido la promesa que lo ha llevado a agitar la vida citadina. Ya sea en su casa, donde todo comenzó, en la ciudad de Berlín el 2003, y que luego fue la que la catapultó en el 2011 en el status pop up. O en Frankfurt, Londres, Munich, Mónaco, Zurich y hasta Basilea, algunas de ellas repetidas veces. Según explican los creadores de Pret a Diner, el empresario de catering premium KP Kofler y la artista conceptual de neón Olivia Steele, “ésta es una ‘experiencia social’ que celebra todo lo que hace la vida tan grande: la cocina, la coctelería, el arte, el entretenimiento, el diseño, y por supuesto, la compañía de la familia y amigos, de los viejos y de los nuevos”.
En la otoñal ‘Ciudad de la Luz’ y durante la misma época de Le Mondial de l’Automobile (su próxima parada), o bien, si se encuentra en la ciudad carioca para la final de la Copa Do Mundo, no dude seguir el mismo indicio. Pret a Diner promete siempre una extraordinaria locación. En Sudamérica, una magnífica casona en ruinas, la que fue restaurada para una instalación pop up, esta vez en el formato de hotel. Su nombre es María Santa Teresa, un proyecto de Design Hotels, que tal como Pret a Diner tiene sus días contados. Sólo hasta el 15 de julio.
Han pasado por una antigua fábrica de porcelana, túneles, un edificio del siglo XVII, un nostálgico cinerama, impresionantes azoteas de edificios modernos, cines abandonados y hasta una iglesia isabelina. No sólo la locación lo impactará, sino también la ambientación (siempre una diferente para cada lugar). Se trata de una mezcla de pasado y presente. Se pueden encontrar muebles art decó, clásicos sofás Chesterfield, industriales sillas Tolix –de Xavier Pauchard–, las contemporáneas Louis Ghost de Philippe Starck, alfombras persas o impresionantes lámparas chandelier. Pero es en los detalles con los que jamás se dejará de sorprender. Su propuesta oscila en un permanente y alucinante caos creativo. Enormes bolas disco, bicicletas, mesas construidas con pies de antiguas máquinas de coser, o hasta un truck de los años 50 instalado junto a las mesas.
La encargada de la puesta en escena de cada intervención pop up es Olivia. Ella disfruta de la idea de contraste y contradicción que genera en cada una de las distintas atmósferas que crea. Suele cargar los espacios con declaraciones íntimas y cuestionar la cultura moderna a través de la iluminación de neón. En diferentes rincones se pueden encontrar frases provocativas puestas en grandes ventanales, fachadas, objetos sagrados o junto a cráneos, o taxidermia –animales disecados–. “Bueno, malo, correcto o incorrecto, es todo relativo. Queremos desafiar el intelecto y la observación, y por supuesto, la gran variedad de reacciones e interpretaciones que generan”, dice la artista y fundadora de Pret a Diner.
Pret a Diner atrae además a los chefs más consagrados de Europa, todos premiados con estrellas Michelin. Como explica su creador KP Kofler, “todo este evento comenzó con nuestro deseo personal de democratizar las delicias de la comida con estrellas Michelin, y para combinar la fantasía y el oficio. Queríamos crear algo tan inspirador, sabroso y sorprendente que le hiciera cosquilla a todos los sentidos. Somos un hogar lejos del hogar, un refugio para los amantes de la cultura, los exploradores urbanos, amantes de la música, fanáticos del buen comer y beber, y coleccionistas de experiencias de lujo”. Entonces qué dice si ve un cartel que le pregunte: “Are you pret? (#pretadiner)”. Sólo cabe una sola respuesta. ¡Sí!