Faltan pocos días para la inauguración de la exposición La inquietante extrañeza de lo cotidiano y las obras de Hernán Gana, quien forma parte de esta muestra colectiva, ya están casi listas en el taller que armó durante la pandemia en su casa. Ahí conviven diversidad de materiales, atriles y obras, junto a una gran cantidad de cajas con el libro que editó el año pasado junto a Ediciones Babieca, que reúne sus 30 años de trayectoria: Antes + Después = Ahora.
En ese lugar nos recibió para conversar de su trabajo más reciente, que nació luego de recorrer el sur de Chile. Ahí, rodeado por el verde del paisaje, Hernán encontró la inspiración y algún tipo de frustración. Los cambios que han ocurrido y los atentados que ha sufrido el entorno, han sido factores que le han llamado la atención y que ha intentado plasmar en sus obras. “La gente que viene se desagrada al observar la serie de obras que documenta los permanentes atentados de hoy, especialmente por lo inquietante de lo cotidiano. Eso es lo que en teoría busca este tipo de obra, que te pase algo, poder generarle una sensación biológica al cuerpo, aparte de la intelectual”, cuenta.
¿Qué apreciación tienes de los cuadros que expondrás en la Factoría Santa Rosa?
En mis cuadros hay una cosa de lo natural, mantengo el tema del paisaje, pero le he puesto una carga de lo que está pasando hoy. En la exposición van a haber textos con un seguimiento de los atentados que han ocurrido en la Araucanía durante los últimos 3 años; sin embargo, debería haber tenido más documentación, porque los sucesos continúan.
Cuando comenzaste a preparar la exposición, ¿pensaste que sería un tema que se mantendría en el tiempo?
Esta exposición empezó hace un par de años, pero cada vez tomó más sentido con lo que está pasando todos los días. No me imaginé que fuera así de contingente, quería hacer una pintura con un sentido documentalista, es decir, quería documentar una etapa, pero esa etapa sigue pasando y ojalá termine.
¿Qué sentido tiene el nombre de la exposición La inquietante extrañeza de lo cotidiano?
El título es La inquietante extrañeza de lo cotidiano, sin embargo, el problema es que ya no es extraño ni inquietante, pasó a ser algo normal, cotidiano, solo un número. El título ya no está tan bien puesto para lo que yo quería, pero al mismo tiempo da la vuelta al cuestionar lo que ocurre.
¿Qué reacción esperas del espectador frente a tus obras?
En esta exposición es súper difícil abstraerse como pintor, pero quiero ver la sensación en la galería, debería poder pasar algo, una pequeña inquietud.
Lo peor que le puede pasar a un pintor no es que le digan que la obra es mala, sino que sigan de largo; en el momento en el que te dicen que la obra es mala, la persona al menos se sintió interpelada por esta. Esa sensación abstracta, casi química del cuerpo, es la que me gustaría poder sentir desde fuera. Es imposible, pero me gustaría. Mientras más segundos le robes al espectador frente a tu obra, más logrado está tu arte.
¿Cómo se integran tus obras en la totalidad de la exposición?
La serie Narcoreivindicaciones, sobre los atentados de la Araucanía, no sé si tiene valor en sí misma como pintura, sino como el conjunto en un montaje. Para efectos anecdóticos pienso que no se pueden vender solas, si alguien las adquiere debería ser un museo o un lugar más institucional que las pudiera poner todas juntas. Es distinto que te peguen una cachetada a que te peguen 50 combos, una cachetada te duele, pero 50 combos te pueden matar. Es un tema de volumen.
¿Por qué en la Factoría Santa Rosa?
Creo que es un tema interesante de poner en esta galería ya que recibe un público más transversal. Es entretenido lo que ocurre en ese lugar, es más democrático y hay más tipos de interpeladores. Además, a una cuadra está el Persa Bío Bío; me encantaría que se permearan estos dos lugares, se podría dar una dinámica muy interesante.
¿Cómo interpretas los recursos gráficos de tus obras?
Tengo códigos de barra hace mucho tiempo en los paisajes, estos tienen que ver con la transacción del espacio. No hay ningún lugar en el planeta tierra que no tenga dueño ni precio, es una manera de banalizar el territorio, todo es transable.
Además, siempre juego con elementos gráficos en mi pintura. Quizás es por una influencia de mi señora que es diseñadora gráfica, pero me encanta el diseño gráfico, feliz trabajaría en eso. Hay artistas que lo cuestionan, es como si ensuciara la esencia de la pintura, pero es mi interés. Si empiezas a cumplir con todos los protocolos del arte, ¿dónde queda tu persona? Hoy hay un fenómeno de novedad contra calidad.
La exposición La inquietante extrañeza de lo cotidiano estará abierta desde el 7 de mayo, en la Factoría Santa Rosa (Santa Rosa 2260, segundo piso).