Esta casa construida en 1971 por Joseph Eichler, en Palo Alto, California, es una gran representante de la arquitectura de mediados del siglo XX. Y la remodelación que estuvo a cargo del arquitecto Gustave Carlson y la interiorista Jessica Davis, de Atelier Davis, la convirtió en un espacio familiar, luminoso y lleno de vida, que rescata lo mejor de la arquitectura original.
Florie y Benjamin Hutchinson, los dueños de casa, querían un espacio cálido y familiar, donde las puertas estuvieran siempre abiertas, para poder disfrutar junto a sus cuatro hijas. “Me pidieron que creara una casa para una familia muy activa de seis, manteniendo una arquitectura informal californiana, que incluye muchas características y espacios interiores y exteriores para que la familia disfrute durante muchos años”, cuenta Gustave Carlson. “Quería respetar el legado de la arquitectura moderna de California, específicamente el estilo Eichler de esta casa. Como arquitecto, me gusta mirar la naturaleza histórica de la casa y mantener presentes las influencias del diseño pasado dentro de la nueva remodelación”.
Además de Carlson, los dueños de casa trabajaron con la interiorista Jessica Davis, de Atelier Davis, a quien Florie conocía desde que estaba en la universidad; las dos fueron a Princeton y cantaban en el mismo grupo a capella. Aunque no eran amigas cercanas, sí siguieron en contacto y, cuando compraron esta casa, Florie no dudó en llamar a Jessica, que tenía una casa de mediados del siglo pasado también y entendía perfecto el estilo.
Parte importante de esta casa es su colección de arte, que está compuesta por un 90% de artistas mujeres. Para Florie era muy importante que sus cuatro hijas crecieran rodeadas de mujeres, así como también apoyar las carreras de artistas desde sus inicios. Y aunque todas las obras son fascinantes, hay una que realmente sorprende: el fresco hecho por la artista Mariel Capanna en el pasillo, usando una técnica que tiene siglos de antigüedad. Para lograrlo, Mariel vivió y trabajó en la casa por cinco semanas. “Cada uno de los elementos del fresco nos hace sonreír y es una cápsula del tiempo de nuestra familia y de estos extraños tiempos de inestabilidad global”, dice Florie.
Fue esta colección de arte la que le sirvió como punto de partida a Jessica Davis para proyectar el interiorismo de la casa. “Hay una gran variedad y una maravillosa paleta de colores, formas y texturas en su colección”, cuenta Davis. La idea era lograr una casa que se sintiera animada, colorida y serena, pero sobre todo, que fuera una casa familiar, que pudieran disfrutar todos los días. Por eso, todos los revestimientos y materiales en general fueron elegidos con la durabilidad y la función como norte. Los tapices se pueden limpiar fácilmente (de hecho varias telas son de exterior) y la textura de algunas de las superficies son perfectas para esconder esos detalles de limpieza tan típicos de la vida con niños.
Y es imposible no hablar del color al ver cada uno de los espacios de esta casa. “Si bien pudimos jugar mucho, creo que hay una paleta unificadora de azules, corales y amarillos (una especie de juego de colores primarios) que sigue surgiendo en la casa, así como los tonos básicos de la madera, corcho y piedra natural que aparece en el terrazo”, cuenta Jessica. “Los propietarios no tienen miedo del color o los patrones y, aunque el papel tapiz es un poco inesperado en una casa de esta época, realmente le da a los espacios una sensación de personalidad”.