En el centro de Mérida, México, Casa Lorena alguna vez fue una gran casona. La construcción, que destaca desde su exterior por su color rosa pastel, data de principios del siglo XX y hoy es solo una cuarta parte de lo que solía ser.
Tras ser dividida en varias ocasiones a lo largo de su historia, las dimensiones actuales alcanzan solamente 4,5 metros de frente. Con esto disponible, desde la oficina de arquitectura Workshop (@workshop_arquitectos), liderada por Francisco Bernés Aranda y Fabián Gutiérrez Cetina, se pusieron manos a la obra y le dieron una nueva vida a este lugar.
Lo primero que se ve, además de su colorida fachada, es el pequeño pórtico de acceso que se crea; este es poco usual para el centro de la ciudad, pero es otro detalle que potencia a la atractiva estructura.
Al atravesar la puerta principal, se despliega una pequeña sala de estar en el corredor original de la estructura, con sus techos de más de cinco metros de altura. “Aún conserva sus vigas Decauville traídas desde Francia en la época henequenera y que fueron parte del sistema constructivo de ese período, junto con las viguetillas de madera”, cuentan desde Workshop.
Luego, un gran arco permite continuar hacia la cocina, con detalles simples y muy elegantes. “Cuenta con una isla central de cuarzo blanco y recubrimientos con piso de pasta en tonalidades azules, integrando los colores de las vigas en la primera crujía al espacio”, describen.
En los 125 metros cuadrados de superficie construida también se encuentran dos habitaciones. Una está en la planta baja, a la que se puede acceder a través del deck de madera, y otra en el nivel superior, que se integra a través de la escalera de cemento blanco ubicada en la terraza. Ambas tienen detalles que crean una “sensación de amplitud”.
El sector de la cocina, por medio de las puertas de cristal templado ancladas a los antiguos marcos de madera, cuenta con vista al jardín por un lado e iluminación natural por el otro. El mobiliario de la casa estuvo a cargo de Artesano MX (@artesano_mx), mientras que el arte fue seleccionado por la Galerista Yesenia Lope.
Ya en la parte trasera de la casa, al aire libre, siguen los detalles que combinan lo antiguo con lo contemporáneo. “La techumbre es un tejaban de madera de zapote que reutiliza las tejas de Marsella que se encontraban en la propiedad en ese mismo lugar. En los muros decidimos quitar todo el acabado dejando la mampostería expuesta, creando un bello contraste con el color azul de los pisos de pasta y el rojo del barro”, cuentan. La construcción de tonos pasteles también cuenta con mucha vegetación tropical y una piscina, que convierte a esta casa en un verdadero oasis en medio de la ciudad.
