Pedro Rivera empezó a hacer sillas Windsor hace cinco años, cuando casi no tenía conocimientos en el trabajo de la madera, más allá de la fabricación de algunos telares. “Mi historia con las sillas se explica en buena medida por la fascinación que me provocó conocer el trabajo de algunos sillistas norteamericanos. Incluso diría que me fasciné primero por el sillista, mucho antes que por las sillas”, cuenta Pedro.
Fue así como entró en este mundo y estudió en profundidad y con mucha calma la fabricación de este modelo de sillas, que se hacen a mano, artesanalmente, y que se caracterizan por su asiento macizo de madera tallada, que es la columna vertebral de la estructura. “En contraposición a las sillas convencionales en que las patas de atrás, que se prolongan hasta el respaldo, funcionan como eje estructural”, explica.
Para su fabricación, Pedro usa herramientas manuales como cepillos, cuchillos, formones y gubias. “Hacer una silla Windsor requiere un nivel técnico enorme, tanto del conocimiento de las maderas, como del manejo de las múltiples herramientas manuales. Es por sobre todo un ejercicio personal, una relación profunda entre el artesano y la silla. Es también familiarizarse con elementos del diseño, armonizar las formas, hacer el proceso constructivo funcional al sentido de la propia silla”, reflexiona.
Aunque no se dedica completamente a la fabricación de sillas, hace un tiempo empezó a venderlas, manteniendo todas las características que lo fascinaron en un inicio. Su trabajo se puede ver a través de su Instagram @tresoctavos, y también se puede visitar su taller, en Providencia.