Formado como diseñador industrial e interesado en la producción amigable con el medio ambiente, el diseñador chileno Nicolás Hormazábal ha dedicado su carrera a repensar las formas en que nos relacionamos con los objetos de uso cotidiano y con las formas de mirar y reflexionar sobre nuestro entorno.
Estudio Prado
Desde Estudio Prado (@estudioprado), su centro de operaciones fundado en 2014, Nicolás ha trabajado multidisciplinariamente en una serie de proyectos que van desde lo objetual hasta lo identitario y digital, en múltiples marcas y proyectos. “Mi idea siempre ha sido trabajar con comunidades en términos de un ‘tú a tú’. Trabajar con proyectos pequeños y con gente que no tiene una gran empresa o un proyecto grande, pero los cuales podrían tener un gran impacto”, comenta Nicolás.
Hormazábal abrió su estudio a partir de la necesidad de crear un espacio común para pensar el diseño desde lo humano, y poner foco en la posibilidad creativa de los procesos más que en los resultados propiamente tal, apostando al aprendizaje del ensayo y el error. “Quería crear un sitio que fuera común, un sitio que evocara comunidad. Porque para mí un estudio debe ser eso, un espacio en blanco, en donde se abran los procesos creativos y no solo los resultados”, reflexiona.
El mismo quehacer de Estudio Prado lo ha llevado a trabajar de manera multidisciplinaria en diferentes tipos de proyectos que van construyendo una relación concreta con lo comunitario y en un impacto directo con las personas. “Un proyecto importante fue cuando el Terminal de Cruceros de Valparaíso hizo un café, y me pidieron que diseñara el mobiliario. Justo esto coincide con que estaba desarrollando una silla y me dieron el espacio de hacerla para su espacio. A mí me encantan esos proyectos, donde estás preocupado por la gente que la utilizará”.
Tras ese proyecto vino otro hito: fue supplier de productos para WEWORK, cuando abrieron su oficina en Santiago. “Me pidieron una serie de objetos que ya yo tenía diseñado e hicimos unas versiones especiales para que ellos pusieran en su oficina”, explica.
Además ha trabajado en proyectos editoriales, como la Revista Letargo –creada en febrero de 2020 con el objetivo de difundir la fotografía contemporánea y todo lo que sucede a su alrededor– y donde Nicolás estuvo desde la generación de la identidad de la marca. “Este fue un proyecto súper bonito, porque fue una apuesta. Queríamos expandirlo, dejarlo como punto importante en la fotografía chilena, donde la gente pudiera mirar referencias”.
Vivir y trabajar en Canadá
Hace ya algunos años, Nicolás tomó la decisión de irse a Toronto, Canadá, desde donde ha continuado su labor creativa en Estudio Prado a la par de otros proyectos que van en directa relación con sus intereses y vida en Norteamérica. “Mi venida a Toronto fue más bien una decisión personal junto a mi pareja. Decidimos intentarlo un año y cuando llegamos acá, nos fuimos quedando hasta que ya todo se fue moviendo bien, pero no fue nada planeado como proyecto de vida, sino que fue más bien un ‘intentémoslo y vamos viendo’”, comenta al respecto de su viaje.
En Toronto, Nicolás trabajó dos años y medio como diseñador industrial y director de arte para un estudio de diseño, donde estuvo a cargo de la apertura de su marca de productos y su primera línea de cerámica, que significó estar a cargo del proceso creativo y productivo con productores en Tailandia. Luego, se unió al equipo de Parley.tv en NYC. “Me he sentido muy contento trabajando por el medioambiente, las comunidades y nuestros océanos”, explica.
Outergrip: el nuevo desafío
Uno de los últimos proyectos en los que Nicolás ha puesto su energía y concentración es Outergrip (@outergrip), una marca y propuesta gestada en colaboración con su pareja que busca traspasar la experiencia de lo outdoor a través de una serie de objetos y productos pensados para facilitar la vida sustentable en la naturaleza, como poleras y accesorios.
“Mi pareja y yo somos escaladores hace 10 años aproximadamente, comencé en Santiago. Este deporte fue una de las cosas que nos abrió las puertas para poder conocer a más gente, porque acá la cultura es mucho más cerrada que en Chile, entonces cuesta entrar en los círculos”, cuenta. “Así se me ocurrió empezar una marca acá y eso fue el nacimiento de Outergrip, que busca traspasar la experiencia outdoor que tenemos nosotros a un producto”.
Al momento de pensar en su marca, comenta que una de sus grandes preocupaciones era que sus productos no llegaran a la basura y poder alargar su ciclo de vida lo más posible, por eso se ha enfocado en la funcionalidad, en el uso de materiales de calidad, con procesos muy meticulosos. “También me preocupa tener procesos de intercambio de conocimiento con las personas que lo utilizan, en donde las personas puedan hacer uso de, por ejemplo, la reparación«, dice.