La artista Catalina Abbott (@catalinabbottart) y su marido, el arquitecto Gustavo Greene, siempre tuvieron un sueño en común: tener una casa en la playa. El proyecto estuvo por años en sus cabezas, hasta que en julio del 2022 lograron concretarlo.
Encontraron un terreno en Marbella, en Maitencillo, que les encantó porque colindaba con la cancha de golf, deporte del que él es fanático. Lo compraron y Gustavo –que ha proyecto obras tan emblemáticas como la Clínica Alemana y el Teatro del Lago– diseñó la casa en una servilleta mientras caminaba por el irregular sitio, y uno de sus hijos hizo el levantamiento 3D. Tras un año y medio de trabajos, en enero de este año pudieron estrenar la casa.
“Es muy distinto hacer clínicas o proyectos de clientes, que la casa propia. Tenía claro que tenía que ser 100% familiar, donde cupiéramos todos. Lo que mandó fue el terreno, que estaba en pendiente. Todo lo pensé orientado a la cancha de golf”, explica el arquitecto. Gustavo acogió también el requerimiento más importante de Catalina: la casa debía tener un corredor y una escalera larga con paredes blancas.
El resultado fue una casa que logra a la perfección ese espíritu de playa y de campo, con solo un gran espacio que une cocina, comedor y living, éste último con una altura de cinco metros, grandes ventanas por donde entra la luz del norte y vigas de madera.
La casa tiene cinco dormitorios para los seis hijos del matrimonio y sus cuatro nietos. “El objetivo fue que todos puedan ir al mismo tiempo y en el verano así fue. Además, nos estamos proyectando para cuando lleguen más nietos”, dicen.
La decoración
Sin cuadros en las paredes, la casa fue decorada íntegramente por Catalina, quien –irónicamente– no colgó ninguna tela, pero sí por meses trabajó y buscó cada detalle, para cada rincón.
“No quería ni botes, ni remos; quería que te sintieras en muchos lados. Me inspiré en el estilo british colonial, mezclando mucho bambú con piezas de anticuarios y con acentos de telas vibrantes que fui juntando. Quería algo fresco, pero elegante, que no pasara de moda”, cuenta Catalina.
La artista pensó desde los tiradores de los muebles y las llaves de los baños, hasta los muebles. Aquí nada fue al azar. Su objetivo de crear diversos ambientes, se logró. “Nadie es capaz de definirla: chilena, griega, mediterránea. Son varios escenarios en uno”, cuenta.
El bambú es uno de los elementos protagonistas de la casa: la cama con dosel de la pieza principal que Catalina diseñó, pasando por las sillas del comedor y la mesa del living, todo está hecho en Chile por artesanos del sur.
Las telas también juegan un rol clave. Encargó varias por Etsy y las usó para confeccionar cojines y cuadros con retazos. También compró varias piezas y objetos en la tienda chilena Casa Cardô.
“En lugar de cuadros, opté por platos y jarrones pintados, mucha ilustración botánica y obras que yo hice con papeles de regalo que compré y enmarqué en Arte Court (@artecourt)”, cuenta.
Los planes: dejar Santiago
Llenos de proyectos, Catalina adelanta que este año vuelve a la pintura en grandes formatos, dejando más de lado lo digital, y además acaba de abrir las puertas de su taller para recibir visitas y encargos, igual que a través de Instagram (@catalinabottart). Gustavo le está dando rienda suelta a la creación de casas (se puede contactar al mail greenarq@gmail.com).
“Esperamos en unos tres o cuatro años poder vivir en la playa. Caminamos mucho la casa, quedó más linda de lo que pensábamos”, sentencian. Por ahora, el próximo paso es el jardín. Catalina y Gustavo están estudiando cuáles son las plantas más apropiadas y quieren armarlo y mantenerlo entre los dos.
SUS MEJORES DATOS
Baldosas Córdova
“Gustavo quería el sello artesanal, por eso instalamos estas baldosas de cemento en el corredor y en la mesa del quincho. El trabajo que hay detrás de cada una es una maravilla”.
Constructora
“Lo pasamos bien en el proceso. Se dio una gran relación con los maestros y la constructora de José Miguel Pezo (+56 9 9185 0664)”.
Comer en la zona
“Tenemos dos favoritos: el Social, un ondero café en Maitencillo con comida rica y Santo Diablo, en Zapallar.
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