Mia Widlake es conocida por su versatilidad como diseñadora. Con su oficina Studio 19 ha hecho de todo, desde diseño textil, de iluminación y mobiliario, hasta interiores residenciales, corporativos y comerciales. También es conocida por su ojo para los detalles extravagantes y su habilidad para encontrar objetos con personalidad e integrarlos en sus diseños de interiores. Parece tener aversión a los espacios aburridos y formulistas.
Por supuesto, cuando encontró “La casa larga”, como apodaron a esta construcción en Johannesburgo, Sudáfrica, se dio cuenta rápidamente de su potencial. Diseñada a principios de los 80 por el arquitecto local Patrick O’Brien para su propia familia, la casa ya no estaba en tan buen estado, pero Widlake pudo ver más allá: la casa era arquitectónicamente especial, con detalles extravagantes y mucha personalidad.
Una de las cosas que atrajo a Mia de esta casa fue la relación de las habitaciones con el jardín. “A Rui (Alves, su marido) y a mí nos encantan las plantas, la vegetación y la jardinería”, dice. El interior de la casa y los pasajes y patios que la rodean están hábilmente entretejidos, convirtiéndose en extensiones unos de otros a través de ventanas y puertas altas. “Me encantan los patios y los pequeños espacios que rodean la casa. Es como si los jardines entraran y las habitaciones se prolongaran hasta los muros. Los árboles y las plantas del exterior llenan las habitaciones de una luz verde selvática”.
La casa, sin embargo, necesitaba una renovación, y la cuñada de Mia, la arquitecta Kate Ghyoot Jollye, de KA. Architecture + Design, ayudó a planificarla: una remodelación sutil, pero decisiva, que conservó todo lo bueno de la casa mientras que la hacía completamente habitable de nuevo.
Esencialmente, Kate y Mia ampliaron el techo en forma de ala hacia el exterior, lo que les permitió crear un nuevo comedor más grande junto al living. También permitió que las habitaciones fueran más grandes, se abrieran directamente al jardín y tuvieran baño privado. El garaje se convirtió en una nueva sala de estar familiar y una pieza de invitados.
A pesar de la impresión inicial de pulcritud en los diseños de interiores de Mia –la paleta de monocromos, carboncillos y tonos ahumados–, su verdadera magia reside en las capas y capas de detalles que incorpora. En esta remodelación usó los ladrillos originales incluso en los muros nuevos, para darle coherencia; en el interior los pintó blancos y en el exterior, negros. Además, instalaron pisos de madera y baldosas de piedra pizarra en la cocina.
Para Mia, el punto de partida en cualquier proyecto de interiorismo suele ser algo que sus clientes ya tienen, o algo interesante que encuentra y que parece resonar con ellos personalmente. Quiere que la gente se sienta como en casa, no alienada en su propio espacio. “Si voy a tener algo, tiene que significar algo para mí”, dice. Como coleccionista y diseñadora de muebles, su casa está llena de objetos vintage que ha ido reuniendo a lo largo de su vida. “Siempre me ha gustado la ropa y los muebles vintage”, dice. “Tenía 16 años cuando compré mi primer par de sillas vintage”.
Siente un odio patológico por los residuos, así que, al igual que con la arquitectura, le gusta salvar, actualizar y reinterpretar lo existente. “El sector de la construcción genera muchos residuos”, afirma. “Cada vez que hago algo, ya sea diseñar una luz o un mueble, me gusta reutilizar algo existente en lugar de intentar encontrar algo nuevo”. Le encanta el “trabajo sucio” de ir a canteras, fábricas y tiendas vintage y rescatar las joyas que pasan desapercibidas y los desechos que no se aprecian y encontrar formas de darles un nuevo uso y expresar su belleza y calidad.
Al mismo tiempo, como diseñadora, es muy consciente de la importancia de mantener viva la cultura local del diseño, la innovación y la fabricación. Por eso, otra piedra angular de Mia es la colaboración. A menudo recurre a varios fabricantes y artesanos para trabajar en un mismo diseño. Una vez más, se trata de crear algo único. “Si incluyes aspectos del diseño de distintos fabricantes, consigues un aspecto mucho más interesante”, afirma.
Además de algunos artículos hechos a medida de Studio 19, su casa está llena de prototipos y experimentos. “Muchas muestras acaban en nuestra casa”, dice. Se suman a la tranquila paleta de monocromos con texturas naturales, colores y patrones inherentes a los materiales que ella prefiere, como la piedra, la madera, el cuero y los metálicos. Su colección de arte, en gran parte monocromática –muchas de las cuales son obras impresas–, también aporta coherencia a las habitaciones, al tiempo que añade individualidad y expresión por doquier.