¿Has escuchado hablar del hiperlocalismo? Según el Boletín de Sostenibilidad de enero de 2024 de WGSN –líderes mundiales en pronósticos de tendencias de consumo– el 80% de las personas en todo el mundo están dispuestas a pagar más por un producto fabricado o adquirido localmente. “Es una evolución natural de las preferencias de consumo a medida que las personas buscan opciones de compra más éticas basadas en valores, responsabilidad y comunidad”, dicen en WSGN, quienes denominaron esta tendencia como hiperlocalismo.
Esta nueva forma de comprar reduce también el impacto ambiental, al disminuir la huella de carbono asociada al transporte y respaldar la economía local. “El hiperlocalismo es más que una simple tendencia; es un enfoque social, económico y de diseño emergente que enfatiza la autosuficiencia, la austeridad de los recursos y el compromiso comunitario”, menciona WSGN.
En Chile hay también muchas marcas y emprendimientos que buscan ser fieles al diseño local. Amalia Pinto D’Aguiar, creadora y diseñadora de la marca de cerámicas Apd’A, explica que hay un cambio positivo en la manera en que las personas entienden y eligen lo hecho en Chile de manera artesanal, notando un importante auge en los últimos años. Francisca Lavín, una de las dueñas de la marca Knot, también ha visto una mayor valoración por los productos locales. “Se nota en los mercados internacionales, cada vez buscan más productos de nicho que tengan una propuesta original”, explica.
Acá, cuatro tiendas made in Chile que apuestan por el diseño y la producción local.
Lum Luminarias
El diseñador industrial Jorge Santander Zuñiga vive hace veinte años en el sur de Chile y hace mucho tiempo tenía la idea de diseñar una lámpara. Tras la pandemia, decidió reinventarse y replantearse su trabajo, regresó al diseño –disciplina que había dejado de lado los últimos años– y armó un pequeño taller de carpintería. Fue ahí donde nació su marca Lum Luminarias, especializada en lámparas lineales de madera.
“Quería que el producto tuviera una característica especial. Estando aquí en el sur, hay un montón de lugares que se van demoliendo, como los galpones. Reutilizando esos materiales, mi objetivo era crear un negocio que se la jugara por el cuidado del medio ambiente”, cuenta Jorge.
Las lámparas que diseña y que fabrica con madera de demolición, buscan rescatar el oficio de la carpintería y lograr que perdure en el tiempo. “El trabajo de madera es noble y fortalece el espíritu. Hacemos las lámparas una por una y a mano. Además que trazamos la madera y especificamos de dónde ha sido extraída, para que la historia se siga contando”.
En cuanto a los diseños locales, Jorge cree que los mercados grandes (como China, India y Tailandia) ya saturaron el mercado. “Para cierto grupo de la población, la exclusividad, la calidad y la historia son importantes. Más allá del diseño y la forma, creo que sí ha aumentado el interés por estos productos”.
Knot
Buscando productos originales, funcionales y con estilo, Francisca Lavín y Lucía Errázuriz decidieron crear una nueva marca. El primer paso del proceso creativo fue a través del feedback de posibles clientes, para encontrar la esencia de Knot, como llamaron a su emprendimiento.
Tote bags, billeteras, tarjeteros, porta celulares, tabaqueras y bandoleras, son la esencia de la marca, todos hechos de cuero de diferentes colores. Francisca cuenta que buscan conectar lo tradicional y lo moderno, generando un concepto rupturista a través de elementos clásicos y contemporáneos. “Utilizamos técnicas y materiales tradicionales, pero los reinventamos de manera innovadora para crear artículos vanguardistas”, dice.
Continuando con la idea de tradición, los materiales son de origen local y las terminaciones son hechas a mano. “Queremos contribuir a la calidad y a lo propio, por eso diseñamos y producimos con dedicación cada detalle. La estética, la funcionalidad y la originalidad son principios fundamentales de Knot”.
Recientemente, la marca ha recibido ofertas para instalar sus productos en ciudades como Nueva York y París.
Maku Wool
En el 2019, un grupo de mujeres de Santiago y Tierra del Fuego –que querían trabajar y estar cerca de sus hijos al mismo tiempo– tuvo la idea de emprender con la lana como protagonista. Por eso, a su emprendimiento le pusieron Maku, que significa hijo en lengua Yagán.
Daniela Carvajal, una de las fundadoras de Maku Wool, vivió su infancia en Punta Arenas, mientras sus papás criaban ovejas en la Isla de Tierra del Fuego. “Decidimos que la lana sería exportada de la región. Al principio solo vendíamos ovillos de lanas, pero mientras pasaba el tiempo, decidimos que era momento de empezar a tejer”, explica Daniela.
Con el pasar de los años, han incorporado cada vez más diseños nuevos. Actualmente, venden cojines, pantuflas unisex, mantas, chalecos, pieceras e incluso los patrones para que todos puedan tejer sus creaciones. Todos estos productos son elaborados a mano con materiales adquiridos 100% en Chile, entregados con un valor agregado, de calidad, y ayudando al medio ambiente. “Siento que hoy la oferta diseño/artesanal se está desarrollando mucho en Chile, ya que a los clientes les interesa el menor impacto en su proceso. Hoy es un trabajo que se profesionalizó en todos los aspectos, desde diseño, producción y empaque”, dice Daniela.
Para la marca es fundamental priorizar que sus proveedoras sean mujeres, desde quienes diseñan los empaques, hasta la fotógrafa. “Decidimos sumar a este grupo de mujeres de Tierra del Fuego, quienes también buscaban una actividad que les permitiese trabajar y recibir ingresos, siendo flexible al mismo tiempo”.
APD’A
En plena pandemia y tras múltiples clases de cerámica gres, Amalia Pinto D’Aguiar empezó a diseñar y moldear nuevas piezas. Pocillos, fuentes y contenedores; el fin era solo tener un espacio de libertad y expresión. Su visión estaba anclada en el uso de colores tierra y texturas, reflejando la naturaleza en cada pieza. “Me inspiraba transportar el exterior al interior de nuestra casa y cómo esa conexión enriquece nuestro día a día. Mi estilo es simple, pero con carácter”, cuenta Amalia.
APD’A, el nombre de su marca, es un homenaje a ella misma, simbolizando el compromiso y la pasión que pone en su obra, que refleja su identidad y sus valores. “Cada creación es una extensión de mi visión artística, siendo una promesa de autenticidad y calidad”.
Cada una de las piezas está hecha a mano y pretende reflejar naturalidad en las formas que ofrece la cerámica gres, plasmando la irregularidad y asimetría. “No pretendo que se vean perfectas, por el contrario, busco lo artesanal, que se vea lo único e irrepetible en cada pieza”, señala la diseñadora. Inspirada por los paisajes chilenos, desde la cordillera de Los Andes hasta el desierto, el contraste de ambas ubicaciones despierta la creatividad para cada una de las piezas de APD’A.
En APD’A no solo se pueden encontrar piezas de cerámica funcionales, sino que también obras que cuentan historias sobre el paisaje y la tradición chilena. “El interés de la gente se manifiesta en una demanda creciente por objetos únicos, hechos a mano y arraigados a la cultura en Chile. Veo que cada día se valora más el trabajo local, empezamos a entender y a relacionarnos de mejor manera con el entorno que nos rodea”.