Era un día ajetreado en el corazón de Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, cuando Sumien Brink –exeditora de revistas con un olfato infalible para reconocer el potencial de un espacio– entró por primera vez a este departamento con un modesto, pero seductor, acceso de mármol rosa. El ascensor daba directamente al espacio, lo que la detuvo literalmente. “Me quedé atónita: no tenía ni idea de que aún existieran proporciones así en la ciudad”, afirma.
Encantada con este lugar y su potencial, decidió trabajar junto al interiorista Etienne Hanekom, que lo primero que hizo fue instalar separadores de plexiglás corrugado para crear dos dormitorios: una forma inteligente y barata de dividir lo que antes era una oficina con baños rudimentarios y una cocina diminuta.
Para darle más protagonismo a la zona de entrada, ampliaron una de las impactantes fotografías de Guy Tillim tomadas en Senegal para convertirla en “arte mural”. La mayoría de las imágenes de Tillim fueron tomadas en zonas conflictivas de África, y resuenan profundamente con Sumien, que recuerda haber visitado Mozambique en unas vacaciones felizmente despreocupadas cuando era niña, pero siendo consciente del malestar latente y del comienzo de la decadencia arquitectónica que aún existe hoy en día.
Siempre coleccionista, las paredes del dormitorio principal están decoradas con ilustraciones del libro de Tina Berning 100 Girls on Cheap Paper y los dibujos favoritos de la artista Lucie de Moyencourt de paisajes clásicos de Ciudad del Cabo se alinean en la parte trasera de las cómodas que dividen el salón de la cocina.
Sumien, adicta confesa a las revistas y con una debilidad irrefrenable por los libros, “forró” inteligentemente la sala de estar con robustas estanterías, y el enorme sofá de terciopelo verde oliva invita a pasar horas contemplando y sumergiéndose en un mundo fascinante que abarca moda, arquitectura, interiorismo, arte, cerámica… prácticamente todos los temas bajo el sol, pero cada libro y revista es un auténtico tesoro lleno de recuerdos de toda una vida en el mundo editorial.
Hoy, la cocina industrial de acero inoxidable es un acogedor y encantador revoltijo de suculentas y plantas que se disputan el espacio junto a relucientes electrodomésticos de cobre y sartenes. Etienne los adquirió en un proveedor de catering y son el complemento perfecto para las torres de cerámica y las fuentes, ollas y platos heredados, suficientes para organizar una fiesta en torno a la larga mesa de comedor negra de Gregor Jenkins. La iluminación industrial de Etienne –suaves cables negros con ampolletas expuesta– hace que todo el espacio brille por la noche.
En el pasillo que va hacia el baño, cuelgan pájaros de origami, un recuerdo de los primeros días del confinamiento, cuando la dueña de casa recibió un encargó para hacer 500 pájaros mostaza y azules para la vitrina de una gran tienda sudafricana. Con mucho tiempo libre, Sumien se sentó meditativamente durante días para dominar el arte de esta antigua técnica japonesa de plegado de papel.
Poco después, Sumien empezó a trabajar en un sueño que tenía desde hace años: creó su primera línea de paños de cocina de lino puro, impresos y cosidos a mano. Creativa de corazón, no cabía esperar menos de esta exeditora de enorme talento que empezó en el mundo de la moda, pero que dedicó la mayor parte de su vida a crear las páginas de las revistas de decoración y cocina más queridas de Sudáfrica.