Arquitectura

Nicolás del Río y la arquitectura sustentable: “Una visión holística te puede frustrar”

Después de vivir por casi diez años en Frutillar, Nicolás del Río volvió a Santiago. Pero su visión sobre la arquitectura y la misión de los arquitectos se mantiene: mirar el momento histórico y a partir de eso, darle forma a cómo vivimos.

El viaje de Nicolás del Río como arquitecto comenzó en Farellones y en Los Alpes. Su abuelo, austríaco, tenía un refugio en las montañas europeas y al llegar a Chile construyó otro. Del Río conoció ambos y, dice, fue este tipo de construcción lo que inició su relación con la arquitectura; el “habitar mínimo” al que obliga un refugio –por definición, limitado y contenido– y la idea de proyectar desde ahí su trabajo.

Con una trayectoria que ya suma dos décadas, el fundador de DRAA (Del Río Arquitectos Asociados) volvió recientemente a Santiago después de haber vivido por casi diez años en Frutillar, lugar que representaba la oportunidad de poner en práctica lo que le ha interesado y defendido por años: una arquitectura sustentable

En 2011 estudió un Master of Science en construcción sustentable en la Universidad de Oxford Brookes, pero al volver a Chile el desajuste lo golpeó de frente. “Al principio fue bastante difícil, casi frustrante darse cuenta que no era muy aplicable todo lo que estaba pasando afuera porque acá estábamos en pañales en este tema. En teoría a todos les interesa la sustentabilidad, pero llegado el momento de desarrollar el proyecto nadie está dispuesto a hacerlo porque muchas veces implica gastar más para gastar menos en el futuro”, cuenta desde la oficina de DRAA en Las Condes. 

En Frutillar fue distinto. No es que el sur esté más o menos preparado que Santiago, dice, sino que los requerimientos allá obligan a tener una actitud más activa respecto a la eficiencia energética y a la sustentabilidad en general. ¿Un ejemplo? No es lo mismo pensar en calefacción cuando la necesitas por tres meses que cuando la tienes que usar por nueve meses al año.

La construcción sostenible de del Río encontró mayor cabida en el sur y la frustración inicial dio paso al pragmatismo. “Mi manera de llevar adelante todo esto no es algo obsesivo, sino que busco ir logrando pequeños avances. Una visión holística es lo que te puede frustrar, entonces en una casa logramos un avance, en otra logramos otro. Me parece que es una manera sensata de reconocer qué es real, de bajar las expectativas y también de sentir que va mejorando”.

Desde entonces ha ido sumando una serie de proyectos con ese estilo, entre los que se encuentran viviendas, cabañas, e incluso un aviario; la mayoría de ellos en el sur, en localidades como Hornopirén, Rupanco, Río Pescado y Puerto Octay, donde próximamente se va a inaugurar el Museo de la Motocicleta (MuMo), también a cargo de Nicolás del Río. “Nos tiene muy entusiasmados, porque nos ha permitido poner en práctica todos estos temas”, explica. Se trata de una construcción completamente mecanizada en madera, que combina tecnología y bajo impacto ambiental, y que busca convertirse en un referente arquitectónico para la zona.

Museo MuMo, Frutillar, Chile.

Además de MuMo, Del Río se encuentra desarrollando varios proyectos en paralelo junto a su socio Felipe Camus, entre los que se encuentran el Museo de Farellones; las instalaciones para unas termas en Ralún; un libro sobre arquitectura desde el sur de Chile; y la construcción de 90 viviendas sociales en Zapallar, a un costado de la Villa Esmeralda. “Un super proyecto del alcalde para que la gente que ha vivido ahí toda la vida no tenga que irse debido a la gentrificación del balneario, perdiendo la conexión con sus fuentes de trabajo y sus comunidades”, cuenta sobre este proyecto que incluso tendrá un funicular.

Pero también aparecen en el radar de DRAA otro tipo de iniciativas, como el Festival de Cabañas. Se trata de un concurso abierto en Annecy, al sur de Francia, que desde 2015 invita a pensar en cabañas como obras de arte. Del Río presentó una idea a partir de un referente que vio en el sur de Chile: una estructura de un techo, en la mitad de un campo y sostenido en un solo palo que para él representa la historia del diseño o de la creatividad. “Cuando lo vi pensé ‘qué raro’… ¿por qué las personas tienen esta capacidad de hacer objetos de diseño cuando aparentemente no hay para qué?”. 

La llamaron Sombra patagónica y fue uno de los proyectos ganadores. Recibió además un reconocimiento de ArchDaily como Edificio del año 2024 en la categoría Pequeña escala e instalaciones. Hoy Del Río está en conversaciones con el organizador del festival para replicarlo en Puerto Octay. Sería la primera vez que el concurso se hace en un lugar que no sea Annecy.

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Tú has dicho que la arquitectura “es un reflejo de la sociedad y del momento”. ¿Qué está reflejando la arquitectura hoy?

La pega del arquitecto es seguir dándole forma al cómo vivimos, tenemos que mirar el momento histórico en que estamos, por eso la arquitectura tiene que ajustarse. No sacamos nada con ponernos a llorar porque las cosas no son como hace cinco años. No lo son, ni en temas de permisos ni en temas de costos. 

Por ejemplo, hoy hay un montón de oficinas dedicadas a la arquitectura pública, por necesidad y por interés. Oficinas grandes, importantes, que hace 20 años estaban dedicadas a darle forma a Chile, hoy están participando en este tipo de proyectos donde antes esa arquitectura no entraba. Eso puede ser muy bueno, porque son personas con un montón de experiencia, pero también te habla de lo detenida que está la inversión privada. Y lo que no puede parar es la máquina del Estado, entonces a través de la arquitectura pública se están abriendo esos caminos”. 

 

En ese sentido, si Chile ya “tiene forma”, ¿qué se necesita hoy desde la arquitectura?

“Creo que no es razonable seguir pensando que somos un país donde necesitamos hacer millones de edificios, tanto porque la población se está estabilizando como porque los recursos económicos no van a volver a crecer como antes. Quizás llegamos a una especie de meseta que nos obliga a mejorar o pensar en otras cosas. Por ejemplo, hay varios proyectos y escuelas dedicadas a reciclar antiguas oficinas en viviendas. A eso me refiero cuando digo que tenemos que estar alertas a cómo seguimos dando forma a cómo vivimos y trabajamos

Y eventualmente van a ir saliendo nuevas cosas. Por ejemplo, ¿qué hace un arquitecto en Florencia, en Roma? Interiorismo. Y así aparece el diseño italiano, desde la ropa a los muebles, hay una enorme capacidad creativa que se vuelca a esos temas”. 

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