No es difícil entender por qué tantos han hecho de éste su lugar en el mundo. Muy cerca de Punta del Este, en José Ignacio se da un ambiente mucho más relajado y familiar. La vida se hace dentro de las casas y el clima es rico en invierno y verano, por lo que hay movimiento todo el año, el justo para que uno se desconecte, pero lo pase bien también. Eso era lo que buscaban los dueños de esta casa, un matrimonio argentino con dos hijos que querían un lugar al cual arrancarse cada vez que pudieran.
Ubicada justo sobre una pendiente, el diseño estuvo a cargo de la dupla de arquitectos –también argentinas– compuesta por Ana Rascovsky e Irene Joselevich. Todas las áreas públicas están en la planta alta, para aprovechar la vista al mar. Como si fuera un barco, contemplaron zonas cubiertas y descubiertas, lo que permite disfrutar la casa haga calor o frío, sea de día o de noche. “Los dueños de casa son una familia que goza invitando, por lo que los espacios están pensados para que quepan muchos”, explica la arquitecto. Así es como en el living-comedor los sofá van de lado a lado, mientras dos mesas tipo comedor fueron dispuestas en cada extremo del lugar para recibir a los que lleguen. Este segundo piso está compuesto por tres volúmenes independientes y sueltos, unidos por pasillos vidriados. Cada galería y patio que se forma entre ellos tiene una atmósfera especial, dictada por el paso del sol a cada hora del día.
La planta baja, por su parte, contiene los dormitorios y servicios, además de un estar con entrada independiente. La idea es que en ese lugar puedan estar los niños con sus amigos sin tener que pasar por el resto de la casa.
Pero el centro es sin duda la piscina. Palmera incluida, es como un oasis, porque está completamente resguardada del viento, que es bastante fuerte en la zona. Un quincho con parrilla por un lado y un estar con chimenea por el otro completan este cuadro exterior. En una casa así, ¡imposible no descansar!