Con el objetivo de encontrar una segunda vivienda para desconectarse y disfrutar de la naturaleza, el matrimonio dueño de esta casa de montaña se acercó el 2018 al estudio de arquitectos Oficina Bravo para encargarles el proyecto. Luego de ver distintas posibilidades se decidieron por este terreno en Parque El Buchén, en Potrero Grande, precordillera de la Región del Maule, a 42 kilómetros de Curicó. Esta es una reserva que combina parcelas privadas con zonas de protección natural, rodeadas lagunas, cascadas y senderos. Una combinación que los sedujo por su aislamiento y por la belleza del paisaje.
Este terreno, que se encuentra ubicado en una ladera con una fuerte pendiente y rodeado de un bosque nativo de robles y raulíes, presentaba importantes desafíos para el arquitecto a cargo, Sebastián Bravo y su equipo, quien explica: “El acceso es difícil, especialmente en invierno, y el clima precordillerano obligaba a pensar en un diseño que fuera eficiente y resistente”. Es por ello que se optó por la construcción de un sistema modular basado en el marco estructural en forma de A que cuenta con superficie de 120 metros, con una forma sencilla, compacta y funcional. A pesar de las complejidades del lugar, la construcción fue bastante rápida y se completó en solo seis meses, pero debido a la pandemia mundial por COVID-19 sus dueños recién pudieron habilitar y disfrutar este refugio a principios de 2021.
La inspiración principal para los arquitectos y así cumplir con lo buscado por los dueños fue que la casa se integrara al paisaje y que les permitiera vivir la experiencia de la montaña. “La casa está construida con una estructura y revestimientos interiores de madera de pino pintada de blanco lo que además de ser un material económico, también contribuye a crear un interior homogéneo, cálido y luminoso”, comenta Sebastián Bravo. Para la cubierta exterior se utilizaron paneles aislados, ideales para el clima de montaña, por su eficiencia térmica y resistencia.
Además, las fachadas laterales y las dos grandes ventanas centrales permiten aprovechar al máximo la luz natural y conectar el interior de la casa con el bosque y el valle. “Todo esto fue pensado para lograr un espacio acogedor y luminoso, que permita disfrutar el paisaje desde el interior”, explica el arquitecto.
El corazón de esta casa es un espacio común central de doble altura que sirve como sala de estar y organiza el resto de los ambientes. A cada extremo de este espacio, en el primer piso, se encuentran la cocina-comedor en un lado y, al otro, el acceso con un baño y un closet. En el segundo piso, se ubican los dormitorios que se abalconan hacia el área central, aprovechando la altura y generando una sensación de amplitud y conexión entre los niveles.
Acorde a lo anterior, los dueños optaron por una decoración que sigue una línea muy simple y personal, muy relacionada con la arquitectura y que combina naturalmente con el paisaje. También mezclaron muebles sencillos, algunos de segunda mano, con objetos de diseño y piezas con gran valor sentimental que han recopilado a lo largo de los años.
Un detalle especial está en la cocina, uno de los espacios que más se utiliza, cuyo mobiliario fue parte de la propuesta del estudio. “Diseñamos este espacio para que los utensilios de cocina, que habían coleccionado durante años, fueran exhibidos y se integraran como parte de la decoración. Esto no solo refuerza el carácter práctico y funcional de la casa, sino que también la llena de elementos únicos que reflejan la historia y el estilo de vida de sus propietarios”, cuenta Bravo.
Al exterior se ubican dos terrazas que extienden la casa hacia el paisaje. Hacia el oriente, una terraza más pequeña capta la luz de la mañana, mientras que hacia el poniente hay una terraza larga que se inserta en el bosque de robles, ofreciendo un espacio ideal para disfrutar de la vista del bosque.
Si bien fue pensaba en un principio como un espacio de descanso, actualmente, con la posibilidad de contar con internet satelital las posibilidades de uso se fueron transformando. “Ahora no solo la utilizan para escapadas de fin de semana, sino también como un lugar para pasar períodos más largos e incluso teletrabajar. La tranquilidad del entorno les permite combinar sus jornadas laborales con caminatas, excursiones y la exploración de los paisajes que rodean la casa”, concluye Sebastián Bravo.