Podría ser embajadora, no sólo porque donde va se llena de amigas sino porque además es una buena promotora de la cultura de nuestro país. A lo largo de su carrera, Carola Weinstein ha sido un aporte en el escenario artístico nacional, primero como fundadora de la galería La Sala y desde hace siete años como creadora de la feria Encuentros de Arte Originario. Auténtica y dueña de una sonrisa que conquista a cualquiera, ha sabido ganarse un espacio en el tema de la gestión cultural, donde le ha dado el espacio y la importancia que se merecen los artesanos de las diferentes latitudes latinoamericanas.
Desde que me casé los viajes han sido prioritarios. Con mi marido tratamos de irnos más de una vez al año, porque nos enriquecen mucho. Antes de partir nos compramos libros del país al que vamos a ir para organizar mejor el tiempo. Aunque siempre nos quedamos cortos.
Los zapatos arreglan cualquier tenida. Me gustan de todos los tipos y colores (altos, bajos y de todos los precios). Me da lo mismo repetirme el mismo blue jeans dos días seguidos, pero no los zapatos, me gusta variarlos .
Tengo una colección de teteras. Me gustan estéticamente y también porque reflejan historias. Las uso todas porque soy fanática del té y tomo a todas horas.
Me fascinan los chocolates, las galletas y las tortas. Por mí comería sólo una ensalada a la hora de almuerzo y el resto del día puro dulce. Soy fanática de la nutella, siempre tengo un tarrito escondido al lado de mi cama.
Me encanta leer y eso lo han heredado mis niños. Somos una familia lectora y en mi velador siempre tengo varias novelas históricas. Me gusta aprovechar los tiempos muertos, leer en el aeropuerto, en el avión y también cuando estoy en Vichuquén, porque ahí no tenemos televisión.
Toda la vida me han gustado los aros, de chica. Encuentro que visten, iluminan y dan un look súper distinto. Tengo de todas partes y especialmente argollas.
Uso anteojos en invierno y verano. Tengo de diferentes formas y colores. Me gusta que sean buenos y no los de cuneta, para que protejan.
Clásico mío es la mermelada al desayuno. Me gusta, sobre todo una casera que me hace mi nana de Vichuquén. Desde noviembre me empiezo a preocupar de llevarle cajones con fruta para que me prepare los frascos para todo el año.
Todas las mañanas me pongo Carmex en los labios y también cada vez que me acuerdo. Ando con un bolsito con varios en la cartera. Más que los brillitos, me gustan los humectantes tipo blistick porque no soy de pintarme mucho en el día.
Esta escultura es de Mauricio Guajardo y representa una época muy marcadora en mi vida, cuando era directora de la galería La Sala. Me encanta por su piedra y estructura.
Estos objetos son parte de la feria Encuentro de Arte Originario que desde hace 7 años organizo junto a mi socia María Luisa Prado. Las mantas son de alpaca y de vicuña tejidas por artesanos bolivianos y la vasija de arcilla es de una artista chilena de San Pedro de Atacama.
No me gusta cocinar, pero tengo muy buenas ideas y me fascina poner bonita la mesa. Con velas, flores y platos lindos, hasta la comida se siente más rica. Esta loza me la hizo Pancho de la Puente y le tengo un cariño muy especial.
Los perfumes hacen que me pique la nariz, porque soy lo más alérgica que hay. Sólo uso colonias y me gustan las cítricas, las de té verde o con hierbas, que dan esa sensación de estar fresquita.
La casa que tenemos en Vichuquén nos mata como familia, es nuestro mejor lugar en el mundo. Vamos en invierno y en el verano, cuando estamos tristes y felices. Nos gusta disfrutarla con los amigos y que mis niños estén con sus primos.
Soy fanática de las series. Con mi marido veo las históricas, como Roma o Los Borgia, y cuando estoy de vacaciones aprovecho de ver hartas películas. Siempre me llevo un buen stock.
Me fascina hablar por teléfono, pero ahora trato de hacerlo menos, porque mis niñitas me retan. Los mensajes y WhatsApp son lo máximo, porque uno puede estar presente sin tener que hablar.
