Desde que tienen memoria, Andrea Gutés y Víctor Cofré han estado involucrados en el arte; para ellos, el paisajismo surgió de un momento aleatorio, pero afortunado. Luego de estudiar Artes Visuales en la Universidad de Chile y en un momento difícil de su vida, Andrea se encontró con el huerto de la facultad, que le entregó una mirada reflexiva sobre el autocultivo y la naturaleza. Desde ese hito no volvió a mirar atrás.
“Comencé a aprender de la naturaleza como fuente de inspiración para mis creaciones escultóricas e intervenciones urbanas”, cuenta Andrea, quien se especializó en escultura en la Universidad. “Siempre digo que me acerqué al paisajismo por la poesía. Mientras cursaba mi último año entré a trabajar como jardinera a La Mariposa de Teresa Moller, un vivero boutique en Vitacura. Ahí conocí el mundo del paisajismo y se me abrió una posibilidad de llevar esto más poético a algo súper concreto, que es trabajar con el paisaje como profesión”, recuerda Andrea.
Para Víctor, la pasión por el paisajismo y la naturaleza nació al entender que lo natural es un modelo de salud y prosperidad. “La agricultura modifica el paisaje y construye una estética, y como artista el trabajo en la huerta inevitablemente te lleva a trabajarla desde un orden de la belleza que es distinto al agrícola. Ahí aparece el paisajismo como una forma artística de proponer un vínculo hacia la naturaleza, que ya no es solo productivo, sino que involucra la experiencia de lo bello”, reflexiona Víctor.
Brizna Paisajismo es su proyecto en conjunto, donde se dedican al diseño y construcción de proyectos de paisajismo regenerativo. Para eso, integran varias técnicas sostenibles, como el paisajismo ecosistémico, que consiste en diseñar un jardín perfectamente adaptado a las condiciones del lugar, con el propósito de generar condiciones favorables para que la flora y la fauna locales puedan ser conservadas; la agricultura sintópica, una forma intensiva de reforestación que imita el establecimiento de un ecosistema natural óptimo como el de los bosques naturales vírgenes, en donde se plantan diversos cultivos y plantas autóctonas en alta densidad; los bosques comestibles, un ecosistema que se diseña para la producción de alimentos y otras materias primas, y el método Miyawaki, sistema japonés que propone crear bosques frondosos y sostenibles a largo plazo.
Premio a la sustentabilidad en paisajismo
Estas técnicas son la base para generar proyectos de paisajismo que son un aporte al ecosistema y a sus habitantes. Por ello, en la tercera edición del Concurso de Jardines Sustentables de la Municipalidad de Vitacura, Brizna Paisajismo recibió el primer lugar con un proyecto de 800 m2 ubicado en El Arrayán bordeando la rivera del río Mapocho, a los pies del Cerro Pochoco en Lo Barnechea. El concurso buscaba crear conciencia sobre el uso racional del agua en los jardines y la importancia que tiene la diversidad de especies como parte de la naturaleza urbana.
“Fue una experiencia emocionante y gratificante. Cuando vimos la convocatoria al concurso, estábamos seguros de que nuestro jardín cumplía con todos los requisitos solicitados, como belleza, biodiversidad, uso de especies de bajo consumo hídrico, uso de técnicas sustentables y agroecológicas, superficie permeable, entre otras”, explica Andrea.
El jurado estuvo conformado por destacados profesionales, como el paisajista Cristóbal Elgueta, la asesora de áreas verdes Daniela Casanello, la presidenta del Club de Jardines de Chile Frida Castaño y Amalia Robredo, paisajista e investigadora uruguaya.
Las terrazas del jardín en El Arrayán
El proyecto de El Arrayán de Brizna se emplaza en tres terrazas, las que antes formaban parte del camino para los camiones que recolectaban áridos de la ladera del río. Algunos puntos importantes al proyectar este jardín, fueron la cercanía con la casa y la disponibilidad de luz y espacio, y además Andrea y Víctor tuvieron muy presente el responder a los requerimientos de los propietarios, como el autoabastecimiento, la regeneración, el juego y disfrute y una invitación a interactuar con la naturaleza activa y pasivamente.
En la primera terraza se diseñó una zona de paso, transformando la antigua cisterna de agua en una terraza para tomar sol y observar a las aves. Esta zona es la que más recibe sol, por lo que plantaron especies nativas de la ladera sur. En la segunda terraza instalaron una zona de autoabastecimiento, con una huerta, frutales y plantas comestibles perennes, que abundan en esta zona. Y en la tercera terraza hicieron una zona de esparcimiento y fogón, con plantación en densidad de bosque nativo y áreas abiertas donde correr y jugar.
“Como en todo proyecto, la primera etapa fue el diseño. Luego, la implementación, que se llevó a cabo durante tres meses consecutivos, con un equipo considerable. Tuvimos que mover muchas piedras a mano, ya que no podíamos utilizar maquinaria”, cuenta Víctor. “El mantenimiento del jardín es constante; visitamos el lugar una vez al mes para reponer la huerta, asegurarnos de que todo esté en orden y observar el estado de la compostera. Es importante entender que los jardines están en constante evolución, por lo que nuestra participación activa en su construcción y mantenimiento es fundamental”.
Planes y futuro
Este año Brizna Paisajismo pretende generar una campaña llamada Transiciona tu jardín, enfocada en jardines urbanos. La idea es concretar aprendizajes sobre el paisajismo regenerativo, experimentar en diferentes contextos ambientales, además de seguir explorando y diversificando las diversas técnicas de agricultura ecológica tanto en las comunidades regionales como en la capital.
“Un proyecto importante que concretaremos este año es la construcción de un espacio experimental de paisajismo con bajo consumo hídrico en una parcela de una hectárea en Santa Sofía de Lo Cañas, en La Florida. También continuaremos nuestro trabajo en Huentelauquén, donde estamos desarrollando la agricultura sintrópica y paisajismo en zonas costeras, enfrentando la sequía con soluciones innovadoras”, concluyen.
