“Cuando era adolescente, tenía la costumbre de colarme en los rascacielos de Nueva York. Subía a las azoteas para fotografiar la ciudad desde nuevas perspectivas”, cuenta el documentalista y fotógrafo Joshua Charow (@joshuacharow), que ha dirigido documentales para el New York Times, la revista Time, Amazon Prime Video y Hulu. En esa época había poca seguridad, así es que entrar a estas propiedades no era un problema.
Años más tarde, mientras Charow buscaba un departamento para convertir en su estudio fotográfico, recordó uno de los edificios que había visitado en su adolescencia, con una gran vista a Lower Manhattan. “Después de investigar un poco, descubrí que el edificio estaba en plena renovación y que hacía muchos años que no quedaba ningún piso libre. Fui al edificio para informarme y encontré a un inquilino que se marchaba, quien me dijo que llegaba diez años tarde para vivir en un lugar así. Al parecer, sólo quedaban unas pocas personas en el edificio, en su mayoría artistas, y todos estaban protegidos por una ley de 1982 de la ciudad de Nueva York conocida como Ley Loft”, explica Charow.
Los lofts protegidos por esta ley –el artículo 7 de Ley de Vivienda Múltiple– son espacios industriales que fueron abandonados en la década del 50, cuando las fábricas se fueron a los suburbios y que fueron arrendados por artistas, quienes buscaban arriendos baratos para vivir y trabajar. Aunque los edificios no tenían permiso para ser ocupados de manera residencial, tanto los dueños como las autoridades, lo dejaron pasar.
Pero en la década del 70, cuando empezaron a surgir barrios como el SoHo, Tribeca y Bowery –en parte gracias a la “onda” que le daban los artistas que ocupaban estos espacios que antes eran industriales– los dueños de los edificios decidieron que era hora de desocupar los lofts, para arrendarlos a un mejor precio. ¿Qué hacer? Los artistas se organizaron, protestaron, se reunieron y exigieron apoyo de parte de las autoridades. Fue así como tres años más tarde, en 1982, se promulgó la hoy conocida como Ley Loft, que permitía a los artistas ocupar legalmente estos espacios y con arriendos estabilizados.
“Esto despertó mi interés. Busqué la Ley de Lofts, y en las pocas fotografías que encontré, estos espacios compartían características crudas e industriales similares. Se parecían a los apartamentos que aparecen en las viejas películas de Nueva York, pero que hoy en día son muy raros en la ciudad. El inquilino tenía razón; yo llegaba demasiado tarde para vivir en un lugar así. Sin embargo, no era demasiado tarde para capturar un poco de la magia mientras todavía está aquí”, escribe Charow en el prólogo de su libro Loft Law, que acaba de ser lanzado por la editorial Damiani.
Joshua Charow logró entonces encontrar un mapa con todos los edificios protegidos por esta ley, que recorrió incansablemente durante meses. Su idea era retratar a los artistas que siguen ocupando estos espacios. “Poco a poco, cada vez más gente accedía a participar. Una vez que los fotografiaba, solían recomendarme a cualquier otra persona que conocieran y que aún estuviera acogida a la Ley Loft”, explica Charow. En dos años, logró fotografiar a 75 inquilinos en sus espacios.
El libro Loft Law: The Last of New York City’s Original Artist Lofts, incluye retratos de 30 artistas y sus espacios, y es un testimonio de historias fascinantes e inspiradoras. Un ejemplo es el loft de los documentalistas Ken y Flo Jacobs, donde alguna vez estuvieron John Lennon y Yoko Ono. O el de Carmen Cicero, reconocido artista, cuyas obras forman parte de la colección permanente del MoMA y del Smithsonian, por nombrar algunos.
“Estos artistas tuvieron el ingenio y la creatividad de concebir estos edificios olvidados como un lugar perfecto para crear arte y, en última instancia, transformaron barrios antes abandonados en el epicentro cultural del mundo”, dice Charow.