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Juicio al pasto sintético: mitos y verdades

No se riega ni se corta, pero como su nombre lo dice, no es natural. Dos paisajistas dan sus pros, contras y revelan sus mejores consejos para incorporarlo en jardines.

Convengamos que aún la tecnología no ha logrado reemplazar lo natural. Dicho eso, en los últimos años la calidad y aspecto del pasto sintético ha dado pasos agigantados. Ya no es la antigua “alfombra verde” que se calentaba y estaba llena de goma negra, hoy hay de diferentes calidades, largos y tonos.

Jardín con pasto sintético y vegetación natural.

Ventajas y desventajas del pasto sintético

Su principal ventaja es que no se riega, lo que lo transforma en una alternativa a los problemas de sequía que enfrenta Chile (y el mundo entero). Esto toma relevancia si se considera que el pasto natural consume entre 6 y 9 litros de agua por m2 cada día en verano. Además, no hay que cortarlo, facilitando su mantención.

La paisajista Macarena de la Maza (@macarena_delamaza) pasó de instalar pasto sintético en los jardines que diseña dos veces al año —y que eran casi exclusivos para temas corporativos— a seis al año y de uso residencial. “A eso hay que sumarle las cotizaciones y preguntas que me hacen, pero que no se ejecutan. Hay un interés creciente”, cuenta. 

Macarena explica que le da el mismo trato que si fuera un jardín natural. “Busco hacer huellas de pastelones, piedras o adoquines. Lo mismo con los macizos de plantas, no hay que tener susto y sirven para darle carácter al pasto sintético”, recalca. 

Para la paisajista especializada en sustentabilidad, Conti Elster, el pasto sintético no es la mejor opción. “Trato de no usarlo, va contra mi religión, lo he incorporado solo en dos proyectos, porque no quedaba otra alternativa, tapamos un radier y en otra cosa donde había mucho polvo y perros”, aclara.  

Elster, quien además tiene la tienda Planta Vida (@plantavida), sí busca reducir los metros de pasto natural, pero para ella hay mejores alternativas, como plantas o piedras. Ágatas, cuarzo o gravilla son algunas de las que usa, además del mulch de madera que hay en distintos tonos.

Ambas concuerdan en que sí es una buena opción para áreas de alto tráfico, como zonas de juegos de niños donde las camas saltarinas, por ejemplo, no son un buen amigo del pasto natural.

 

Otra alternativa: los cubresuelos

También conocidos como plantas tapizantes, son especies que crecen de forma horizontal y de forma rastrera y suelen ser de bajo mantenimiento, por eso son ideales para cubrir. Tiquitiqui, cotula, falkia repens o myoporo rastrero son algunas de las opciones más frecuentes. Pero ojo, hay que tener claro que no reemplazan al pasto: no se puede jugar fútbol y no pueden ser pisados de forma frecuente. Su uso ideal es entre pastelones, por ejemplo. 

 

Antejardín con pasto sintético y hojas secas.

Consejos prácticos para la instalación de pasto sintético

  • Preguntarse el para qué: cuál es el foco, la razón y el uso que se le dará.  
  • Complementar con maceteros.
  • Sumar elementos naturales en paredes: plantar trepadoras en las paredes, usar maderas o elementos vivos, que ayudan a equilibrar.
  • Usar solerillas para delimitar una zona de flores, árboles o arbustos ayuda visualmente.
  • Preparar el lugar: la preparación del suelo es clave para que el pasto sintético quede bien instalado y no le salgan hongos. La instalación la debe hacer una empresa experta y no de forma casera. 
  • Las uniones: hay que tener ojo con esto y que se instale todo en la misma dirección.

Jardín con pasto sintético.

Cómo instalar pasto sintético

El pasto sintético dura aproximadamente 10 años, pero esto varía según la calidad. Hay desde los más baratos tipo alfombra por $5.000 hasta los de mejor calidad que bordean los $30.000 con instalación incluida. 

Y si bien se puede aplicar sobre diversas superficies como cemento o cerámica, lo ideal es aplicarlo sobre tierra, que es donde drena mejor en caso de lluvias, evitando el barro.

Las alfombras de pasto tienen orificios que permite el drenaje, y la instalación contempla: 

  1. Preparación del terreno: retirar el pasto natural (si es que lo hay), desmalezar y emparejar.
  2. Instalar “gravilla” o arena, que es lo que absorberá la lluvia, evitando el barro. Una buena instalación considera una capa gruesa.
  3. Cortar y dimensionar.
  4. Instalar y hacer uniones.

En la empresa chilena SoGrass (@sograsscl) hoy tienen seis tonos y texturas, que buscan imitar las imperfecciones del pasto natural. “Nuestro pasto, además de ser de excelente calidad, casi no se nota la diferencia, y es una apuesta por la sustentabilidad. En su fabricación se usan materiales reciclados como neumáticos de caucho y botellas de plástico”, explica Enrique Zenteno, fundador de SoGrass.

 “Queremos derribar los mitos asociados al pasto sintético y que las personas se atrevan a cambiar el pasto tradicional por alternativas más sostenibles, lo que además es un buen negocio para las personas, porque ayuda a reducir la cuenta de agua”, sentencia. Para los dueños de mascotas, no hay problema: es muy fácil de limpiar y, al tener drenaje, todos los líquidos drenan sin problemas.

 

Jardín con pasto sintético y vegetación natural.

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