Helechos, palmeras, orquídeas, musgos y pequeños árboles tropicales se sienten como en su casa. Esto no sería raro si estuviéramos cerca de algún trópico, pero si la ubicación de este enclave verde está en la mitad de Pirque, la cosa cambia. En medio de un parque privado se erige un invernadero de vidrio de 130 metros cuadrados, que logra crear las condiciones perfectas para una verdadera selva.
Construido en 2018 por la oficina Max Núñez Arquitectos, el desafío no fue menor. ¿El requerimiento? Diseñar un lugar que proporcionara las condiciones necesarias para que el dueño de la casa —un amante de las plantas— pudiese explorar con distintas especies exóticas. Debían lograr un clima de selva tropical, pero en Chile, en una latitud totalmente distinta y alejada.
“Me encantan las plantas, pero nunca había hecho algo así. Tuvimos que realizar un exhaustivo estudio para generar las condiciones necesarias y construir un espacio que, además, tuviese un rol protagónico dentro del parque. No solo debía ser funcional, debía tener un atractivo por sí mismo para no quedar olvidado en un rincón: transformarse en una vitrina botánica”, cuenta el arquitecto. Por lo mismo, el invernadero se pensó a solo 150 metros de la casa principal —una construcción de estilo inglés de los años 80— en una zona de tránsito para que siempre esté a la vista.
En términos arquitectónicos, Núñez buscó generar un espacio transparente que conectara el interior con el exterior, para aprovechar el emplazamiento en el espectacular parque privado. Solo un marco de acero sostiene dos bóvedas construidas con bloques de vidrio. “Lograr esa cáscara curva fue un aprendizaje para todos. Las únicas interrupciones en las superficies curvas son las dilataciones estructurales que les permiten resistir ante un posible movimiento sísmico”, explica el arquitecto. Su diseño genera un espacio cóncavo al interior para que crezcan las plantas, logrando además que la luz no entre de forma directa, sino refractada y así no quemar la superficie de las hojas.
El vidrio que se usó para los frentes de la planta cuadrada es uno más transparente que el de las casas, para así poder acentuar la translucidez, convirtiendo el edificio en una gran vitrina que exhibe a sus habitantes.
Pensar en verde
Otro aspecto clave fue pensar en la temperatura y humedad interior para poder generar un clima propicio para las especies. En el diseño se incluyeron pequeñas mangueras con micro aspersores que hidratan el ambiente cuando la humedad cae; puertas que se abren mecánicamente para producir ventilación cruzada cuando la temperatura interior supera los 24 grados y un sistema de calefacción para entibiar el ambiente cuando el termómetro marca bajo los 14 grados. Esto, más un sistema de riego automático que opera durante todo el año controlado por un sistema digital, de la misma forma como se hace en la industria agrícola.
Tal como se proyectó para ser contemplado desde afuera, la idea es que estar en el interior sea también una experiencia. Núñez diseñó una pasarela al interior del edificio para poder contemplar las plantas y circular cómodamente, e instalaron una banca para poder sentarse con este impetuoso verde de fondo.
“Me llama la atención el interés que ha despertado Casa de Vidrio. Creo que responde a lo que pasa hoy en el mundo. Este invernadero es una construcción por el puro goce y cariño por las plantas, algo que resuena hoy más que nunca”, dice el arquitecto.