Si caminas 5 minutos llegas directo a la playa y si caminas 10 minutos, llegas a los restaurantes, hotel y Punta de Lobos. Así de simple, a paso de caminata playera, porque como cuenta Cristián Lecaros, (Lec Arquitectos) esta casa fue pensada para caminar y para compartir con los amigos y la familia, los espacios comunes, que se integran constantemente entre interior y exterior.
“Nos encanta salir a caminar a la playa o al bosque que queda en el terreno de al lado, para disfrutar del paisaje, pasar tiempo juntos y aprovechar de sacar a pasear a nuestro perro (y ahora a nuestra guagua)”, cuentan.
En ese sentido, la gran chimenea es el imán en esos días lluviosos y fríos de la costa; el punto de encuentro donde todos convergen. “En invierno nos encanta invitar gente a la casa y prender la chimenea. De hecho cuando llueve muchos amigos nos piden que hagamos algo en la casa”, dice Teresita, la propietaria.
Sin duda un ambiente cálido que acoge aún más por la elección que hicieron de colores y materialidades: cortinas de lino y una barra en vez de roller; lenga para repisas, la mesa de comedor, las correderas, veladores y la puerta principal, trabajos de Javier Arredondo para los muebles en obra y de Sofía Echevarría (Tu Mesa Redonda) para otras piezas. “Me gustan las maderas claras y puras ya que dan sensación de una mezcla entre un ambiente cálido y acogedor, pero con un toque minimalista y moderno”, señala.
A cargo de la decoración e iluminación estuvo @mariajesusgana.iluminacion, hermana de la dueña de casa y en cuanto a la paleta de colores, la opción fue el blanco: “priorizamos un ambiente minimalista, simple y sobrio, que no fuera agotador”, dice Teresita, ya que al vivir aquí, (todo el año), queríamos algo relajado y acogedor en donde destacaran siempre los ambientes comunes porque nos gusta invitar gente a la casa, por eso la chimenea es de este tamaño”.
Linda, Playera y Práctica
Como tantas familias jóvenes, Teresita y Alfonso emprendieron vuelo fuera de Santiago en 2022, buscando un lugar tranquilo para ellos y su pequeño hijo. Buscaban un sitio que estuviera cerca de la playa y que tuviera una buena calidad de vida, cuenta Cristián Lecaros, a cargo del proyecto junto a Sofia Ebner de Lec Arquitectos.
Surfista desde los tiempos de la universidad, el dueño de casa solía visitar la zona con amigos, “por eso, desde antes de casarnos, siempre hablamos sobre esta posibilidad y ya durante la pandemia Alfonso encontró este terreno en venta que cumplía con todo lo que buscábamos”, cuenta ella. Se trata de un sector con terrenos de alrededor de mil m2, todos con vistas al mar; factor determinante a la hora de diseñar y pensar cómo aprovechar mejor la panorámica, explican los arquitectos.
“Esperábamos que fuese una casa linda, con estilo playero, pero práctica” y para eso Punta de Lobos norte, era perfecto. La idea era probar un estilo de vida distinto, con la posibilidad de trabajo remoto, explica Teresita. Con varios amigos ya viviendo en Pichilemu, muchos de ellos surfistas, decantarse por Punta de Lobos parecía la elección perfecta.
El objetivo principal era crear un lugar de encuentro con “vista al mar, funcional, de espacios amplios y un estilo playero y acogedor”, dice Cristián Lecaros.
Eso se logró con una interesante propuesta de un solo volumen de 181 m2 en forma de “U”, combinando madera laminada y aserrada de barracas locales y distintas alturas en los techos del centro y las alas; características que le otorgan un carácter distintivo, y un look holgado.
Un aspecto destacable en su sistema constructivo fue el uso de ecopilotes, tornillos de 1.6m de largo que, al reemplazar las fundaciones tradicionales de hormigón, permitieron una rápida instalación, bajar los costos, la mano de obra, reducir los tiempos de construcción, el consumo de agua y de desechos; factores tan importantes hoy, cuando se le pide a la industria de la construcción un mayor compromiso con la sustentabilidad.
Surfear y Hornear
Blanca por dentro; negra por fuera, los días junto al mar en esta casa pasan plácidos al calor del fuego en invierno, junto a los amigos y entre caminatas y olas.
Muy funcional, cuenta con 3 dormitorios y el mismo número de baños; lavadero, bodega, escritorio/salita y una cocina muy amada: “mi rincón favorito lejos, porque me encanta la repostería y siento que es un lugar que reúne. Por eso quisimos una cocina grande, semi-integrada, para que uno tenga la opción de mirar y compartir hacia el área común. Incluso el que cocina puede mirar el fuego de la chimenea y el mar”, dice Teresita, cuya especialidad son los postres: brownies, kuchen de nuez, torta crocante nuez o de merengue frambuesa, que, horneados bajo la inspiración de las vistas hacia el azul del Pacífico, seguro quedan increíbles… por algo dicen que es una gran repostera.
El otro punto clave de la casa es la salita del segundo piso, «La torre de control” -le dicen los amigos surfistas de Alfonso-, porque desde ahí pueden saber con precisión las condiciones del mar, si ir o no a surfear o cuál será la tabla precisa para que ese día, correr una gran ola sea una experiencia memorable.