El quilting es una técnica textil reconocida en Estados Unidos desde la época colonial que consiste en coser dos o más pedazos de tela. Por lo general, la tela frontal tiene un diseño decorativo y la intermedia sirve como un relleno que le aporta la sensación acolchada. En un principio, el quilting era puramente funcional: estas colchas eran buenas aislantes del frío y servían como abrigo de cama y cortinajes. Más adelante, se convirtió en una tradición, un tipo de manualidad que le enseñaban las abuelas a sus nietas. Los quilts eran un infaltable regalo en los matrimonios, nacimientos y fechas importantes. “Es una linda herencia, en la que las mujeres tuvieron una voz en el pasado para expresarse, juntarse y contar sus historias”, enfatiza la chilena Carolina Oneto (@carolina_oneto), una verdadera artista del quilt.
Desde muy joven Carolina Oneto buscó un medio creativo para expresar su inagotable caudal imaginario. Estudió música en el Conservatorio por cinco años y tomó clases de acuarela por dos años más. Después de recibir su título como ingeniera civil, trabajó por cinco años en logística y como profesora en la Universidad Adolfo Ibañez. No fue hasta 2011, cuando se mudó a Buenos Aires junto a su familia, embarazada de su tercera hija, sin trabajo y con mucho tiempo a su disposición, que decidió comprar una máquina de coser y se propuso aprender a hacer quilting. “Lo había descubierto en Pinterest y después encontré a Cecilia Koppmann (@ceciliakoppmann) y Teresita Leal (@teresitalealartetextil), que son artistas textiles que fueron mis primeras profesoras, ellas me enseñaron”, cuenta Carolina.
Cuatro años más tarde, de vuelta en Chile, estudió “interacción del color» con el maestro Eduardo Vilches, del cual se siente profundamente agradecida, ya que significó un vuelco en su proceso creativo. Desde entonces no ha parado de crear, vender y exhibir sus obras en exposiciones y festivales internacionales, donde ha sido reconocida y premiada. Además, lleva muchos años impartiendo clases de manera continua y ahora online a mujeres de todo el mundo.
Esta destacada artista textil ha llevado esta tradicional técnica americana a una plataforma del arte visual que se parece más a una pintura que a un objeto utilitario, como fue en sus inicios, lo que le ha permitido explorar otras áreas anexas, donde juega con figuras y colores. Por eso, Carolina Oneto se considera una modern quilter.
Sus obras siguen un rumbo muy distinto al del quilt tradicional, que además de su utilidad se caracteriza por el uso de bloques y colores que son siempre muy parecidos entre sí, mientras que en la rama moderna se juega con colores lisos y vibrantes, telas sin estampados, al tiempo que se trabaja con principios propios inherentes al diseño, como el fondo y la forma.
La quilter explica además que siempre ha tenido la mente de una principiante. “Yo no heredé nada, yo empecé a usar las telas como un medio creativo usando una técnica que es coserlas para armar figuras… Yo pinto con telas”, explica. Los proyectos de Carolina están ideados para ser colgados en una pared, tal como un cuadro.
Una de las grandes inspiraciones de Carolina son las matemáticas, que de alguna u otra forma están presentes en muchos de sus diseños. “Mi mente de ingeniera siempre está en mi trabajo, donde existe un cierto orden y secuencia”, cuenta. En su quilt Fibonacci, utilizó esta secuencia matemática presente en la naturaleza para cortar bloques de distintos tamaños. Para su obra Igualdad escribió la palabra en código binario, donde cada columna del quilt representa una de las letras. “Utilicé los colores que se usan en la bandera LGTBQ+, en la Whipala y muchas otras banderas que históricamente han hablado de la igualdad”, agrega la quilter. Por último, en su quilt 64 –nombrado así por la canción de The Beatles que sonó en su matrimonio– la artista hizo una suerte de función matemática para transformar las diferentes notas en colores, que luego plasmó en los pedazos de tela, donde el ancho de cada una de las barras en la obra representa el tiempo de la nota, el negro es el silencio y cada color es una nota distinta. De esta forma, la canción está escrita nota por nota, pero en colores fucsia, calipso, turquesa, azul, verde y naranjo, entre otros.
Algunos de sus próximos proyectos contemplan viajes a exposiciones. En febrero, por ejemplo, irá a dar clases a QuiltCon en Atlanta y fue invitada a exponer el próximo año a Quilt National, en Ohio, una bienal donde se presenta lo mejor del arte textil contemporáneo.