La diseñadora Francisca Ferrari (@franciscaferrari_) cuenta que desde chica fue muy movida. “Siempre vendía lo que fuera”, cuenta. En 1994 se tituló de diseño gráfico, trabajó ligada a la producción y a los pocos años ya tenía una productora de eventos. Y el 2000, después de casarse y ser mamá, se fue a vivir a Colombia. Para Francisca, que siempre había gozado con la moda, llegar a este país fue un cambio radical. “Ahí se me abrió un mundo. El tema moda, accesorios, era impresionante”, recuerda.

Allá hizo algunos talleres sobre el tema, pero el 2002, cuando regresó a Chile, directo a Puerto Varas, volvió a su trabajo como diseñadora. “Pero de a poco, todo eso que había descubierto en Colombia, empezó a aparecer en el sur de Chile”, explica. Con cosas que tenía y otras que compraba en distintos lugares, Francisca empezó a armar sus propias joyas. “Las vendía en el estacionamiento del colegio de mis hijos, en las ferias que se hacían y eran piezas únicas. Empezaron a encargarme, a tener una demanda mayor”, recuerda Francisca. 

Y así, poco a poco, empezó a crecer. De vender en el auto, pasó a tener una tienda en Puerto Varas. De usar elementos que compraba por ahí para armar sus joyas, Francisca empezó a diseñar las distintas piezas, que son fabricadas por artesanos latinoamericanos. Y poco a poco también, Francisca logró encontrar su propio lenguaje, que la ha diferenciado hasta hoy, bajo la marca que lleva su nombre. “Lo que no te destruye, te fortalece. Yo nunca he sido de grandes éxitos, de decisiones impulsivas, por la caída es muy estrepitosa. Para mí el crecimiento siempre ha sido muy orgánico. Con harta ambición, pero tranquila”, explica.

Durante la pandemia, Francisca decidió cerrar la tienda que tenía en Puerto Varas y trasladó todo a su casa. En una cabaña que usaba como Airbnb armó su taller y, en ese mismo espacio, el showroom que mantiene hasta hoy. En medio de un bosque y con la naturaleza colándose por las ventanas, Francisca encontró su lugar. “Fue una época bastante rara desde varios puntos de vista, pero también significó para la tienda algo súper bueno. Yo te diría que en la época de la pandemia logramos despegar”.

El 2020 abrió una nueva tienda, pero esta vez en Santiago, en el Casacostanera. “Yo dije: ‘cuando todo el mundo cierra, yo voy a abrir’. Y eso también tiene que ver con mi forma de ser, porque yo no voy con el ganado, siempre voy para el otro lado”, cuenta Francisca, quien hoy trabaja junto a su hija Mai, que está a cargo de la tienda en Santiago.

Ese mismo año abrió una tienda en Las Tacas, que funcionó todo el verano; un éxito total. Es que más allá de las joyas, que siempre llaman la atención, Francisca se instaló ahí todo el día, todos los días, todo el verano. Hacía las joyas, conversaba con las clientas, las orientaba. “Tú pasas a ser finalmente casi como una psicóloga, porque estás todo el día atendiendo mujeres, que te cuentan sus historias. Y en esos momentos yo digo: ‘en realidad no me he equivocado con lo que he hecho’”.  no me he equivocado con lo que he hecho, fíjate.

Después de dos veranos en Las Tacas, este verano se cambió a Puerto Velero, donde repitió la misma experiencia.

El proceso

“Todo lo que es diseño, lo veo yo”, cuenta Francisca en su taller en Puerto Varas. Sentada en el escritorio, va tomando las distintas piezas: perlas, piedras, piezas de cuerno, de plata, enchapadas en bronce, que en sus manos se transforman en joyas realmente únicas. 

Pero en realidad el proceso parte antes, cuando Francisca dibuja en su cuaderno muchas de estas piezas. No solo las grandes, como los pájaros carpinteros que se han convertido en un clásico de la marca desde su creación hace 10 años, sino también las cadenas y los pequeños detalles. “Yo diría que la cosa espontánea, lo que me pasa en el minuto en que estoy creando, es lo que hace que el resultado sea ese”.

Otro de los clásicos de la marca es el trabajo que hacen con cuerno, un material de desecho que recuperan y ponen en valor. Es un proceso  largo, donde participan varios artesanos, desde el que recupera el material, hasta quien pule y da la forma que Francisca diseña. “El cuerno me atrae tanto porque es único, cada uno de los cortes es distinto, no hay uno igual al otro”, cuenta.

El futuro

Francisca es de esas personas que llama la atención donde va. Tiene el pelo largo y canoso –decisión que le costó tomar, pero que logró durante la pandemia– y en invierno usa un abrigo rojo de hule. Dice que siempre ha sido así. “Creo que eso habla mucho de mi personalidad. La gente entiende que este producto es especial”.

Para Francisca, la inspiración para crear está en la naturaleza y en lo que la rodea. En abril estuvo en Medellín, invitada a una rueda de negocios por ProColombia, y en ese ambiente húmedo, con lluvia y calor, se dedicó a ver la condensación que se formaba en los vidrios, las gotas, el agua. “Todo eso me llamó la atención, porque es algo muy distinto a lo que uno ve acá. Dibujaba en los vidrios empañados mis flores y es algo que me ha seguido dando vueltas y estoy desarrollando para una nueva colección”, explica.

“Mis joyas cuentan una historia. Mis joyas cuentan incluso un estado de ánimo. La secuencia que yo hago en los collares, te va contando una historia”, dice.

Hoy el gran desafío de Francisca Ferrari es la internacionalización. “Es atreverse con cada una de las cosas que queremos hacer. Nos propusimos estar una vez al año en alguna feria internacional, para tratar de llegar un poquito más allá”, explica. El primer paso ha sido abrir mercado en Colombia. “El año pasado estuvimos en tres fechas en una feria súper importante allá y el volumen es otro, pero además hay una sensibilidad hacia las joyas muy distinta a la que hay acá. Yo creo que aquí la gente recién se está atreviendo un poco más”, cuenta. De hecho, del 23 al 25 de julio Francisca estará en Colombia Moda, la Semana de la Moda de Colombia. Y será la única marca chilena.

“Yo creo que hemos dado una buena carrera, hemos avanzado muy respetuosamente con los tiempos. Hoy la marca se ha posicionado como un producto que la gente elige para ocasiones importantes, cuando tiene un matrimonio o cuando quiere llevar un lindo regalo cuando se va de viaje”, explica. “Yo creo que la clave es no rendirse, la clave es perseverar. Eso es algo que siempre tengo en la memoria. Y también ser auténtico, no pretendo ser otra persona ni contarte un cuento que no es”.