Pablo Valenzuela empezó a querer la geografía de Chile desde que era chico. En esos primeros veraneos con su familia, la vida al aire libre y las excursiones eran la constante, y desde entonces se convirtieron en parte fundamental de su manera de enfrentar el mundo. No concibe la vida sin subir cerros ni viajar constantemente, y aunque ha recorrido Chile innumerables veces, jamás se cansa; la misma fotografía le ha demostrado que siempre es posible una nueva mirada. La Geometría del Instante, la serie de imágenes por la cual lo reconocemos como el Mejor Fotógrafo del año, responde justamente a una búsqueda que intenta mostrar el país desde otra perspectiva. “Hace unos años me pasó algo bien especial y es que, pese a seguir siendo un profundo amante de la naturaleza, en términos estéticos fui perdiendo la capacidad de asombro. Ya no me motivaba tanto estar frente a un bosque o ver por enésima vez las Torres del Paine. Ahí di una vuelta de tuerca y me propuse mirar Chile con nuevos ojos. Esto hizo que los lugares elegidos para viajar tuvieran un ingrediente que me motivara a buscar series más específicas con un objetivo artístico”, cuenta.
Así se gestó La Geometría del Instante que, en términos prácticos y a diferencia de trabajos anteriores, se construyó desde cero. Es una serie en desarrollo que por el momento abarca la Patagonia y San Pedro de Atacama; en ella se reconoce una composición y luz distinta, una estética extremadamente minimalista, un plano cerrado y de pocos elementos figurativos y cromáticos. Tanto así, que las fotos que más contento lo dejaron fueron las más blancas y abstractas, esas que tomó en invierno en Puerto Natales y muestran cornizas y techos patagónicos con nieve.
En términos técnicos, el trabajo implicó un tremendo desafío para él. “Fue alejarme de la obviedad para acercarme a lo abstracto. Eso significa una segunda mirada, la que por cierto obedece a un largo período de maduración y evolución a lo largo de los años. Me siento muy bien haciendo este trabajo y creo que es un aporte, pues pone en valor la fotografía de territorio como expresión artística”.
Pablo es tan natural como intenta que sean sus fotos. “Para mí, la fotografía es capturar un instante. Hay fotógrafos que hacen montajes gracias a la tecnología. Yo no. No interfiero una fotografía con otra fotografía para crear otra fotografía. A mí me interesa mostrar lo que yo vi en un momento específico. Al revelar uno de alguna manera interviene la fotografía, pero yo trato de dejarlo lo más parecido posible a lo que vi. No me interesa dejarlo más rojo de lo que era. No me interesa tocarlo. Sería como engañarme a mí mismo”, dijo en una entrevista el 2013.
Tremendamente respetado por sus pares, a Pablo se le reconoce haber dedicado sus 20 años de carrera a la fotografía de paisaje de manera siempre novedosa. Ramón Aldunate, miembro del equipo de Ekho Gallery y encargado de su laboratorio de impresión, engloba muy bien su trayectoria y destaca que su trabajo fotográfico editorial ha ido elaborando un discurso en torno al territorio, un concepto más complejo que el de paisaje: “De ahí que sea ejemplar su propuesta, y que ésta se caracterice por un continuo desprendimiento de lo superfluo. Primero, sacudirse y alejarse del postalismo, sobre todo en los encuadres más abiertos, ambiguos e indeterminables. Segundo, por alejarse del colorismo propio del paisajismo editorial, para centrarse en un blanco y negro que apela al mínimo con el que se construye el hecho fotográfico, a saber la luz. Tercero, por comenzar a indagar en la vastedad de los cielos, elemento clave para entender los principios en la abstracción en el arte”.
Aldunate segura que es toda una osadía dejar como propuesta artística una pequeña franja de tierra, que siempre muestra el habitar propio de los patagones, para dejar todo el encuadre contra la inmensidad de un cielo vasto e inaccesible. “No es fácil reinventarse en el competitivo, saturado y repetitivo mundo de la fotografía de paisaje, y Pablo Valenzuela, lo ha hecho de una manera ejemplar”.