Ubicado en las laderas de la montaña Klein Hangklip, a poco más de una hora de viaje desde Ciudad del Cabo, este extraordinario refugio costero combina una elegante simplicidad de diseño con vistas que parecen infinitas, en 360 grados.
Donde hoy está la casa, antes hubo una pequeña cabaña, que se quemó durante un incendio forestal en 2005. Casi 20 años después, en febrero de 2022, dos miembros de la familia dueña del terreno pasaron por este lugar, casi por casualidad y rápidamente recordaron uno de los atractivos más impresionantes de este lugar: sus vistas sobre la desembocadura y la playa del río Rooi-Els, el Océano Índico y las cadenas montañosas circundantes, así como la propia belleza natural de la tierra, cubierta de vegetación autóctona. El terreno además forma parte de la Reserva de la Biósfera de Kogelberg, dentro de la Región Florística del Cabo, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La familia decidió entonces construir en conjunto una cabaña ecológica en el lugar y descubrió que las regulaciones de desarrollo de la reserva les permitían hacerlo si la huella de la nueva construcción era exactamente la misma que la de la antigua estructura de madera original. Afortunadamente, los constructores de la antigua cabaña la habían instalado en el lugar que tenía las mejores vistas.
El proyecto estuvo a cargo del arquitecto Raymond Rietoff de RRAD y la construcción fue ejecutada por SmartMod, especialistas locales en este tipo de construcción. Raymond jugó un papel decisivo a la hora de “obtener la ubicación perfecta en la huella existente y conseguir el nivel correcto”, dice Eddie Horn, uno de los dueños. Optaron por un sistema de construcción que tomó tres meses fuera del sitio y luego otros tres meses en el mismo lugar.
La estructura de la cabaña se hizo reciclando dos contenedores, que están conectados entre sí a través de una sección central «híbrida», con un techo ligeramente inclinado. Además de los contenedores de acero, usaron tantos materiales naturales como fuera posible. La sección de conexión central entre los dos contenedores es una estructura de madera, con láminas de caja invertida (IBR) y materiales aislantes desplegados para proteger el interior de los elementos y aislar eficientemente la cabaña contra las duras condiciones climáticas costeras, lo que también significa que se necesita menos energía para calentar y enfriar el interior.
Desde el inicio del proceso de desarrollo, la mamá de Eddie Horn, Erna van der Merwe, a quien siempre le ha interesado el diseño, jugó un papel decisivo en lo que respecta a los acabados y la selección de colores interiores. Los profundos tonos gris carbón, combinados con acabados de madera más claros crean una apariencia elegante y contemporánea para los interiores. Como explica Eddie, el objetivo principal era «no distraer ni perturbar el extraordinario ambiente creado por las vistas y los ricos colores de los fynbos y las montañas que rodean la cabaña».
Cuando el propio Eddie, su esposa Julia y su hijo Thomas pasan tiempo en la cabaña, dice, hacen muy poco. «La mayoría de las veces nos limitamos a descansar y relajarnos, aislándonos del resto del mundo y sumergiéndonos en la magnífica fauna y flora que la biosfera tiene para ofrecer», dice.
“También disfrutamos de la visita casi diaria de la tropa de babuinos local y de ver lo que hacen. ¡Siempre prueban suerte intentando robar un bocado de comida o diez! Cualquiera que quiera ser más activo puede explorar la granja, hacer un viaje a una de las muchas playas cercanas o aventurarse en las famosas rutas de senderismo de la cercana Reserva Natural de Kogelberg, pero dicho esto, alejarse de estas vistas no va a ser fácil”.
