Su residencia en el Hotel W le ha traído sólo beneficios. Amigos, clientes, una vista inmejorable y vivir en ese barrio que añoró apenas pisó Santiago en 2010, después de haber pasado por Lima y Buenos Aires y se dijo “acá podría instalarme a vivir”. Jorge Fuentes es catalán. La crisis económica española a comienzos de la década lo hizo emigrar de su país: “Era quedarse de brazos cruzados, esperando que todo pasara –y de lo que no se veía pronta recuperación–, o continuar haciendo lo que me gusta pero en otra parte”. Llegó a Chile a partir de un proyecto hotelero que finalmente no se realizó, se mudó al W y los vecinos le decían ‘me encanta tu depa, ¿me puedes hacer el mío?’.
Fue en ese mismo hotel que conoció al dueño de este departamento. “Este es el segundo proyecto de un mismo cliente en Chile. Le hice su departamento de soltero cuando llegué, era mi vecino en la residencia. Después se casó y me pidió que le hiciera su casa familiar”. Es un norteamericano casado con una australiana y juntos son padres de un niño de 10 años. Los dos trabajan para compañías mineras y eligieron un edificio ubicado en el Cerro San Luis, diseñado por el arquitecto Mathias Klotz. Jorge cuenta que su primer propósito fue ser muy respetuoso con la construcción, con las terminaciones de cemento a la vista, de no tocar nada esencial. El diseño interior se demoró un año y fue entregado a sus dueños en octubre del año pasado.
“Me gusta que mis trabajos sean parte de un relato, que tengan un discurso fluido, que una cosa tenga relación con la otra y que no haya grandes estridencias”, dice. “Hay una paleta de materiales, del uso de las maderas y de una forma de iluminar característica. Voy creando cuadros armónicos y puntos de interés”, explica.
La planta baja del dúplex es un free flow, sin puertas. Sólo existe una puerta en el baño de visitas. Al entrar hay un recibidor separado del living por un palillaje de madera donde se encuentran dos sofás con el cuadro de Cecilia Avendaño que tiene un sistema hidráulico que baja y se descubre un televisor detrás. En el eje central se ubica una lámpara Kelp de la firma Brand Van Egmond, “la prima donna del lugar”, como explica Jorge. Bajo esta lámpara hecha a mano, de bronce y enviada por encargo desde Holanda, hay poufs y un sofá de dos caras. Este espacio conecta a la otra ala, donde está ubicado el comedor y la cocina, la que también es abierta. Todo un multiespacio que desde los ventanales conecta con la terraza.
Para la planta baja, Jorge usó un galuchat de Armani Home y los sofás son una versión contemporánea del chester, un capitoné modernizado en cuero gastado gris claro. Las mesas de centro son redondas, con cubierta de espejo y lacado metalizado. ¿Por qué hay jarrones y no libros en los muebles? “Porque quería romper las líneas rectas, la geometría que hay en todo, sobre todo en la arquitectura misma del dúplex y esa rectitud se rompía con el volumen de los jarrones”, dice Jorge.
El interior es armónico: la pared de madera en el comedor busca romper lo frío de los materiales y hacer el espacio más cálido, mientras que el espejo en la cubierta pretende reflejar aún más la profundidad del espacio que hay detrás. Los ventanales no sólo aportan con luz sino que conectan con el exterior, donde el palillaje de madera le da otro cuento a la terraza. Así se configura el recorrido de este espacio, donde nada fue dejado al azar.