Hay un momento en la vida en que los hijos se empiezan a independizar, se casan y se van… Y la casa que antes los reunía a todos, se siente enorme. A este matrimonio le pasó y decidió tomarlo como una oportunidad: buscaron un departamento, un espacio más chico para poder empezar casi de cero.
Contrataron a las decoradoras María Jesús Ruiz-Tagle y Cecilia Rojas y les pidieron que se encargaran de armarles la casa de nuevo, adaptando lo que se podía y convirtiendo lo que antes era un lugar lleno de cosas, en un espacio mucho más minimalista, donde las colecciones y obras de arte se lucieran como nunca.
El lugar elegido fue un departamento en San Damián, y como fueron los primeros en comprar, aprovecharon de hacer varios cambios estructurales sin que nadie alegara por el ruido. Botaron una pared en el dormitorio principal para agrandarlo, hicieron los clósets de nuevo, y convirtieron la terraza en un espacio increíble, que gozaron todo el verano.
María Jesús y Cecilia cuentan que los dueños de casa les dieron libertad total para la decoración, aunque estuvieron siempre súper metidos en las decisiones. “Querían que su casa fuera rica. A él, por ejemplo, le importaba que las sillas del comedor fueran cómodas… La otra casa estaba llena, llena de cosas, entonces querían todo más despejado, querían simplificarse”. Con eso en mente, empezó el trabajo de las decoradoras: vieron qué cosas de la antigua casa servían y qué cosas no. La mayoría de los muebles los compraron para adaptarse a los nuevos espacios, pero también dejaron detalles que le dan personalidad al departamento, como las alfombras, los adornos, los cuadros y algunos muebles que habían heredado de sus familias. “Cuando una familia tiene objetos lindos hay que ponerlos, porque son su vida, es su historia”, dice Cecilia Rojas.
Muchos de los muebles nuevos fueron diseñados por las decoradoras especialmente para este lugar. “Lo que nos encanta es diseñar los muebles para que no sean iguales a todo lo que hay”, cuentan. En el comedor hicieron un arrimo nada de típico, con una mesa de piedra y un gran marco de madera retroiluminado, donde se destaca la colección de chocolateras de plata de la dueña de casa; en el living, un gran librero sirve para exhibir su colección de cloisonées y además esconde el bar; y para la salita y el dormitorio principal también diseñaron muebles, fabricados por Orlando Gatica. Acá todo está lleno de detalles pensados especialmente para cada espacio; incluso la iluminación se hizo de cero.
Y aunque toda la casa fue pensada para poder compartir junto a sus hijos, y sobre todo junto a sus nietos, el espacio que hasta ahora se ha ganado el corazón de esta familia ha sido la terraza-quincho que hicieron en el último piso. Lo que era un espacio ultra simple, se convirtió en un deck increíble, donde almuerzan, suben en las tardes a tomarse un trago o simplemente a mirar la vista. La terraza está dividida en varios espacios: por un lado está la piscina, con unas tumbonas perfectas para el verano; más allá hay un living con muebles daneses que resisten todo, y para almorzar, un comedor con muebles en obra y sillas con brazos, una de las prioridades del dueño de casa. Como para que el verano no se acabe nunca.