La palabra Zen proviene del sánscrito dhiana, que significa «meditación» y se basa en las enseñanzas de Buda. Surge en India el siglo VI aC, luego se propaga a China y alcanza su máxima expresión en Japón el siglo XIII, teniendo gran influencia sobre la cultura nipona.
Principalmente se orienta hacia la búsqueda de armonía del equilibrio mediante la paz interior y las acciones simples. En la decoración de interiores busca eliminar los adornos artificiales para obtener un entorno más puro y agradable, ideal para olvidar las preocupaciones y el estrés, convirtiendo a la casa en un refugio para la desconexión.
Los espacios que se inspiran en el Zen recurren a los tonos claros y neutros, como el crema o el gris, pero también utilizan toques leves de color, aplicados en elementos decorativos o en pequeños detalles. El entorno se complementa con alfombras o cortinas donde destacan elementos naturales como la seda, el algodón y el lino.
Además, se privilegian los materiales naturales como la madera natural y la piedra, y se aconseja que la iluminación sea difusa para que otorgar intimidad a la atmósfera.
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