Mallika Chaudhuri, fundadora de la marca de moda consciente Indoi, y su marido, el arquitecto Sean Ronnie Hill, de la oficina Rise, estaban arrendando una casa, pero soñaban con comprar y renovar. Hasta que “en un polvoriento rincón del noroeste de Londres”, encontraron el espacio perfecto.
La zona que eligieron, Harlesden, es descrita diplomáticamente por Sean como «vanguardista», pero envalentonados por los amigos que ya se habían instalado allí, las increíbles conexiones de transporte con todos los rincones de Londres y la inminente regeneración, les ofreció la oportunidad de crear la casa única con la que habían estado soñando.
“Cuando estábamos viendo esta casa, había una propiedad en venta al otro lado de la calle que tenía el tan codiciado jardín orientado al sur, pero era medio metro más estrecha”, explica Sean. “En total, eran 10 metros cuadrados. Cuando hablas de un piso de 79 frente a uno de 89 metros cuadrados, ese espacio es precioso: esa anchura extra marca la diferencia en las posibilidades que tienes para un lugar”. Mallika no estaba tan convencida: “Sinceramente, tenía muchas dudas. Sólo quería el jardín orientado al sur. Si hubiera sido yo, habría comprado la propiedad de enfrente. Le di tantas vueltas al asunto que Sean me hizo un diagrama en 3D del recorrido del sol para mostrarme dónde estaría la luz a cada hora del día, para demostrarme que este piso tendría luz suficiente. Y luego utilizó un programa de realidad virtual para ‘guiarme’ por el diseño y la distribución del piso”.
Desarrollar una propiedad desde sus cimientos dio a Mallika y Sean la oportunidad de utilizar los materiales que les gustan y, sobre todo desde la perspectiva de Sean, aquellos por los que siente un profundo respeto. “A Sean le gusta la honestidad y la belleza de las materias primas, así que pintar las paredes no era una opción; le gustan las cosas en su estado más natural”, explica Mallika. “Hicimos una tabla de materiales y la madera contrachapada, el tadelakt y la arcilla fueron nuestros imprescindibles”.
Estos tratamientos de las paredes permitieron a Mallika introducir el color. “Si hubiera dependido de mí, el lugar habría sido bastante austero. Mallika tiene un ojo increíble para el color y trabajó en un esquema que pudiera fluir a través de cada habitación y el piso en su conjunto, sin dejar de ser fiel a las cualidades innatas de los materiales”, dice Sean.
La pasión de Mallika por el azul Yves Klein se ve en esta casa, donde se complementa con tonos rosas y terracota como guiño a su terraza en Barcelona, donde vivieron 10 años antes de volver a Londres. “Cincuenta tonos de blanco” dan profundidad a los azulejos hechos a mano de la cocina y a los paneles laminados de los armarios, que de otro modo habrían permanecido de contrachapado a cara descubierta.
Cinco meses y medio después de empezar las obras, se mudaron. “No podíamos pagar la carpintería y vivimos con paredes de bloques de hormigón durante bastante tiempo”, se ríe Sean. Finalmente quedarse sin dinero aportó beneficios inesperados, dando tiempo a la familia para vivir en el espacio y realizar pequeñas adiciones que han hecho que funcione mejor para ellos: un estante de especias a medida a lo largo de la zona de cocina, el diseño de un papel mural único para el baño y el dormitorio soñado para Freya e Indi, sus hijos.
A menudo, las casas de los arquitectos parecen demasiado preciosas o cuidadas y, según admiten ellos mismos, Mallika y Sean habrían tenido más desacuerdos si ésta hubiera sido una casa para ellos como pareja y no como una familia de cuatro. Así las cosas, los niños se han convertido en una herramienta de compromiso involuntaria; su influencia suaviza la estética del arquitecto. Al final, el espacio es sin duda una casa familiar en primer lugar, y una declaración de diseño en segundo lugar; una casa alegre que no se toma demasiado en serio a sí misma.
Aunque el diseño y el uso de materiales de Sean son sin duda la tarjeta de presentación de este piso, es el ojo de Mallika para la decoración lo que suaviza el espacio y crea un hogar. El sofá con marco de lucita y latón fue comprado a principios de los 80 por los padres de Mallika en Harrods y es su objeto más preciado. Es la pieza central de una vida heredada: “Tuvimos una pelea con nuestra empresa de almacenamiento en España y, literalmente, todo lo que tenemos sigue almacenado en Barcelona. Cuando volvimos a Londres, nuestras familias aprovecharon la oportunidad para dejarnos todo lo que ya no querían. Nos ha hecho evaluar lo que significan las ‘cosas’ y lo que realmente necesitamos”, reflexiona Mallika.
Como resultado, la familia tiene una actitud mucho más consciente hacia el consumo, que a su vez se alinea con la forma en que les gusta vivir y el trabajo que llevan a cabo; un arquitecto que prefiere maximizar cada centímetro del espacio existente en lugar de añadirlo innecesariamente, y una marca de moda comprometida con la ropa atemporal, sin temporadas, hecha de la forma más responsable posible.
“Nos encanta vivir aquí. Me doy cuenta cuando volvemos de lo que se ha comercializado como un hotel de ‘alto diseño’, después de haber desembolsado un montón de dinero en una noche de estadía… Llego a casa y pienso: aquello no estaba bien diseñado, esto sí”, dice Sean. “El espacio no es enorme, pero lo hemos aprovechado. En un mundo que, esperemos, se acerca cada vez más a la reducción de su consumo, hay algo que decir a favor de elegir llevar sólo lo que necesitas”.
