“Sabíamos que al rediseñar la casa queríamos expresar el espíritu de la tierra, tanto en su estética como en su estilo de vida”, cuentan Tatiana Baibabaeva y Tyson Strang acerca su casa mallorquina, Finca Alfabia. A la pareja de ceramistas, que antes vivía en Nueva York, les gustaba viajar por el Mediterráneo y “siempre habían soñado con tener algún día una antigua casa de piedra”, explican, en algún lugar de la región.
Y ese lugar terminó siendo Mallorca, sobre todo por la calidad de vida y la posibilidad de estar cerca de la naturaleza que ofrece la famosa isla balear. Tatiana y Tyson dieron el paso y compraron la Finca Alfabia, de 300 años de antigüedad, al darse cuenta de que la combinación de “naturaleza, hermosas fincas antiguas, calidad de vida, comunidad internacional y conexiones fáciles” de Mallorca la convertían en la opción perfecta para ellos. Más concretamente, sabían que querían una casa que se sintiera auténtica por estar “enraizada en el paisaje”.
Al principio, el plan era pasar las vacaciones de verano en la isla. Pero el nacimiento de su hijo Ferran y el efecto de la pandemia, sumado al creciente interés por sus diseños en cerámica, fueron el catalizador para replantearse dónde y cómo querían centrar sus energías. Así, llegaron a un punto de inflexión y decidieron no volver atrás, al mismo tiempo que decidieron convertir en realidad a Terra Coll Home (@terra_coll_home), su oficina de diseño.
Como primer gran proyecto de interiorismo de Terra Coll Home, Finca Alfabia fue un gran reto. Mientras que su ideal, dicen Tatiana y Tyson, era “una belleza bohemia de piedra en bruto con el alma de la tierra, rodeada de naturaleza salvaje”, la realidad era que grandes partes de la casa habían sido renovadas en los años 70, con el desafortunado resultado de que en general era fría, formal y oscura. Tenía habitaciones pequeñas, sin calefacción, gasfitería primitiva y electricidad intermitente.
Pero a la pareja le encantaban muchas de sus características clave: el hecho de que estuviera hecha con tierra y piedra, y llena de elementos rústicos, como el tronco de árbol curvado que sostiene la escalera y los enormes lavamanos de piedra cincelados a mano. Una ventaja añadida: la casa está rodeada de un bosque denso y protegido, así como de un jardín silvestre lleno de pinos, robles y olivos. “Podíamos ver todo lo que queríamos que fuera la casa y simplemente tuvimos que hacerla”, recuerdan Tatiana y Tyson.
A esas alturas, su estética de diseño ya estaba claramente definida: como diseñadores y fabricantes, a la pareja siempre le habían atraído los acabados “elementales y táctiles”, dicen. Además, siempre ha sido esencial combinar la forma y la función. En la casa, su objetivo era restaurar y realzar el aspecto tradicional y artesanal del espacio: “Nuestro ideal era encontrar todos los elementos localmente y hacer las cosas a mano”.
En otras palabras, los elementos antiguos y los nuevos debían combinarse a la perfección. No fue fácil, pero Tatiana y Tyson hicieron todo el trabajo de diseño, la búsqueda de materiales de construcción y gran parte del trabajo de construcción ellos mismos. También contaron con la ayuda de un albañil y un fontanero para algunos elementos estructurales, así como para la instalación de un nuevo sistema de calefacción, la sustitución de cables eléctricos y la construcción de la piscina; el resto del trabajo es suyo.
“Usamos lo que teníamos”, dice la pareja, y añaden que también aprendieron por su cuenta técnicas de construcción mediterráneas tradicionales, como los suelos de guijarros de río y el enlucido de tadelakt, que usaron en toda la casa. “Todo se diseñó para ser práctico, útil y duradero, y para embellecerse con el uso”, cuentan.
A la hora de amueblar y decorar los espacios que con tanto cariño habían restaurado, Tyson y Tatiana adoptaron un enfoque igualmente artesanal y detallista. Al diseñar los asientos cerca de la chimenea, por ejemplo, un proceso de experimentación llevó a crear nuevos asientos empotrados, más bajos y cómodos para el espacio, y las piedras de los bancos originales que había en la habitación se convirtieron en mesas auxiliares. Asimismo, las camas y el almacenaje se diseñaron especialmente para cada dormitorio, y trabajaron con artesanos locales en piezas a medida, como la mesa de comedor.
También usaron piezas de decoración vintage que compraron en mercadillos locales, junto con numerosos objetos encontrados y reutilizados. Y, por supuesto, toda la vajilla fue fabricada por la propia pareja. Cada elemento utilizado fue “diseñado y elegido por su sencillez, practicidad y conexión con la tierra”, como cuenta la pareja.
En Finca Alfabia, un proyecto ha llevado naturalmente al siguiente. Una vez terminada la reforma de la casa, Tatiana y Tyson decidieron plantar un huerto. Después, una vez terminado, convirtieron un viejo cobertizo en su nuevo estudio de alfarería. “Tenemos una lista de proyectos que evoluciona constantemente. Por supuesto, también sacamos tiempo para hacer senderismo y bañarnos en el mar, y disfrutar de comidas con amigos”, dicen.
Entre los próximos proyectos de Terra Coll Home está el diseño interior de una cocina, un comedor, un espacio exterior y dormitorios en otra casa de la isla, y la pareja también está a punto de empezar a trabajar en la rehabilitación de una cabaña de pastores en las montañas que piensan transformar en un estudio de artista. “La reforma de nuestra casa se ha convertido en nuestra propia evolución”, reflexionan.
