«Originalmente esta era la casa de la mamá de mi suegro”, dice su dueña. Y cuando la abuela de su marido murió el 2014, el joven matrimonio se quedó con la propiedad: “Pensamos en conservarla y remodelarla, pero conversándolo con Víctor Villalobos, de la oficina Estudio Valdés, llegamos a la conclusión de que era mejor hacerla entera de nuevo”, cuentan.
“La casa estaba bien emplazada, pero los requerimientos del espacio eran mucho más grandes de lo que había”, explica el arquitecto, quien junto a Leonardo Valdés interpretó el encargo de una casa amplia, de dos pisos, en que el living y el comedor y la terraza se comunicaran y que los niños tuvieran su propio espacio en el primer piso, y el matrimonio en el segundo.
“El factor social de las casas siempre manda para el resto del proyecto. Los dueños son súper buenos para recibir gente, por eso los espacios comunes los hicimos pensando en un espíritu de fiesta, que el living se integrara al jardín, que las ventanas se abrieran y que no se entendiera mucho cuando estás dentro o fuera”, cuenta Villalobos.
Conservaron los nogales, liquidámbares y acer japónicos del terreno y se demoraron dos años en construirla. Aunque en un sentido la casa nueva tiene la misma distribución que la antigua, es completamente distinta. Hoy, la familia vive este espacio a full. Tienen una niñita de cuatro años que junto a sus amigos y todos los primos se sienten libres para jugar donde sea. “Andan en skate y juegan a la pelota adentro de la casa”, cuenta la dueña.
Tal como lo tenían pensado, el living-comedor, que también es terraza y quincho, se transformó de inmediato en el protagonista. La fachada tiene orientación norte y todas las ventanas tienen persianas de lenga que en el verano tapan el sol del norte, lo que permite que en la noche puedan quedar las ventanas abiertas y las persianas cerradas. ¿Para el invierno? Se cierran y la casa queda protegida.
El material del primer piso funciona para el interior y exterior. Es una piedra piacentina gris, de MK, que viene de la ciudad italiana de Piaccenta. En el segundo piso y piezas, en cambio, hay pavimento de madera y hormigón a la vista. “Propusimos una casa que saliera de los materiales de moda del momento. Era muy fácil caer en la última novedad, pero optamos por materiales que duraran más tiempo”, explica el arquitecto.
Los muebles, diseñados durante el proceso constructivo, fueron pensados para no tocar las paredes. Detalles como este permitieron que la decoración, a cargo de la oficina de Enrique Concha, pudiera proyectar el interior desde el principio. “Con ellos tuvimos una química genial.
No queríamos algo recargado, ni que pesara. Queríamos que quedara una casa suelta y con los colores que me gustan que son el gris y el azul. No hay nada en la casa que no hubiera pasado por mi visto bueno”, cuenta la dueña de casa.
Para el paisajismo eligieron a Karin Oetjen, quien leyó muy bien el encargo de la pareja. “Tiene una cosa estructurada de concepto y orden, con jardines bien cubiertos”, cuenta Villalobos. La transparencia es uno de los principales valores de la casa. En el baño, por ejemplo, no hay muros. “La idea fue no tener uno con materiales de baño, sino uno que estuviera como en un jardín.
Trabajamos con hormigón y vidrio, y dejamos espacio para que crecieran plantas. Así se logra una buena ventilación, porque las ventanas son de piso a cielo y no pierdes privacidad”, dice el arquitecto. Tanto para este espacio como para la cocina, trabajaron con materiales de MK.
Una de las preocupaciones de los arquitectos fue que la casa nunca fuera a necesitar aire acondicionado, por eso proyectaron ventanas que permiten una ventilación cruzada y todo el segundo piso tiene la aislación por fuera. El resultado es espectacular. El hormigón se integra a los demás materiales en una casa amplia, acogedora y perfecta para recibir, tal como le gusta a sus dueños.
Cuando le pregunto a ella por su rincón favorito dice que es difícil de responder. “Creo que el living. Quedó fantástico, abierto a la terraza y se extiende como si fuera un solo espacio, lo que te da una amplitud gigante. La terraza del dormitorio también, porque tiene una vista muy zen. Y mi clóset, que es el sueño de cada mujer, ahí tengo mi minuto de tranquilidad”.