Los dueños de esta casa en Puerto Varas, una pareja con dos hijos, contactaron al arquitecto e interiorista Alfonso Lacamara por Instagram (@alfonsolacamara). Como muchas otras familias, se fueron a vivir al sur de Chile, desde Santiago, durante la pandemia, y ya instalados en Puerto Varas, decidieron construir una casa para quedarse.
Para la arquitectura trabajaron con el arquitecto Javier Vásquez, y para el interiorismo contactaron a Lacamara. “Me escribieron cuando la casa todavía estaba solo en planos”, recuerda Alfonso, quien se hizo cargo del interiorismo de toda la casa, menos las piezas de los niños.
En Puerto Varas los inviernos suelen ser largos y lluviosos, por eso Lacamara y los dueños de casa tenían dos grandes desafíos: lograr una casa luminosa y cálida. “Puerto Varas es un lugar que puede ser muy gris, entonces era importante darle luz. En el interior hicimos todos los muros blancos, incluso los que están revestidos de pino los pintamos blancos, para captar toda la luz”, cuenta el interiorista.
Y para darle más calidez, incorporaron madera y una paleta de tonos tierra bien jugada, con colores mostaza y terracota. “La idea era contar una historia a través de los colores. De hecho la puerta de acceso la pintamos de color terracota, que después se repite un poco más adentro, en la salita y luego en el quincho. Y en el living y en la pieza principal hay más colores mostaza, amarillo”, cuenta.
También privilegiaron los materiales nobles, como lino, lana, fibras y cestería. “La idea era darle esa calidez del sur. Yo trato siempre de trabajar con materiales naturales, nada muy plástico”, explica Alfonso.
Aunque el proyecto de interiorismo partió de cero, los dueños de casa sí tenían muchas plantas (una pasión que la dueña de casa descubrió durante la construcción) y también mucho arte, que les encanta.
Pero como la casa tiene muchas ventanas, fue un desafío encontrar un espacio para su colección, que incluye obras de Bororo, Gonzalo Cienfuegos, Catalina Abbott, Mario Toral, Totoy Zamudio y Roberto Matta, entre otros. Entonces Alfonso decidió aprovechar uno de los pasillos y lo montó casi como una pequeña galería de arte: con todos los cuadros enmarcados en mañío. Además, compraron un gran cuadro de Amelia Campino que da la bienvenida a la casa.
A los dueños de casa también les gusta mucho el diseño, por eso hay varias piezas hechas por creadores chilenos, como los sitiales de terciopelo del living y las mesas de centro de mármol, que son de Mad Deco Store; una mesa de piedra y madera, de Todos los puentes; las lámparas de la cocina, de Casa Sur, y las del quincho, de Neta Upcycle Design, la marca de la diseñadora Carmen Morandé.
“Como soy arquitecto, en mis proyectos siempre juego harto con la geometría. Y como la casa era más rectangular, la idea fue romper esas líneas con una mesa de comedor ovalada, de madera de lenga. La mesa es preciosa, con las patas ovaladas y además le hicimos un aguado blanco, para que contrastara con el resto de la madera de la casa”, explica Alfonso. La mesa es de Moblia y sobre ella, la lámpara es de la tienda Soy María.
En esta casa, la cocina es también protagonista. En un espacio de doble altura, que se proyectó para aprovechar la luz del norte, los muebles de la cocina fueron diseñados por Pamela Leyton, de Comercial Mobiliario (@comercial_mobiliario).
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