Salta a la vista que la propietaria de esta vivienda es tan amante del color como de una estética impactante. Arquitecta de interiores y diseñadora desde hace más de 20 años, a Géraldine Prieur, quien dirige desde 2012 su propia agencia de diseño, “Rouge Absolu”, en París, se la conoce por su estilo poco convencional. Es una maestra en aplicar su método inconformista en todo lo que hace, incluso en su propia casa, un departamento de principios del siglo XIX en el muy elegante Barrio XVI de la capital francesa, donde vive junto a su familia.
Este espacio privado mantiene sus señas de identidad: maximalismo sofisticado y elementos decorativos de lujo atrevido. Hay claves inteligentemente dispuestas en cada rincón de la casa que están inspiradas en la alta costura. Sin embargo, a pesar de que a priori la mezcla puede parecer extravagante, el resultado final no es ni kitsch ni excesivo. El secreto para que nada parezca exagerado es que Géraldine maneja con sabiduría la arquitectura para sacar de contexto algunos espacios a golpe de toques creativos, haciendo que cada ambiente se convierta en un lugar único y diferente. Hay opulencia, pero no es exagerada ni muy visible, y los destellos de color dejan patente su optmismo decorativo.
“Los colores me han fascinado e inspirado desde la infancia. Mis dos abuelas se vestían con trajes coloridos, en una época en el que el color era bastante osado. Recuerdo sus sombreros y sus guantes. Una de ellas era muy audaz, me llevaba a los desfiles de alta costura, todo eso me ha influenciado mucho”, cuenta la dueña de casa.
Cuando se abre la puerta del departamento, un tono brillante irrumpe en escena para dar la bienvenida. Pasar de una habitación a otra es descubrir un universo cromático y emocional que se distribuye con buen gusto. “Los colores reponden siempre a un sentimiento” es el lema de Géraldine. Y lo aplica en su casa para crear atmósferas diversas.
Para transformar la vivienda restauró las ventanas originales añadiendo una decoración floral en tonos ámbar que tiñe la luz y la vuelve cálida y agradable. Las paredes fucsias brillantes de muchos de los ambientes se compensan con una alfombra verde de pared a pared. El living, pintado de un azul vibrante, recoge una mezcla curiosa y equilibrada entre muebles contemporaneos y clásicos. El comedor, sin embargo, se presenta algo más recargado y recuerda a las habitaciones de los niños, pero en realidad prentende crear un ambiente fresco y romántico a partes iguales.
La cocina, espacio donde la familia se reúne a diario, conserva, en cambio, una atmósfera de armonía y serenidad. Para conseguirla, Géraldine pintó de negro el piso original que es de parquet en espiga, mientras que las molduras y chimeneas se conservaron en su estado original. En el dormitorio principal domina el rojo, que evoca la pasión y simboliza el amor. Como conclusión, la casa de esta interiorista reinventa un estilo clásico dotándolo de humor, femineidad, vitalidad y múltiples detalles.