Es conocida la dueña de esta casa, una mujer que llama la atención esté donde esté. Pero no sólo lo hace por su look, por su trabajo o por su personalidad atrevida… María Gracia Subercaseaux honra su nombre a la perfección, ya que tiene una gracia especial para cada cosa que hace, una mano bien asertiva que la hace desarrollar con éxito cada proyecto que emprende.
Fotógrafa de larga trayectoria y conductora de radio y televisión –lleva más de 10 años en la radio Zero con el programa Divertimento y otro tanto en Mundo Ad Portas del Canal 13 cable–; es además deportista –corre día por medio y anda en bicicleta por su barrio–, cocina bien y es famosa por lo buena anfitriona.
Su departamento en el centro es otro ejemplo de ese talento suyo. Amplio, amplísimo, de techos altos, parquet y una espectacular vista a los árboles del Parque Forestal, es un lugar con harta historia, lleno de recuerdos, de cuadros y obras de arte de amigos, de objetos comprados en sus muchos viajes y, por supuesto, de fotos tomadas por ella misma. “Este lugar es lo que más me gusta en la vida, lo mejor de Santiago por lejos, un paraíso del que no me van a sacar hasta que esté muerta”.
Todo partió hace casi dos décadas, como cuenta, cuando llegó a vivir luego de estar un año en un departamento en El Golf. “Soñaba con encontrar un departamento en el Parque Forestal para estar cerca de la gente, del movimiento, de los cines y de los restoranes. Por eso mismo, cuando descubrí que se vendía este espacio, lo compramos sin pensarlo y comenzamos aquí un nuevo capítulo de mi historia”.
Emplazado en un antiguo edificio de mediados del siglo XX, en la calle Ismael Valdés Vergara, fue necesario hacerle varios arreglos antes de poder habitarlo. Se sacó la antiquísima alfombra que había, se pulió el piso, se reemplazaron las ventanas por unas de termopanel, se modernizaron los baños con nuevos artefactos y griferías, se cambió el sistema eléctrico y se rehízo la cocina. “Me encanta cocinar, me viene por el lado de mi mamá y de mis dos abuelas, así que conozco bien el tema”. Para ello le pidió ayuda a los arquitectos Mirene Elton y Mauricio Léniz, quienes hicieron de este espacio algo completamente nuevo. “De dos ambientes oscuros se armó uno amplio y con ventanas de buen porte para que entrara la luz. Se revistió todo en acero inoxidable y vidrio templado, y se instaló una mesa al medio para poder cocinar con comodidad”, explica María Gracia.
Sumando y restando, el resultado final fueron 250 metros cuadrados distribuidos en cinco dormitorios –entre los que se incluye un escritorio y pieza de servicio–, tres baños, living y comedor aparte, una cómoda terraza con vista al parque y una mini huerta. “Otro acierto de los arquitectos fue el librero que me hicieron en el comedor. Es uno de los lugares más importantes del departamento. Era todo lo que quería en la vida, ahí guardo los muchos libros que tengo –la mayoría de arte y también novelas de mis autores favoritos–, revistas y álbumes con los negativos de mis fotos”.
A la hora de la decoración María Gracia dice que el departamento se ha ido amoblando y decorando con la vida, que gracias al paso del tiempo ha ido tomando forma y se ha transformado en lo que es hoy. “Este lugar siempre está cambiando, voy moviendo las cosas y encontrando un lugarcito a todo lo que quiero. Por lo mismo, todo el tiempo me siento como viviendo en un espacio nuevo”. Como buena artista que es, tiene repleto de obras en cada uno de los muros: trabajos de Margarita Dittborn, Víctor Mahana, Jorge Lankin, Hugo Marín, Martín Eluchans, Mauricio Léniz, Osvaldo Reyes, Cecilia Avendaño, Tere Cruz, Rodrigo Vergara y Carola Leppe, entre otros, además de una gran escultura de Pilar Ovalle, otra de Paula Salinas y un par de Sergio Caprin. A eso le suma una colección de muñecas que ha ido juntando gracias a los muchos viajes que ha hecho, algunas mantas de Africa, aguayos, alfombras persas, herencias familiares, fotos de Cristóbal Palma y Gabriel Schkolnick, otras tomadas por ella misma y también muchas donde sale junto a sus amigos y familia.
“Todavía no he encontrado un mejor lugar para vivir, he sido muy feliz aquí y eso es lo que más me importa y por lo mismo trato de aprovecharlo al máximo”. Su rutina diaria no perdona no almorzar ahí sola o acompañada por sus hijos –Augusta de 17 y Pedro de 15– o quedarse en las tardes trabajando en su pieza antes que salir a cualquier otro lugar. El fin de semana vive el barrio con mucha intensidad. Va a ver películas al Biógrafo, recorre las tiendas, pasea por las calles y come en restoranes cercanos, como el Tambo, Bocanariz y El Toro, además de un cafecito que se llama Bistró de la Barra, que le encanta. “Siento que este barrio ha cambiado harto, pero para mejor. Cada vez hay más restoranes, más tiendas y, especialmente, más familias que se han instalado aquí, hay más niños. Siento que se vive más y eso me fascina”. 03