Sillas heredadas, un sofá descosido y reparado por ella y recuerdos de viaje combinan de forma armoniosa con objetos modernos y piezas de arte contemporáneo en la casa de Francisca Brown, la cofundadora de la Escuela que lleva su apellido (@escuelabrown) y que ofrece cursos online de moda, tendencias y diseño de interiores.
A punto de tener a su segundo hijo, la diseñadora de ambientes y objetos ha aprovechado este tiempo de espera para retomar un proyecto que por varios años dejó de lado: el interiorismo. Y es que el diseño y el buen gusto siempre ha estado presente en su recorrido, muchas veces le habían pedido asesorías, pero solo hace un par de meses se animó y aceptó algunos proyectos.
“No tengo una cuenta de Instagram ni un book, simplemente la gente que ha visto mi casa y le ha gustado mi estilo, me ha pedido asesoría, y eso me tiene muy motivada”, cuenta.
Decoración con carácter
Su estilo es 100% ecléctico, donde lo nuevo conversa con lo moderno y la diferencia la hacen los recuerdos. “Para mí no existe lo lindo o lo feo, la clave está en cómo lo usemos. No soy de ir a comprar todo nuevo a una tienda, me gusta darle una segunda vida a las cosas”, agrega.
En su casa, las sillas del comedor las heredó de su mamá, pero las pintó negras. El sofá amarillo del living estaba roto y lo zurció a mano, le puso un ribete negro y mandó a hacer un gran cojín estampado. “No quedó perfecto y se nota, pero me gusta, porque le da carácter”, dice.
A estas herencias se suman otras piezas nuevas, como el mueble del comedor que diseñó y mandó a fabricar a Trama Design. “Me gusta que las cosas combinen, pero no tanto. Me gusta que las casas tengan vida, que respiren por sí solas. Me dan ganas de estar en mi casa, tiene una mezcla de cosas antiguas y modernas, que hacen que sea graciosa, que tenga cosas fuera de lo común”, sentencia.
Colección de tesoros
Para salir de lo común, en cada espacio Francisca ha buscado elementos que le evoquen momentos. Cuadros de viajes, la silla de cuero que compró en el persa, o recuerdos de sus paseos por El Rastro, el mercado de Madrid. A eso se suman plantas y objetos que le aportan carácter a la casa, como la lámpara del comedor (a la que bautizó La chascona) y la lámpara “viva” del Taller FVK (@taller_fvk) del arquitecto chileno Francisco Valle, que tiene una piedra como base y un brazo móvil de madera.
Arte local
Francisca se declara fanática del arte y alrededor de toda la casa hay cuadros, desde los baños hasta la composición que es el elemento principal del living, sobre el sofá seccional de lino de la tienda Milk. “Muchos me los regalaron para el matrimonio, otros mis amigas o mi marido para cumpleaños o aniversarios”, relata. Así, por ejemplo, el de Santiago Ascui (@santiagoascui) y el de Franciscó Peró (@panchopero), los recibió cuando cumplió 30 y 35, respectivamente. A ellos se suman obras de Marco Bizarri (@bizzarri__), Conchita Balmes (@conchitabalmes), Santiago Mac-Auliffe (@santiagomacau) y una de Pascuala Lira (@pascualalira), que es el protagonista del comedor.
Un buen dato para enmarcar en Santiago
“Enmarcar es un arte en sí mismo, por lo mismo recomiendo a ojos cerrados La Escuadra Enmarcaciones (@laescuadra.enmarcaciones), de Manuela Peña, artista que hoy se dedica a este oficio. Te entrega asesoría, sabe mucho y tiene un gran ojo para hacer que las piezas luzcan”.