El arquitecto peruano Gino Falcone (63) ha dedicado parte importante de su vida a diseñar restoranes. Partió haciendo diseño residencial en Lima y en 1990 lo llamaron de una empresa de decoración peruana con sede en Santiago para venirse a nuestro país. Gino aceptó y se instaló en Chile. “Al comienzo era extraño adaptarme al tema de la decoración, porque todo era muy similar, muy parecido en Santiago. Con los años se ha vuelto más versátil y variado. Hoy encuentras todo tipo de cosas en Santiago, tanto en gusto como en proveedores”, cuenta Gino.
Hace 25 años, cansado de dedicarse al área residencial en Perú y en Chile, se metió en el mundo del diseño de restoranes. Con un estilo osado y propuestas temáticas, que casi no se veían en nuestro país, su nombre rápidamente se hizo conocido. Actualmente, trabaja de la mano con su marido José Salkeld y, según él, sus proyectos son “para el gasto y para el gusto”.
Desde que llegó a Chile, Falcone ha diseñado más de 40 restoranes, con propuestas muy distintas. “Me siento afortunado, adoro mi trabajo. Simplemente me encanta”, cuenta Gino sentado en La Vinoteca de La Dehesa, una de sus tantas creaciones. Es también el responsable del interiorismo de La Fuente Chilena, El Bodegón de Vitacura, Rosadita, Barra la Java, Vinoteca de Puerto Varas y, por supuesto, del Sarita Colonia, el restorán que creó en en el Barrio Bellavista –hoy solo es dueño de la marca– y que tiene su sello en cada rincón.
De hecho fue en el Sarita Colonia que acuñó el concepto de cocina travesti, que lo acompaña hasta hoy. “Es agarrar una cocina tradicional de donde sea y vestirla con cosas y elementos de otras cocinas, ya sea técnicas o productos”, explica. Para él, todo está en la identidad.
Por eso, en sus proyectos casi siempre incluye materiales reciclados. “Soy bien cachurero, siempre ando comprando cosas y reutilizándolas, acumulo mucho. Por ejemplo unas ventanas que terminaron siendo espejos, lámparas que compro en el Persa, cosas que encuentro en el marketplace de Facebook y otros lugares. Es muy natural en mí encontrar estos objetos, tengo una bodega y cuando yo no voy al Persa, el Persa me llama a mí”.
En el inicio de tu carrera, los elementos religiosos eran parte de tu sello. Luego, te fuiste por un estilo más punk. Hoy ¿cuáles son los elementos estrella?
“Hoy yo me pongo a trabajar con lo que el cliente me plantea, vemos hacia dónde lo queremos llevar. Hace poco terminé el Bar 55 (en Valdivia), donde la idea era tener un galpón de madera y tenía que abocarme a lo que se consume en esa región. Parte del restorán está vidriado, ya que estamos al lado de una vegetación exuberante, entonces conseguí varios elementos en madera y pensé en la cantidad de hongos que hay en la zona. Con eso hicimos un muro con estos hongos como estampados.
Hoy lo que quiero es que los restoranes sean únicos, esa es mi búsqueda”.
¿Por qué dejaste atrás los elementos religiosos y punk?
“Estoy alejado de la iconografía religiosa y sin embargo mi fe está más presente que nunca. En el caso de los elementos de estilo punk, es porque hace cinco años me encontraron un tumor cerebral y me operaron del cerebro. Antes era más loquillo, ahora no tanto”.
¿La operación fue un antes y un después en tu carrera?
“Es curioso, porque no me afectó. De hecho seguí trabajando desde la clínica. Estaba haciendo La Vinoteca de Puerto Montt y terminé ese proyecto por WhatsApp. Es que me encanta lo que hago, me gustan las mesas, me gustan los bares y los restoranes. Simplemente me encanta”.
¿Cómo definirías tu estilo?
“Yo soy el desordenado, me encanta trabajar de esta manera. Una vez tuve que hacer un proyecto minimalista, porque los dueños pidieron eso, y quedó súper bien, pero no me siento cómodo ahí. Por mí yo hubiese puesto muchos cuadros, más sazonado. Yo no soy un loco por los detalles, no me caracterizo por ser perfeccionista”.
¿Algún proyecto favorito?
“No sé si es el favorito, pero El Tempura que terminé recién en la Plaza Las Lilas es totalmente diferente al anterior del Parque Arauco. Recolecté marcos de madera y busqué muchas imágenes hasta que llegamos a lo que queríamos. La verdad es que me encanta, quedó muy bien. También está el Bar 55, me encantó como quedó ese.
Pero me olvido mucho de las cosas que hago, porque estoy constantemente haciendo cosas y trabajando”.
¿Un sueño por cumplir?
“Hago muchas cosas y la verdad es que me divierto haciéndolas. Quiero seguir ese sueño, ese es mi desafío, continuar con esto, continuar con la creatividad y que a la gente le siga pareciendo atractivo. De mayor me gustaría vivir en el sur de Chile o irme a Madrid, me encanta esa ciudad. Berlín también me trastorna”.
Actualmente, ¿en qué proyecto estás trabajando?
“Estoy con una discoteca, hace mucho tiempo que no trabajaba en una. También estoy haciendo un bar que se llama Azotea Candelaria y quizás me gustaría volver a hacer algo residencial”.