Jonathan Adler no necesita presentaciones, por el contrario, es uno de los más famosos diseñadores estadounidenses. Su marca, que incluye muebles, iluminación, decoración, ropa de cama, alfombras y más, tiene presencia en múltiples países y su trabajo de interiorismo se puede ver en algunos de los mejores restoranes y hoteles, y en casas en todo el mundo.
Pero pocos conocen su historia y cómo se convirtió en el personaje que es hoy, ese que no tiene reglas a la hora de decorar, que juega con los colores, el arte y el humor, y que ha definido su estilo como “glamour moderno americano”. Todos elementos que podemos ver también en su propio departamento en Greenwich Village, Nueva York, un lugar en el que vive hace 20 años y que acaba de renovar.
“Como cualquier renovación, la nuestra tardó infinito. Aseguro que la renovación fue un infierno absoluto, pero el resultado es el cielo”, nos cuenta. Junto a su marido, Simon Doonan, embajador creativo de la tienda Barneys, decidieron que ese departamento sería su hogar “para siempre” y por eso había que hacerle algunas mejoras. Ya en el año 2001 habían duplicado su superficie cuando compraron el departamento de al lado, sin embargo, esta vez reestructuraron la distribución y, sobre todo, la decoración.
“Cambiamos mucho nuestro espacio: nuestra antigua pieza se convirtió en la oficina de Simon, la sala de estar en nuestra habitación, la oficina de Simon en el comedor, etc”, explica. Una transformación que terminó este año, que ha sido portada de revistas y ha llenado las páginas de muchas publicaciones.
Es que el trabajo de Adler es seguido por muchos, especialmente sus espacios, que proponen ambientes llamativos y llenos de alegría, como sacados de una película. Sin embargo, su carrera no comenzó en esto, sino con su amor por la cerámica cuando era muy chico en un campamento de verano.
Después de unas vacaciones, le pidió a sus papás que le compraran un torno y no paró de hacer macetas y vasijas; tenía 12 años. Luego, entró a estudiar semiótica e historia del arte en Brown, pero pasaba la mayor parte del tiempo en la Escuela de Diseño de Rhode Island, hasta que un profesor le dijo que mejor se dedicara a otra cosa, porque no tenía talento.
Se trasladó a vivir a Nueva York y entró en la industria del cine, donde no le fue bien y tras tres años decidió volver a dedicarse a su vocación: ser alfarero. En 1993 logró vender su primera colección completa de cerámica a Barneys Nueva York. A eso le siguió su primera tienda de decoración en el SoHo, estableciendo la marca Jonathan Adler. La misma que hoy tiene presencia en más de 1.500 lugares en todo el mundo, que lo ha llevado a hacer reconocidos proyectos, a trabajar con marcas importantes, a participar como juez en el programa de televisión Topdesign y a escribir cuatro libros (My Prescription for Anti-depressive Living, Jonathan Adler on Happy Chic Accessorizing, Jonathan Adler on Happy Chic Colors, 100 Ways to Happy Chic Your Life), todos con la alegría y felicidad como centro.
Ese mismo espíritu es el que transmite su departamento, que desde la entrada anuncia que lo que hay adentro no se parece en nada a lo que hemos visto antes. Una paleta de azules y verdes se repite por toda la construcción de techos altos y de fondo blanco, que funciona como lienzo para miles de piezas de diseño y arte, que son los verdaderos protagonistas.
“Hago miles de productos diferentes, por lo que para mí es imposible no querer traerlos a casa. Siento que es mi responsabilidad poner a prueba las cosas que hago. Constantemente estoy metiendo y sacando cosas de nuestra casa; es como mi laboratorio de diseño”, asegura.
Una alfombra tablero de ajedrez inspirada en Vans, un sofá Vladimir Kagan, una silla Joe Colombo Elda, una mesa de cóctel Harlequin Eye… la lista de muebles ícono del diseño, esculturas y cuadros que se pueden ver sólo en el living es innumerable y se repite por las piezas de la casa. “Todo en nuestra casa, incluido el arte, está ahí porque nos encanta”.
Sin embargo, sus elementos favoritos son “dos retratos de nuestros queridos perros hechos por una de nuestras artistas favoritas de Greenwich Village, Mimi Vang Olsen. Uno es de nuestro fallecido gran perro Liberace y el otro de nuestro actual ángel Foxy Lady”, dice; ambos están en la oficina de Simon.
En su casa, Adler transmite todo lo que busca con su trabajo y sigue su manifiesto al pie de la letra, una lista de 13 afirmaciones que se encuentra en su página y comienza así: “Creemos que tu hogar debe hacerte feliz. Creemos que cuando se trata de decorar, la esposa siempre tiene la razón, a menos que el marido sea gay. Creemos que los colores no pueden chocar. Creemos que el minimalismo es un fastidio…”.