Al ver los espacios del arquitecto y diseñador de interiores francés Guillaume Alan es fácil pensar que nos encontramos frente a una fotografía en blanco y negro o la imagen de un santuario. Su estética impacta y no sólo por su elegancia, simpleza y su paleta monocromática, sino debido a lo alejada que está de las últimas tendencias que impulsan mezclar patrones, colores y no tener límites en la decoración.
Su estilo reescribe la tradición del clasicismo francés. A través de la ausencia casi completa del color, el juego con las texturas, la luz y la utilización de líneas puras, su trabajo busca transmitir paz y fusionar la arquitectura con el interiorismo.
Como algunas de las más reconocidas publicaciones lo han señalado, el diseñador parisino lleva el arte de “menos es más” a nuevas dimensiones, explorando los diversos grados de sofisticación que se pueden lograr a través de la compostura y la moderación; un estilo que ha venido desarrollando y perfeccionando hace un tiempo.
Guillaume comenzó su carrera muy joven, con la apertura de su primer estudio en Saint-German-des-Prés de París a los 24 años. Ahí trabajó en diferentes encargos de diseño de interiores y uno de sus primeros proyectos fue el salón de música del Hôtel de Matignon, la residencia oficial del Primer Ministro francés.
Su papá era arquitecto, su mamá diseñadora de interiores y su abuela comerciante de antigüedades, por lo que para él fue natural seguir esta línea. “Lo que hago hoy me vino como evidencia, naturalmente. Supe desde siempre que tenía algo que compartir, una estética”, nos cuenta.
Desde entonces no ha parado. Actualmente dirige un estudio en París y, hace siete años, abrió también uno en Londres. Sus proyectos pueden verse en distintas partes de Reino Unido, como también en Francia, Londres, Medio Oriente y Estados Unidos. Hoy está trabajando en varios proyectos privados en Francia, dos casas en Reino Unido, que incluyen la arquitectura exterior, un hotel en el sur de Francia y un restorán en París.
“Simplicidad y emoción” son la firma de su estudio, asegura. En su página web se encargan de recalcar que su motor de diseño proviene de las palabras del maestro italiano Leonardo da Vinci: “La simplicidad es lo último en sofisticación”.
Es que “la simplicidad es atrevida y muy compleja de alcanzar”, explica Guillaume. “Se trata de trabajar siempre alrededor de ‘cómo crear emociones’. Intentamos generar una emoción vibrante y despertar la mente con sobriedad. Mi filosofía es crear una sensación de apaciguamiento, apaciguamiento a través de la belleza y la pureza. Restringir la arquitectura y los elementos, pero mantener un espíritu opulento”.
El amor por la luz es clave para sus proyectos. Apuntalado por una audaz sensibilidad minimalista, el enfoque monocromático del diseñador, lejos de producir un ambiente uniforme, logra un juego de profundidad y texturas. Al igual que el ojo humano es capaz de adaptarse a los bajos niveles de iluminación y lograr diferenciar las formas, el ambiente incoloro agudiza la percepción de la textura.
Madera, lino, cuero, mármol, seda, lana, son todos elementos que pueden encontrarse en sus espacios. Guillaume tiene su propia colección de muebles y acaba de lanzar una colección de telas inspirada en Gran Bretaña.
“Tenemos un enfoque global y aprehendemos un proyecto en su conjunto, creando y trabajando en arquitectura, diseño de interiores y mobiliario. Esa es una excepción francesa, incluso hoy en día muy rara, en armonía con la mejor tradición del diseño francés y los ‘décorateurs ensembliers’, como lo hizo J. M. Frank en Francia en la primera parte del siglo XX”, nos cuenta.
Además de Jean-Michel Frank, para Guillaume Tadao Ando, Mies Van der Rohe, Kengo Kuma, Le Corbusier y Axel Vervoordt son sus referentes.
Esta línea de trabajo es lo que lo ha hecho atractivo no sólo para innumerables proyectos residenciales, sino también para renombradas casas de moda como Yves Saint Laurent, Dior, Chanel y Tom Ford, que han aprovechado su genio creativo.
“Es un gran desafío, pero tratamos de crear emoción en cada habitación, como en un sueño, como si estuviéramos leyendo un pedazo de una poesía. Como lo describe Le Corbusier, ‘la arquitectura está diseñada para ser descubierta mientras se camina’. Nosotros intentamos lograr algo excepcional”.