Decoración

María Teresa Cerveró tras el cierre de su emblemática tienda: “Para mí lo más fascinante es la reinvención”

La interiorista y pionera en el barrio Alonso de Córdova, en Vitacura, cerró las puertas de su tienda para siempre. Después de 30 años, dejó la casa con los leones en la entrada y prepara su reinvención: quiere seguir haciendo asesorías y por primera vez, transmitir a emprendedores todo lo que le ha servido para mantenerse vigente por tantos años. Aquí, un recorrido por el pasado, el presente y el futuro de María Teresa Cerveró.

Desde el living de su departamento en Santa Teresa, María Teresa Cerveró (@mariateresacervero) confiesa sentirse libre, renovada y más creativa que nunca con el cierre de su emblemática tienda en la esquina de Alonso de Córdova con Nueva Costanera, donde llegó en 1990. En ese lugar instaló la que sería su gran apuesta: una tienda de decoración con dos leones en la entrada, en medio un barrio que, en ese entonces, era totalmente residencial. Fueron su intuición y osadía las que terminarían convenciendo a las tiendas, galerías y restoranes que hoy componen uno de los distritos de lujo más reconocidos de la capital. Pero esa historia llegó a su fin: el 31 de enero cerró las puertas de la tienda.

Esta decoradora de interiores, con una de las trayectorias más reconocidas de la industria, es Piscis, sin embargo, cree que alguien le mintió y no nació el día que dicen que nació. Se siente soñadora y creativa, pero sobre todo, se sabe trabajadora, aplicada y enfocada en sus objetivos. “Yo soy a full, para mí es la única fórmula. Las medias son para los pies”, dice entre risas. Con esa personalidad y sobre todo siguiendo su intuición, María Teresa Cerveró conquistó el mundo de la decoración de interiores en Chile.

¿Es cierto que eres psicóloga?

“Efectivamente, eso estudié. Cuando salí de las Monjas Inglesas saqué un súper buen puntaje y en esos años, cuando te iba bien, tenías que aprovecharlo sí o sí. Entré a Psicología en la Universidad Católica, hice mis prácticas e incluso fui ayudante de psicoanálisis, pero no era lo que yo quería. Yo quería crear ambientes”.

¿Cuándo lo supiste?

“Estudié la carrera completa, pero para entender lo que hago hoy hay que ir un poco más atrás en mi historia. Yo vengo de una familia de agricultores, por lo que crecí entre la casa de Orrego Luco con Pedro de Valdivia y el fundo en Mantagua, en una casa preciosa con un parque inolvidable.

Quería estudiar decoración desde los 10 años, pero en esa época no existía la carrera. A esa edad yo me ofrecía para armar los floreros, para darle nueva vida a los espacios o para armar nuevos rincones en el jardín. Me encantaba crear, era muy intuitiva. Soñaba con colores, era algo que me venía a la cabeza desde el alma. Todos se mataban de la risa, era la quinta de siete hermanos, así que me miraban y me decían ‘¡ay, Teresita!’”.

 

¿Qué hiciste para empezar en la decoración?

“Mi mamá era muy cercana al arte, a la pintura, y le dije que yo le ayudaría a vender cuadros. Tenía 22 años. Cuando le llegaban nuevas obras, yo partía a los bancos con una personalidad brutal y les exponía 40 cuadros para que, desde la presidencia, los compraran para decorar sus espacios. Me preparaba y estudiaba sobre los artistas para convencerlos.

Después, cuando me casé, le hice una sorpresa a mi marido. Volvimos de la luna de miel y yo había botado muros y decorado todo el departamento que él pensaba que estaba vacío. Con una combinación súper inusual de rojo y un sofá blanco, lo sorprendí. Y sorprendí también a quienes nos iba a ver. Después de eso, la gente empezó a llamarme para que los ayudara a elegir sus géneros o sus muebles, o para tomar ciertas decisiones de decoración en sus propias casas”.

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¿Cuándo sentiste que te estabas profesionalizando en el tema?

“Yo quería hacerlo bien y saber más cuando me hicieran preguntas de decoración. Nadie me enseñó a hacer muebles, pero tuve la intuición de que por ahí tenía que partir. Hacía los moldes con cartón, subía a las guaguas al auto y me iba donde los maestros a pedirles que los armaran tal cual. Así empezó a correr la bolita y nunca más paró. Y hasta el día de hoy lo único que me guía es la intuición”.

 

¿Qué es la intuición para ti?

Una voz muy fuerte que me pregunta por qué no quiero esto y me responde que es porque no quiero esto otro. Le hago caso, porque cuando no lo he hecho, me ha ido mal”. 

 

¿Qué vino después de confeccionar esos primeros muebles?

“Me fui a vivir a La Dehesa, a la calle El Rodeo. Armé mi casa, dibujando, pensando en el jardín y siguiendo mi instinto sobre lo que veía en ese espacio. Fue en esa época, en 1986, cuando me invitaron a la primera muestra de decoración en Chile, simplemente porque la gente hablaba de mí y de mi buen gusto”.  

 

Fue el primer salto a la fama.

“Sí. Me invitaron a un concurso de decoradores de interiores profesionales, todas personas con estudios y eso que yo nunca había estudiado nada. Así que sin decirle a nadie —quería que fuera sorpresa—, armé una propuesta de un living y un dormitorio. Me fui al fondo de la casa donde sería la muestra y me puse a dibujar.

Como en esos años la decoración era muy tradicional y plana, decidí meterle color. ¡Fue furor! Me dieron el premio del público. Aproveché ese boom y abrí mi primera tienda justo afuera de mi casa en El Rodeo”. 

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¿Cómo fue esa experiencia?

“Preciosa. La armé yo misma en 20 días. Todo barato y a la vista. Tenía una terraza, llegaban los niños con chupete y pañal. Era muy divertido y una locura a la vez. Los días sábados la gente llegaba hasta cuatro cuadras más allá tratando de entrar y ver lo que teníamos en la tienda. Pero era mucha la falta de privacidad, porque querían conocer mi casa. Así que decidí trasladar la tienda a Pedro Canisio, en Vitacura”.

 

¿Cómo llegaste a Alonso de Córdova después de eso?

“La segunda tienda me quedó chica y en esa época estaba de moda Isidora Goyenechea con El Bosque. Pero yo me paseaba por allá y sentía que no era lo que yo quería. ‘¿Qué es lo que quieres?’, me preguntaban. Yo les respondía que no sabía, pero que sabía que no era eso.

Un día iba en la carrera de ir a buscar a mi hija al colegio, apurada, agotada, y en la luz roja veo la casa de la esquina de Alonso de Córdova con Nueva Costanera. Me bajo del auto, toco el timbre y les pregunto si está en venta. Me dicen que no, pero mi intuición me hablaba tan fuerte, que en pocos días ya la habíamos comprado. A su alrededor no había nada, sólo casas. Boté paredes, repensé los espacios para mostrar distintos estilos de decoración y a la vuelta de las vacaciones de verano, abrí mi nueva y última tienda”.

 

¿Dimensionaste lo que vendría después?

Nunca me imaginé el éxito que tendríamos ni el barrio que se construiría a nuestro alrededor, menos me imaginé que llegaríamos a trabajar con 80 personas en la fábrica y casi 20 en la tienda. Recuerdo que el lunes que abrimos llegué a la tienda y vi un montón de gente. Pensé que alguien había chocado o algo así. Pero no, las personas estaban ahí por nosotros”. 

En 2015, María Teresa Cerveró remodeló completamente su tienda de Alonso de Córdova.

¿Por qué irse entonces?

“Fue algo sin apuro, pero llegó el momento en que después de una larga negociación entre dos familias de joyeros, me hicieron la oferta que quería. Ese día, hice un ritual en mi balcón. Algo sólo para mí. Recuerdo que lloré y vi un mundo de posibilidades brillantes. Así fue cómo, siguiendo mi intuición, decidí aceptar la oferta. Me sentí libre y feliz de tener tiempo para crear más y seguir haciendo asesorías. Sólo en marzo estoy con 10 casas, donde lo único que busco es que cuando sus dueños vean la magia del lugar digan ‘me muero lo lindo’. 

Tener mi tienda en Alonso de Córdova es de las cosas más gratificantes que me ha pasado en la vida, pero ya no tener esa responsabilidad diaria es algo que me hace muy feliz. Por fin me siento 100% enfocada en las dos pasiones de mi vida, que es la decoración y mi familia —cuatro hijos y 11 nietos—, sin que nada les quite tiempo. Si tú me preguntas, para mí lo más fascinante es la reinvención”.

 

¿Qué se viene para la marca María Teresa Cerveró?

“Estoy pensando en algo integral. Que las personas que me encargan las asesorías terminen el día y no se vayan directo al dormitorio. Que la decoración llegue hasta la terraza, hasta el jardín, que la casa completa sea más rica de vivir. Que tu entorno y la iluminación te vuelvan loca. Pienso también en transmitir a nuevas generaciones de emprendedores lo que a mí me ha servido para mantenerme vigente todos estos años.

Soy muy inquieta, así que estoy full en eso. Tengo mi equipo, pero yo tomo las decisiones finales, no me acuesto si no encuentro el detalle perfecto que estoy buscando para un proyecto. Al final, María Teresa Cerveró es mi marca con mi sello, es mi propio cuaderno con dibujos, y eso sigue de todas maneras, más allá del cierre de la tienda”. 

 

¿Qué pasó con los productos?

Los productos son para mis asesorías y la bodega sigue existiendo a disposición de eso. Mis proveedores seguirán siendo los mismos y además, seguiré viajando dos veces al año a ferias para llenar la bodega de inspiración, nuevos objetos y nuevas ideas”.

¿Tus hijos se llevaron algo?

“Yo sabía perfecto qué iba a elegir cada uno. Ignacio se llevó unos sillones de cuero espectaculares. La Isabelita, un arrimo grande, de tronco y aluminio negro, bien rústico. La Cote se quedó con cosas de playa y una escultura entretenida. La Tere se quedó con dos sofás y una mesa de centro preciosa.

Bueno, y se quedan con un modo de vida que los marcó para siempre. La Tere es artista y corredora de propiedades, ella ve la casa con una visión que viene en su ADN. La Cote también está full metida en esto, desde la remodelación y transformación de casas. Ignacio, que es empresario, y la Isabelita, que es psicóloga, son de un nivel de disciplina y liderazgo que emociona”. 

 

¿Cuál es el secreto para diferenciarse en la industria y alcanzar el éxito?

Siento que la decoración actual es muy plana. Ves una foto y dices qué lindo, ves la siguiente y es igual. Se copian entre decoradores y se repiten los proyectos y las decisiones. Más allá de que tengas tu sello profesional, hay que respetar la vida de la persona que te contrata y hacer las preguntas correctas. Es importante saber el momento en el que está, cuáles son sus afectos y las sensaciones que busca. Si quiere una casa con olor a queque para sus niños chicos que corren por todos lados, no es lo mismo que ser un matrimonio mayor, que quiere achicarse y conservar algunos objetos que los llenan de recuerdos. También hay que saber sacarse la mierda. Con constancia, perseverancia, foco y disciplina”.

 

¿Qué te guiará ahora?

“La búsqueda de la magia y mi intuición”.

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