Una instalación de cuerdas de colores entretejidas, de la joven artista Hermione Skye, en el techo del lobby, atrae las miradas en el nuevo Hotel Whitby en el Upper Midtown de Manhattan. Su dueña Kit Kemp –que junto a su marido, Tim Kemp, tienen Firmdale Hotels, una cadena con hoteles en Londres, Nueva York y Barbados– decoró todo el lugar con una idea en la cabeza: darle espacio al arte contemporáneo y al diseño. Y su estilo es que no hay un estilo definido; simplemente mezcla objetos, colores, formas y texturas logrando que cada espacio tenga una personalidad potente.
En total son 86 habitaciones, cada una especialmente diseñada y decorada con descargas de color y originalidad. Todas tienen ventanales desde el piso hasta el techo y algunas terraza privada. Además, un bar, un restorán, una orangerie –un espacio donde se cultivan naranjos, generalmente con techo de cristal; típicos del Renacimiento italiano– con luz natural, una sala de estar, una terraza bien verde, otras tres salas de eventos, un teatro con 130 asientos y un gimnasio full equipado son parte de las instalaciones del hotel.
Pero el punto fuerte es el diseño, y el bar es de los espacios más impactantes. Sobre la barra de nueve metros de largo, cuelga una colección de 52 canastos recolectados en las islas británicas. Algunos eran para recoger ostras, otros para el pescado, para las papas o para vender flores. Cada uno tiene la información de su lugar de origen. Además, a cada lado de la barra hay un Hércules tallado en madera que “protege a los huéspedes” y las mesas de mármol que llenan el espacio fueron hechas a mano en la India. Las paredes están tapizadas con géneros diseñados por la dueña y sobre éstos hay obras de artistas como el pintor y grabadista español
Ramiro Fernández Saus o con una colección de ilustraciones enmarcadas de Daniel Frost.
Así, todos los espacios están diseñados a la medida. No sólo los géneros y tapices son originales de la dueña, también los respaldos de cama y algunos de los muebles. En la orangerie además tienen una colección de 80 platos de cerámica antiguos de la era victoriana enmarcados que brillan cuando la luz natural del día ilumina la sala o cuando prenden las velas de noche. “Cuando empiezas a enmarcar las cosas uniformemente, empieza a verse interesante”, dice la dueña. Es que este hotel, y todos los otros de la cadena, la representan. Kim diseñó los espacios con diferentes alturas, colores y patrones para crear un “sentido de movimiento y enganchar a todos los sentidos”. Es su visión, su gusto, su sello.
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