La historia de Olga Ashby bien podría ser el guión de una película. Nació en Siberia, un lugar que no se caracteriza precisamente por ser referencia en el diseño de interiores. Creció dibujando y pintando, lo que la hizo considerar estudiar arte, una opción muy poco tradicional que, para su madre y para miles de otros rusos, no era viable. Obligada a elegir otro camino se tituló de publicista, aunque nunca consideró una carrera en esta área. Pero gracias a algunas conexiones que había generado, fue invitada a participar en un proyecto de diseño interior. Descubrió así su pasión por esta disciplina, y decidió estudiarla en Moscú.
Después de abrir su propio estudio en esa ciudad, y de un exitoso crecimiento laboral que le significó trabajar en proyectos para grandes empresas internacionales, viajó a Londres para tomar un encargo. Y, tal como pasaría en una película, se enamoró y terminó mudándose a la ciudad inglesa.
Y, si bien en Moscú tenía una carrera exitosa, esta decisión significó tener que empezar de cero en una ciudad que no conocía su trabajo. Tomó encargos de manera gratuita para poder mostrar sus capacidades, y de a poco fue armando una base de clientes que le confiaron proyectos residenciales, los que más tarde serían reconocidos a través de premios internacionales.


“Creo que lo que las personas realmente quieren es contar una historia a través del diseño interior, por lo que mi trabajo tiene un acercamiento muy personal a cada cliente”, cuenta a ED. “No busco hacer proyectos lindos ni que solo sean cómodos. Lo que me interesa es reflejar la personalidad y el estilo de vida de quienes deciden trabajar conmigo, y es lo que ellos también esperan de mis propuestas.”
Sobre sus inspiraciones, reconoce que admira el trabajo de Kelly Wearstler y la manera en la que con tanta facilidad logra combinar piezas y estilos. “Si agregara algo más, o sacara piezas de sus diseños, ya no serían lo mismo. Logra un balance muy refinado con elementos que no deberían funcionar juntos”, agrega.
También recoge referencias de sus viajes y de las distintas culturas que va conociendo, tomando texturas y elementos que se acostumbra ver en algunas latitudes, y llevándolos a lugares en donde no se esperaría encontrarlos. Para ella, esto se traduce en crear mundos alrededor de cada uno de sus clientes, lo que le da el sello tan característico a su trabajo. «Mi mayor objetivo es ese: tomar a una persona y, a partir de su historia crear un mundo que la represente», concluye.