No tiene mar, ni le hace falta, otra es su gracia: gozar de una vista panorámica hacia la laguna de Los Cisnes, un condominio que parece un sueño de parcelas verdes infinitas. Pero sobre todo ser la primera realización en Uruguay, cerca de la ciudad de Punta del Este, del famoso arquitecto paulista Marcio Kogan, fundador del estudio MK 27, quien ya pasados los 50 años ha consolidado una identidad propia con el uso de sus materiales fetiches y la complicidad de la naturaleza.
En los últimos años, Punta del Este ha experimentado un boom en las construcciones de carísimos departamentos y residencias de veraneo que están siendo comprados hoy principalmente por brasileños y europeos que buscan una mayor libertad y terrenos amplios. Este mismo fenómeno ha repercutido en que antiguos y nuevos residentes, que no quieren perder su tranquilidad y privacidad, se hayan ido moviendo hacia chacras marítimas, lo más chic del momento, predios de un par de hectáreas en medio del campo, retirado a unos kilómetros del mar.
Un ejemplo es esta casa de vacaciones de 465 m2, que se caracteriza por su estilo modernista y su elegancia bruta, casi minimalista, pero sobre todo, por cumplir con todos los requisitos. Primero, armoniza con el paisaje: “siento mucho respeto por la naturaleza y diseñé una vivienda compuesta de diferentes cubos abiertos, con puertas y ventanas, que se integran a su entorno”, explica el arquitecto.
Segundo, incorpora el gusto por lo simple y refinado, muebles de diseño y neutralidad de los materiales, hormigón, salpicado con vidrio, madera local y piedra, “mis esenciales”, dice Kogan. “Amo las cosas simples bajo todas sus expresiones, creo que ésta es la principal característica de mi trabajo”. Una selección exigente de tecnología le da un plus y máxima comodidad a cada espacio, como los inmensos paneles de vidrio que conectan interiores y exteriores sin interrupciones o las encuadraturas metálicas de las aperturas. Aquí sólo se respira paz y calma, todo está bien hecho, no hay nada que sobre y cada diseño es sencillamente perfecto.
La arquitectura se compone de una sola planta rodeada de una terraza, una de las cuales se integra a una piscina de forma alargada que debido a su efecto de perspectiva, parece terminar en el paisaje. La amplitud y la disposición de los ambientes, hacen que necesite de muy pocos elementos decorativos. Así se logró una perfecta combinación de un marcado sentido estético y calidad.
Los dueños, una familia de italianos, quisieron que la casa tuviera un estilo retro, con muebles de diseño brasileño y piezas vintage. Como estaban lejos y tenían poco tiempo, le encargaron toda la decoración a Helena Montanarini, una amiga de ellos que vive en Brasil y que conoce muy bien al arquitecto Kogan. Juntos lograron que el quebrado terreno y mar a lo lejos se transformaran en un remanso de paz.